La neonormalidad
«Seguimos esperando a los políticos como el niño americano al papá en partido de béisbol: sabiendo que no llegarán»
«Seguimos esperando a los políticos como el niño americano al papá en partido de béisbol: sabiendo que no llegarán»
«La clase política sobrevolará el cadáver y picoteará allí donde lo necesite: bien para mantener el poder, bien para conseguirlo»
«La historia de Unorthodox es una piedra más en ese arte narrativo, que redunda en la necesidad de mirar afuera, de explorar los límites».
«Como Unamuno, la sociedad de hoy antepone la prisa a la idoneidad»
«Vivimos alegremente la era del eufemismo. La sociedad de hoy necesita que las palabras escondan, sugieran más que muestren»
«Con Gistau escocía aquel aforismo de Gracián: la muerte sigue siendo un puerto para los ancianos, pero un naufragio para los jóvenes»
«Sí, hay una España brillante oculta en el sótano de la historia, y comparto la idea de Roca Barea: hay que desenterrarla»
«Años después, los gustos musicales han cambiado, pero esa voz demoníaca seguirá dentro»
Jesús Nieto Jurado publica ahora sus memorias, aún en la década de los treinta, pero si cuentan un cuarto mitad de lo que ha vivido, bienvenidas sean
«Anteponer las ideas políticas de un artista por encima de su propia creación es de primero de dogmatismo, una actitud que impide empaparse de las novedades que para el lector plantea el albedrío del autor»
La vergüenza que uno siente al ver cómo se falsea de esta forma el pasado es, me temo, directamente proporcional al rédito electoral que estas prácticas suponen. Cuanta más vergüenza, más voto.
«En un mundo donde todo está politizado, donde las posiciones de un debate las marca la ideología antes incluso de ser planteado, donde las películas sólo cobran sentido si dejan dentro de sí el poso doctrinal de turno, no tengo claro que pudiera sobrevivir un espíritu libre como el de Unamuno»
«Me gusta que se le dé visibilidad a estos grandes trastornos, que se normalicen y se asuman, que se claven en el centro de la sociedad y que la sociedad ayude a afrontar el problema a todos los que los sufren en silencio»
«Lo hagas bailando, cantando o haciendo el pino, gracias, Rosalía, por mantener vivo al poeta»
«Decía Julián Marías que lo malo de exigir leer el Quijote a esa edad no es que no se leyese, es que ya se daba por leído»
Permita el lector que termine dándole las gracias a don Mario, por aquellas clases, por estas conferencias, y por ese pasado que, en algún lugar, enlaza con el mío.
Jackson era como el pegamento entre tanta añoranza. Para el nacido en los ochenta, siempre estuvo ahí, engañando al reloj.
«Concha Espina despuntó en tiempos de regeneracionistas, noventayochistas y miembros del 14, es decir, despuntó en escenarios copados por hombres».
Me gustaría volver a recordar que el país que estos señores aspiran a gobernar es potencia en muy pocos ámbitos, pero si lo es en alguno es en el ámbito cultural
El arte es largo; y la vida, incluso la de aquellos que ajustician con el fuego de Hugo pero sin su dignidad, demasiado corta.
No hay presencia más avasalladora que la de los maestros. Por eso yo alterno la lectura de los míos con etapas de sana ventilación, oreando lo leído. De lo contrario, esa mano amiga sobre el hombro correría el riesgo de convertirse en una chepa intumescente. Frecuentarlos con cautela y la debida distancia es prescripción ineludible de esa tentativa, tan vieja como el mundo, que consiste en matar al padre. De esto, y de otras muchas cosas, va Un episodio nacional (Espasa), el último libro de Carlos Mayoral (Villaviciosa de Odón, 1986).
No hay presencia más avasalladora que la de los maestros. Por eso yo alterno la lectura de los míos con etapas de sana ventilación, oreando lo leído. De lo contrario, esa mano amiga sobre el hombro correría el riesgo de convertirse en una chepa intumescente. Frecuentarlos con cautela y la debida distancia es prescripción ineludible de esa tentativa, tan vieja como el mundo, que consiste en matar al padre. De esto, y de otras muchas cosas, va Un episodio nacional (Espasa), el último libro de Carlos Mayoral (Villaviciosa de Odón, 1986).
