Escritura

Simon Leys, o el arte de no equivocarse

Simon Leys, o el arte de no equivocarse

«Leys puso al servicio de todas ellas su acerada y amena pluma en un sinfín de obras a cuál más esclarecedora, destacando como precursor en la denuncia de los horrores del comunismo, en particular de la Revolución cultural china de Mao Zedong de los años sesenta (‘Los trajes nuevos del Emperador’, Tusquets), razón por la cual firmó el libro con el pseudónimo por el que le conocemos»

Máster de edición

Máster de edición

«Así, nota tras nota, te harás respetar, pese a que el dinero, poderoso caballero, nunca podrás invertirlo en anticipos descabellados y por ello algunos, más pronto o más tarde, te abandonarán»

¿Hablamos del presupuesto?

¿Hablamos del presupuesto?

«Debo también, en esas ocasiones en las que accedo y acepto la invitación, recodar lo que es de uno. Para decir como Machado, “a mi trabajo acudo, con mi dinero pago”. Lo siento si alguien piensa que es mala educación, pero ¿hablamos del presupuesto?»

Tres delicias

Tres delicias

Algo que ciertamente no se nombra con la palabra azar, sino con la palabra amistad, hizo que en el último tramo de mis lecturas de 2018 hubiese tres auténticas delicias. Tres libros elegantes, vitales y fecundos, con su puntito de melancolía, que es la señal de la alegría que va en la corriente del tiempo:

Amar la espera

Amar la espera

Este año nos ha regalado muchos libros maravillosos. Varios de ellos han venido a lomos de Libros del Asteroide, esa editorial que es fuente de alegría y de pesar: alegría entre las manos y pesar en la billetera.

Cómo tener talento

Cómo tener talento

¿Se nace o se hace? ¿Es el talento como la rosa, que solo puede ser rosa si nace del rosal? ¿Qué es exactamente el talento? A veces decimos eso de tal o cual tiene mucho talento para la escritura y no nos paramos a ver de dónde parte ese talento, pues lo percibimos como algo que ya ha sucedido, un todo, sin desgranar sus ingredientes.

La maldición del tímido

La maldición del tímido

Siempre ha sido así: se me hace costoso, y hasta frustrante, materializar mis interioridades, volcarlas hacia fuera. Y es que en el caso del tímido este cisma tan humano —el de los dos hombres: el privado y el público— es abismal, mucho más lacerante.

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