marxismo

Zizek

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Dejó dicho Jorge Semprún que el hecho político más relevante del siglo XX había sido el fracaso del comunismo. O, si se quiere, el fracaso de la praxis comunista tal como fue entendida en la Unión Soviética y sus distintos satélites, incluida la China de Mao. A su juicio, quedaba con ello demostrada la imposibilidad del colectivismo a gran escala. Y lo decía alguien que había creído fervientemente en esa posibilidad: un viejo feligrés de la religión política más exitosa de la modernidad. En La guerra ha terminado (1966), que escribió para su amigo Alain Resnais, Semprún vuelca su experiencia en la clandestinidad antifranquista y su distanciamiento del Partido Comunista que había abandonado en 1964. El protagonista, interpretado por Yves Montand, trata inútilmente de convencer a sus camaradas de que las así llamadas «condiciones objetivas» para la revolución no se daban ya en España y que, por tanto, era absurdo repartir folletos convocando una huelga general que no tendría lugar. Se adelantó a su tiempo: el PSOE no abandonaría formalmente el marxismo hasta 1974 y los noveaux philosophes que romperían con el marxismo todavía iban al colegio.

Gramsci y el misal de Podemos

Gramsci y el misal de Podemos

Benditos sean los aniversarios, pues ellos nos permiten coser recordar el pasado, e incluso coserlo con la más fulgurante actualidad. Así, las ocho décadas de la muerte de Antonio Gramsci, aunque no sea un guarismo muy redondo, nos cuadra con el fenómeno Podemos, que tanto debe a este cadáver enterrador del marxismo.

Marxismo en Navidad

Marxismo en Navidad

Beatriz Talegón habla de la avaricia que mueve el mundo. Hace bien al incluir un pecado en su argumento porque si no hablamos de teología poco podremos hablar de política.

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