«En Los dos papas planea, claro está, la corrupción y la pederastia atávica de estos señores disfrazados de santos que se comportan como el mismísimo diablo»
La llegada del progresista papa Francisco creó las expectativas de que la visión de la Iglesia respecto a la homosexualidad cambiaría, pero ¿ha sido así?
En los días pasados ha tenido lugar en Roma una cumbre de presidentes de conferencias episcopales, para abordar la lucha contra los abusos a menores. Al menos desde hace unos quince años, parte del diagnóstico y de las soluciones son evidentes. Otra cosa es que se actúe en consecuencia, y que cambie la cultura dentro de la Iglesia, especialmente en los países con menos recursos y de culturas menos favorables al rigor institucional.
¿Por qué el Brexit nos hunde en una profunda perplejidad? Porque todavía sabemos muy poco de él. Por eso nos intriga. Y acaso nos fascina. El Brexit es un fenómeno que no nos dio tiempo a entender. El drama del Brexit, al contrario que por ejemplo fenómenos políticos como el socialismo, el fascismo o los movimientos populistas actuales, es que es inquietantemente transversal. No viene precedido por un libro o manifiesto que presente esta idea, carece de un evento fundacional que nos dé la voz de alarma y ni siquiera está localizado en una zona geográfica concreta o confinado a una clase social. Tan sólo el minúsculo y ya desahuciado, United Kingdom Independence Party (UKIP) hacía de heraldo de tal movimiento.
La pasada primavera respiramos con nostalgia el aire fresco de aquel mayo del 68. Hemos recordado la liberación sexual, la imaginación al poder, el derribo de los ídolos autoritarios y el prohibido prohibir, el movimiento ecologista, la pulsión anti-tecnocrática. El balance –se ha escrito- es ambivalente. Pero no ha sido ese el único 50 aniversario […]
La tradicional gestión de los casos de pederastia dentro de la Iglesia católica ha ocasionado los graves problemas de credibilidad a los que se enfrenta a cada paso la institución.
La muerte de José María Setién, el obispo de ETA, me ha pillado leyendo el Eclesiastés, el libro de la Biblia que dice: «Vanidad de vanidades y todo es vanidad». Ahora también él descansa, sobre todo de sí mismo y de su miseria. Su gran suerte es que no existe su Dios y no deberá rendirle cuentas. La Nada le absuelve, como nos absolverá a todos. En la Tierra deja, eso sí, una memoria pestífera.
El Papa Francisco ha sugerido, en una intervención en un canal italiano de televisión, que sería conveniente un cambio en la versión inglesa de la oración del Padrenuestro; concretamente, en el versículo que en español dice “Y no nos dejes caer en la tentación”. En francés, la frase tiene el mismo sentido que en español, pero en las versiones más difundidas y rezadas en el mundo anglosajón dice “lead us not into temptation” (no nos conduzcas a la tentación).
El mes pasado falleció Michael Novak en su casa de Washington. Era hasta aquel momento uno de los más importantes filósofos católicos vivos. Aun así, su deceso apenas ha tenido repercusión en esos mismos medios de comunicación que nos detallan incluso que el papa Francisco prefiere usar un Fiat antes que cualquier otro automóvil. ¿Por qué? Creo que en este caso no basta la explicación, bien útil en otros, de que la cultura católica se encuentre alejada de la cultura mainstream. O de que esta última se halle alejada de aquella, que tanto da. Tampoco se trata solo de que el periodismo de nuestros días se fije más en lo rimbombante que en lo sesudo. Creo que en este caso el relativo olvido que ha envuelto la muerte de Novak nos ilustra bien sobre una de las desventuras que traspasan la iglesia católica actual.