Hace unos días se prendió la mecha de las redes gracias al chispazo del periodista J. A. Aunión en El País; redes que terminaron explosionando en un clamor casi unánime: el hecho de que la literatura hispanoamericana haya desaparecido del temario del bachillerato supone un escarnio para el sistema y un agravio para los alumnos.
Me sumergí hace unos días en la lectura de La hija de la española, esa novela de la que todo el mundo habla y a la que ya acompaña el éxito aun sin haber echado a andar. Este triunfo en la prepublicación se explica desde muchos puntos de vista: la fiabilidad de su autora, Karina Sainz, a quien cualquiera que tenga metido los pies mínimamente en el barro del periodismo literario ya imaginaría siendo la gran novelista que ahora es; una sinopsis que deja a uno clavado sobre la cubierta del libro sin armas para negar su compra; el desarrollo de dicho argumento, muy rápido en su explosión, sin tiempo para medias tintas (de hecho, si he de ponerle algún pero a la novela es también ése: echo en falta cien paginillas más); y un contexto político y social que acompaña a la mímesis contextual que Karina dispone. Todo ello, claro, haría que hasta un ciego invirtiera en un producto editorial así.
El pasado domingo me encontré con unas declaraciones de Pablo Casado, creo que en el fragor de una suerte de mitin, en las que en un momento dado soltó algo parecido a: «y entonces me acuerdo del ingenioso hidalgo cuando dijo aquello: ladran, luego cabalgamos». Cualquiera que haya escarbado mínimamente fuera del imaginario popular sabe que esa frase no aparece en ninguna de las dos partes del Quijote. Más difícil es saber de dónde sale, aunque la creencia general es que aparece por primera vez en unos versos de Goethe. Mi tesis es que probablemente se tratase de algún refrán que es de todos y no es de nadie, de esos que los bardos de uno y otro lado recogen en sus distintas composiciones por simple sabiduría folclórica. Tanto da.
Para conmemorar el 80 aniversario de la muerte de Antonio Machado hablamos con un grupo de poetas, escritores y lectores atentos. Algunos siguen leyendo a Machado, otros se distanciaron, pero todos ellos saben, como sabía Juan de Mairena, que los maestros enseñan bien.
Esta semana se ha conocido el cierre de dos librerías de reconocido prestigio: por un lado, la aragonesa «Los portadores de sueños», que no pudo aguantar el tirón de las nuevas tecnologías; por otro, la librería «Nicolás Moya», la más antigua de Madrid, que tampoco pudo resistir más y colgó el horrendo «Liquidación por cese de actividad».
Me reconozco un reaccionario de las letras, una suerte de espectador inmovilista frente a los diferentes tsunamis que se abalanzan sobre un mundo, el literario, que quizás crio polilla durante demasiado tiempo.
Dicha noticia reza que, por lo visto, en Islandia es tradición que tras la cena de Nochebuena los familiares se regalen unos a otros diversos libros, para pasar después el resto de la noche leyendo en compañía con una taza de chocolate caliente al regazo. Esta tradición se llama, siempre según el viral rumor, Jólabókaflód, y afirma el embajador islandés que carga con el 70% del gasto anual en libros de la isla.
Como toda noticia con tono circense que se precie, tardó pocas horas en recorrer el espinazo de las distintas redes sociales. Llegó a mí cuando la noche ya caía, y no pude por menos que estremecerme al ojearla: el gobierno de Navarra culpaba de «promover el machismo» a ciertas canciones firmadas por, entre otros, Amaral, El canto del loco, Shakira o Nena Daconte. Pero la pesadilla siempre puede ir a más: el absurdo credo llegaba al ámbito escolar, y lo hacía dentro del caballo de Troya del programa Skolae, que persigue la igualdad dentro de los distintos ámbitos del sistema educativo. Es decir, la medida apuntaba directamente a la línea de flotación de nuestra sociedad, es decir, a la vilipendiada educación, y se centraba en el sujeto más vulnerable y a la vez esperanzador dentro de la misma: los niños. Todo un cuadro, vamos. Entonces, la primera pregunta que me vino a la mente fue: ¿Es Sin ti no soy nada, de Amaral, una canción machista? Y la respuesta, tras darle varias vueltas a la letra de la canción, fue de lo más inquietante: no tengo ni idea.
