Yo no disfruté ni mi primer café, ni mi primer vino, ni mi primera lección de piano, ni mi primer chocolate oscuro, ni mi primer concierto de música clásica. Es la verdad. Y es universal. Quien afirme lo contrario lo más seguro es que esté mintiendo.
Lo más difícil de la navidad fuera de casa es el desayuno. Más que todo por la hora. Es costumbre en todos lados que el veinticinco, cuando no hay regalos, se desayunan las sobras, las cuales normalmente ni se guardan la noche anterior. Se dejan por ahí para antojar a sonámbulos y mal dormidos, los cuales van a ellas a veces con hambre y a veces con pena. Así sea en un hotel, o habiéndola pasado solo: El desayuno después de la navidad siempre es raro — justamente por su informalidad, su aire clandestino y su olorcito a resaca.
Imagina que tu amiga se va a Zamora, en lugar de a Las Vegas, con un cura disfrazado de Mortadelo y un Filemón ofreciéndoles, saltando de alegría y salpicando el altar, vino de sangre de toro.
El cierre del Comercial nos duele porque es muy difícil no creerse que uno, sólo por ser más joven, también era más feliz
De siempre ha sido conocido que el café, es decir, la cafeína que contiene, estimula el sistema nervioso, mantiene despierta la atención y tiene efectos analgésicos.
Que la cafeína tiene efectos sobre la memoria lo sabía yo sin necesidad de hacer estudios.
Investigadores de la Universidad Johns Hopkins han logrado demostrar por primera vez las bondades de la cafeína para fortalecer la memoria. The Objective entrevista hoy a Daniel Borota de la Universidad John Hopkins, autor del estudio.