«La gran transformación que tanto se desea tendría lugar si este encuentro repentino con la muerte nos volviera menos soberbios»
«Los sanitarios se han convertido en el testimonio (no el único de estos días, por supuesto) de la ética del cuidado»
Los auténticos héroes están escondidos entre la multitud. Aparecen cuando menos les esperas. O cuando les necesitas, si prescindimos del siempre dudoso azar. El sábado pasado llovía sin descanso en Bilbao. Las ciudades deben visitarse en su estado natural y Bilbao merece la lluvia. Desde años atrás deseaba ascender por la ría hasta el puente colgante y atisbar, sin intentar comprender, las míticas distancias entre el margen derecho, dominado por la universidad de Deusto y por los núcleos residenciales de la burguesía y la aristocracia vasca, y el izquierdo, donde han recalado los emigrantes desde los inicios de la industrialización.
La juventud es el espejo universal ante el cual la humanidad decide verse cuando quiere verse bonita
Fui a ver Capitana Marvel sin prejuicios ni grandes expectativas. Tenía palomitas, regaliz y una niña de casi cinco años a mi lado que estaba deseando descubrir por qué tenía rayos en las manos la chica rubia del cartel que veíamos cada tarde al volver del cole.
En la madrugada del 14 de abril de 1912, Benjamin Guggenheim —quinto hijo del magnate Meyer Guggenheim— murió en el naufragio del Titanic. Como pasajero de primera clase y hombre de gran notoriedad, Ben tuvo ocasión de subir a uno de los escasos botes salvavidas. Sin embargo, llegado el momento, dio un paso atrás y le dijo a su acompañante, la cantante Léontine Aubart: “Recuerda que ninguna mujer quedó a bordo porque Ben Guggenheim fuera un cobarde”. Se despidió de ella, pidió un brandy, y se hundió con la nave.
Una de las muchas virtudes de Dunkerque ha sido la de mostrar el despliegue de un esfuerzo colectivo, sustentado en unas instituciones sólidas que apenas se mencionan pero están ahí (esa lista de “barcos de recreo requisables”) y un liderazgo político y militar que sabe utilizar todo eso al servicio de una causa noble. En este sentido, la película de Christopher Nolan va a contracorriente de algunas de sus propias películas, como Batman, donde la lucha entre el bien y el mal se personifican en héroes o villanos de los que depende la salvación del mundo. Los tráiler previos en la sesión a la que asistí fueron bastante elocuentes: el primero, sobre la adaptación de la novela de Stephen King La torre oscura, donde Idris Elba tiene que salvar la tierra del malvado que interpreta Matthew McConaughey, mientras los habitantes del planeta esperan pasivos e ignorantes el desenlace de esa lucha; el segundo, la nueva saga del Spiderman youtuber, donde el remozado Peter Parker tendrá que seguir echando redes de balcón en balcón por nosotros, para preocupación de su pobre tía.
La receta nada sencilla para pasar a la Historia de las grandes hazañas es tener un antihéroe poderoso y temido, un final preferiblemente trágico y una historia de superación detrás.