Una vecina del barrio de Jadra aseguró a France Presse que “no hay agua; la que bebemos es del pozo, es muy salada y la tenemos que hervir antes”. Hussam al Abar, miembro del consejo de la provincia de Nínive, afirmó a la agencia Reuters que en un distrito del este de la ciudad, uno de los 15 afectados, una conducción de agua resultó cortada durante la batalla y que “los equipos de mantenimiento no pueden llegar allí porque está en una zona donde siguen los combates”. Se cree que en la ciudad permanecen alrededor de un millón y medio de personas. Unas 74.000 han conseguido salir, pero la mayoría se refugia en campos de desplazados que no están suficientemente atendidos por las agencias humanitarias. Lo más dramático de la situación es que la poca ayuda que puede llegar es destruida por los yihadistas. Las autoridades iraquíes están acercando agua cada día en 70 camiones cisterna desde unos 35 kilómetros de distancia, pero es insuficiente, ya que el Estado Islámico ha atacado algunos de esos vehículos. En cuanto a la situación en el campo de batalla, fuentes militares citadas por Iraqui News afirman que tropas de Estados Unidos se han unido a las del ejército iraquí en el este de Mosul y participan en los combates para romper la resistencia de los yihadistas y llegar al río Tigris, que divide la ciudad.