Una vacuna para todos los virus
«Es hora de preguntar a los expertos, los poetas. Una raza de hombres y mujeres curtidos en esto de permanecer aislados. Ellos llevan siglos metidos en habitaciones estrechas para defenderse de otros virus»
«Es hora de preguntar a los expertos, los poetas. Una raza de hombres y mujeres curtidos en esto de permanecer aislados. Ellos llevan siglos metidos en habitaciones estrechas para defenderse de otros virus»
«La precisión y la claridad son las claves para que un texto sea correcto»
«Se habla mucho del miedo a la hoja en blanco, pero lo temible es la página escrita»
Recopilamos diez consejos para mejorar la escritura y sentar las bases para afrontar con garantías el reto de perfeccionar la caligrafía
«Más que la escritura, la reescritura evidencia la inclinación del corazón hacia lo simple»
«El cristianismo introdujo también una discontinuidad radical que ha afectado desde entonces a la constitución política de cualquier cuerpo social»
A Camilo José Cela, que recibió la noticia del premio Nobel un 19 de octubre de hace 30 años, se le recuerda como escritor de novelas y relatos y casi se desconoce su obra poética
Los jóvenes presentan las tasas de participación cultural más altas prácticamente en todos los ámbitos culturales
«Los libros ahora llegan con mayor fluidez a las gentes llanas, entre las cuales apenas queda ya analfabetismo»
«Sin duda, el maoismo interesó mucho a intelectuales como Ricardo Piglia y a otros como Roland Barthes que hizo un viaje similar al de Piglia en la primavera de 1974»
El autor de ‘La utilidad del deseo’ recibirá este prestigioso reconocimiento el próximo 10 de octubre en el Museo Lázaro Galdiano
«Los tangos, como los matrimonios, son algo que uno tiene que bailar hasta el final»
«El mundo y la historia tienen la capacidad de triturar al individuo, pero este no ha de darles la victoria de antemano»
En sus pasos previos al gabinete de Cultura en Guinea Ecuatorial, se convirtió en Secretaria de Estado de Cultura (2009-2012) y Directora General de Bibliotecas y Museos (2008-2009), pero fue en octubre de 2017 que llegó a ocupar el puesto más importante de su vida: ser madre.
Algo que ciertamente no se nombra con la palabra azar, sino con la palabra amistad, hizo que en el último tramo de mis lecturas de 2018 hubiese tres auténticas delicias. Tres libros elegantes, vitales y fecundos, con su puntito de melancolía, que es la señal de la alegría que va en la corriente del tiempo:
Este año nos ha regalado muchos libros maravillosos. Varios de ellos han venido a lomos de Libros del Asteroide, esa editorial que es fuente de alegría y de pesar: alegría entre las manos y pesar en la billetera.
¿Se nace o se hace? ¿Es el talento como la rosa, que solo puede ser rosa si nace del rosal? ¿Qué es exactamente el talento? A veces decimos eso de tal o cual tiene mucho talento para la escritura y no nos paramos a ver de dónde parte ese talento, pues lo percibimos como algo que ya ha sucedido, un todo, sin desgranar sus ingredientes.
Siempre ha sido así: se me hace costoso, y hasta frustrante, materializar mis interioridades, volcarlas hacia fuera. Y es que en el caso del tímido este cisma tan humano —el de los dos hombres: el privado y el público— es abismal, mucho más lacerante.
Diez años dan para mucho. En ese tiempo puedes, por ejemplo, cumplir el propósito de algún año nuevo y dejar el tabaco. Si eres novelista, por ejemplo, puedes recorrer España bajo el pretexto de visitar catedrales y escribir dos libros imperiales que sirvan como termómetro de un país que cambia sin parar. Una década da para mucho. Julio Llamazares acaba de publicar Las rosas del sur con Alfaguara, la continuación de Las rosas de piedra (2008), un proyecto que comenzó incluso antes: hace 17 años.
Que lo que llamamos ultraderecha obtenga un apoyo relevante, mayoritario incluso, es muy complicado. El final de la II Guerra Mundial introdujo un nuevo catálogo de tabúes, entre los cuales se incluyen sus temas favoritos, como la raza, o el interés nacional por encima de todo.
El que acepta que este mundo que vivimos no está hecho de unos y de ceros, que su dimensión más real no es la de que describen los científicos o enciclopédicos, sino precisamente la espiritual, aquella hecha de historias (humanas, personales, universales) y metáforas y sensaciones.
Recorro estos días paisajes lunares. Cañones, valles desérticos, nombres evocadores que aparecen en el mapa cuya realidad está alejada de la evocación que promete su nombre. A través de las ventanas del coche, que siempre se dirige hacia una misma dirección –como si hubiera un tesoro encerrado en esa “x” imaginaria a la que me aproximo–, observo cómo la luz va cambiando y cómo los paisajes parecen siempre distintos en su infinita sucesión.
