Esa foto dentro de un coche, con gafas negras y gotas de lluvia en la ventanilla , amplísima sonrisa mientras habla por teléfono, y el lazo amarillo en la solapa, que no falte el lazo amarillo, es una falta de respeto para los catalanes. Para todos, independentistas y no independentistas. Ese hombre que sonríe como si no tuviera ninguna preocupación, impide que los catalanes estén gobernados por un gobierno salido de las urnas, provoca que Cataluña sea hoy una región de la que huyen sus principales empresas, los turistas no le vean el atractivo de antaño y en la mayoría de las familias se hayan producido quiebras o, cuando menos, tensiones.