Aitana ha escrito un libro. Sí, llevo unos días dándole vueltas al verbo con el que habría de titular este texto: Aitana ha publicado un libro, Aitana ha firmado un libro, Aitana ha patrocinado un libro, Aitana ha prestado su imagen para un libro…
Para este Halloween decidimos preguntarle a ocho escritores un libro que les haya quitado el sueño por la noche. Aquí la lista para valientes.
Pues sí, han salido las clásicas estadísticas del ministerio de Cultura que nadie lee sobre la edición de libros y parece que la noticia es clara: el libro de papel todavía no ha muerto. Los augurios que desde hace décadas vaticinan que el lector abandonará el papel en favor de la pantalla electrónica siguen manchándose de barro las perneras. De hecho, según este estudio la producción de libros físicos ha subido un 1.2 %, dato que no debería corresponder a un soporte que según todos los gurús se hunde sin remedio.
Ocurrió en Lagunillas, un barrio de Málaga, pero podría haber ocurrido en cualquier otra parte, porque no hay esquina o rincón que escape ya a la «neocensura».
El otro día me ventilé de una sentada el nuevo libro de Nacho Carretero, que tiene por título En el corredor de la muerte y que ha sido editado por Espasa. Se trata de otro éxito (me atrevo a augurarlo) del reportero que ya colocó su anterior investigación, Fariña, en los estantes de media España. Una vez más Nacho ha encontrado el tema, el tono y los argumentos para tratar un episodio de lo más conflictivo: el español Pablo Ibar fue condenado a muerte en Florida tras ser acusado de triple asesinato, pese a que las pruebas no resultaron nada concluyentes y pese a que el juicio estuvo plagado de irregularidades. Por suerte, se revisó la condena y ahora Ibar afronta un nuevo juicio que dará comienzo en octubre y al que todos los lectores de este libro estaremos enganchados como el que se enfrenta a una especie de epílogo para la obra.
Me desperté el lunes con una de esas noticias cuyo titular obliga a frotarte los ojos primero, y a comprobar si en el link aparece o no el sello de El Mundo Today después. Dicha cabecera rezaba así: «La capital de Nueva Jersey proclama el 5 de junio como Día de Federico García Lorca».
La soledad es una de esas materias literarias sobre las que una narración crece sana y robusta, sea en género novela, poesía, teatro o cine. Lo pensaba el otro día al leer que este agosto se cumplen quince años del estreno de la que quizás pase por ser la oda a la soledad más perfecta que nos ha legado el séptimo arte: «Lost in translation».
Así que no, señora ministra, el lenguaje no puede ser inclusivo. Cúrrese usted un sistema educativo que destierre la lacra del machismo de esta sociedad que habitamos, y verá que rápido registran el cambio los señores académicos.
A mi amiga Carlota le diagnosticaron cáncer de mama hace unas semanas, con treinta y un años. Comienza su particular camino a través de la enfermedad, del que no me cabe duda que saldrá reforzada y feliz. Por desgracia, me he enterado de la historia por esa arma cargada de nostalgia que son las redes sociales, y ni siquiera por ese medio tan impersonal he tenido el arrojo para animarla en su travesía. Pero más allá de este detalle intrascendente, lo que más me gusta de las fotos que deja que observemos es que afronta este camino consciente del punto en que se encuentra. Este detalle sí es trascendente, diría que es incluso vital: el desconocimiento implica miedo, y es evidente, lo sé porque los años me han enseñado a detectárselo, que ella observa con valentía el futuro que le ha tocado lidiar.
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