Luis Alberto Machado tenía una letra difícil. No era ilegible pero sí exigente. Así también era la Venezuela en la que murió el 14 de junio del año pasado.
En un tiempo lejano, ya oculto por la telaraña de la desmemoria, cualidades como la templanza, la prudencia, el respeto, la discreción o la lealtad se consideraban valores a elogiar, defender e imitar en el ejercicio de la política. Son cualidades antiguas, valores de ese lento y parsimonioso mundo de ayer en el que todo era sólido y seguro.
Rosa Montero presenta Nosotras. Historias de mujeres y algo más, una reedición y ampliación de historias de mujeres que merecen estar en la historia.
Los escritores recibimos con cierta regularidad esta pregunta: «¿Cuánto hay de realidad en lo que escribes?». Tanto lo he analizado, desde todos los puntos de vista, que se ha convertido en mi obsesión. Ya saben, los escritores, dicen, tienen una obsesión y en realidad, todas sus novelas van del mismo asunto. La mía es esa. ¿Qué hay de verdad aquí? Pero en contra de lo que la mayoría de la gente opina, no me refiero a qué hay de verdad en mis ficciones, sino a todo lo contrario. Lo que yo me pregunto es qué hay de verdad en mi realidad.
Se cumple este año un cuarto de siglo de la muerte de Juan Benet, el ingeniero de Caminos que ha pasado a la historia como uno de los escritores más importantes e influyentes de la segunda mitad del convulso siglo XX en España.
De la conveniencia de la ficción
Fundéu ha elegido doce palabras que definen el año que está al cabo de transir. El canon dice que el uso crea nuevas palabras para designar realidades también nuevas. Pero en muchas ocasiones lo que vemos es lo contrario: palabras sin más realidad que la voluntad de alguien de crear una realidad nueva. Veamos las palabras que ha elegido la fundación.
El escritor español Andrés Barba ha sido el ganador del XXXV Premio Herralde de novela, dotado con 18.000 euros, con su obra ‘República luminosa’ (presentada bajo el seudónimo de Thomas de Quincey). El argentino Diego Vecchio, con ‘La extinción de las especies’, ha quedado finalista. El ganador se ha impuesto entre las cinco novelas finalistas de las 626 presentadas al galardón, ha anunciado la editorial Anagrama.
El 28 de octubre de 1999 se despedía para siempre uno de los grandes poetas de la Generación del 27 y de España, Rafael Alberti. Entre sus grandes hazañas, además de haber llenado con sus versos las páginas más importantes de la poesía contemporánea, también está la de colaborar en la evacuación de los fondos del Museo del Prado para evitar la destrucción del patrimonio español por los bombardeos de los sublevados.
Esto de que quieran ahora ‘animar’ la Cuesta de Moyano no me hace mucha gracia, la verdad. Las ciudades han de tener también un sitio para el desánimo, y en Madrid la Cuesta de Moyano cumplía estupendamente la función.
Es encantador el modo en que estos aprendices de hombre se escudan tras su propia escritura al tiempo que la muestran –un poco en esto como el torero con la capa roja.
Hola, me llamo capitán Nemo y soy grafomaníaco. Llevo más de 7 horas sin coger un bolígrafo. Hoy a las 9:33 de la mañana dejé de escribir. He venido aquí para poner punto final a esta condena infinita de la letra escrita. He sido capaz de escapar de la escritura y a la caligrafía. Soy miembro de la parte de La Résistance. Son 7 horas seguidas sin anotar nada. Sin esclavitud. Ni una palabra, ni una cita. Nada. Todavía siento ganas de sentir con mis dedos el tacto singular de mi moleskine. Echo de menos el tejido lineal de la caligrafía. No solo eso. Durante 7 largas horas no he tomado una fotografía. Nada de nada. Ni un selfie. No me he grabado ni siquiera para editar un recordatorio en el smartphone. Me aguanto las ganas de entrar a ese Bosque Sagrado que es Twitter y abandono el teclado. No escribo versos medidos ni comedidos. Hoy son las 16:16 del día 16 del mes 16 del año 16. No es fácil. Lo suponía. Lo estoy pasando mal. Me cuesta resistir. Un extranjero como yo, de insigne apellido, oh, Dios, no aguanto más y lo suelto. Recuerde conmigo al hijo aquel de Salamanca, Torres Villarroel, hijo de librero e ilustre poeta ilustrado, aunque bien parecido a aquel, sabrá ya, que yo no soy él. Don Diego fue lector de libros antiguos y rimador que escribió en el siglo diecisiete, lo que me recuerda que son ya más de siete horas, más de siete, las horas que llevo yo sin probar la textura del roce del pincel de tinta negra sobre el cándido papel.
En la era en que la palabra bien escrita y el telefonazo para charlar con los amigos han sido sustituidos por el rápido SMS, es probable que suenen a superfluas las viejas reglas que distinguían a la persona educada de la que no
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