Japón
El último pastel de Misao Okawa
Su recuerdo será efímero, pues no son los calendarios los que garantizan ese pedazo de inmortalidad con la que soñamos. Nuestra trascendencia viene más bien de nuestras obras, hechos y legados.
El fantasma de Fukushima atemoriza a Japón
Cuatro años después del accidente nuclear que causó 18.000 víctimas, entre muertos y desaparecidos, el Gobierno se propone reactivar los 48 reactores comerciales con los que cuenta Japón. Una decisión a la que se oponen 60% de los ciudadanos, pero que resulta difícil de evitar en un país que importa 90% de su energía
No es país para viejos
Acogerse a la hipocresía farisea, en términos cristianos, es lo que normalmente hacen y promueven desde la cúpula del Estado. Y para ejemplo, nada más cercano con lo que sucede en el ámbito de la educación pública española
No entiendo
Según cuenta su madre, Kenji Goto siempre quiso salvar vidas de niños afectados por las guerras. Se fue al Medio Oriente para tratar de ayudar a aliviar el sufrimiento de la gente de Siria de la única manera que sabía hacerlo.
La gente está traumada
Ahora que es la hora de entender que vivimos una guerra mundial y nadie se da cuenta, o quizá ya entendieron. Ahora que una niña llamada Ébola reapareció en el mundo, o la hicieron reaparecer. Ahora que nos olvidamos de las barbaries en Sudán del Sur para irnos a los asesinatos de estudiantes en el sur de México.
Frikis y raros, ¿hasta cuándo?
Nos educan para ser tolerantes y aceptar las peculiaridades de cada persona, apostando así por un modelo de sociedad plural en el que todos tenemos cabida…
La misteriosa clausura de los hikikomori
Esperan lo máximo de ellos. Son jóvenes japoneses que no lograron cumplir con lo que la sociedad nipona, que premia la competitividad y el éxito, esperaba de ellos. Su respuesta fue el aislamiento social. Recluidos en la habitación de casa durante meses, incluso años, padecen un trastorno social. No tienen contacto con la realidad. Tampoco con su familia ni amigos. Se refugían en la realidad virtual de las redes sociales y los videojuegos. Son los «hikikomoris».