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Los malos en la tele
Una de las grandes preguntas a las que se enfrenta el periodismo en la era de la posverdad es qué hacer con los malos: al informar sobre ellos se corre el riesgo de hacerles de altavoz. Por otro lado, interesan. El periodismo se hace la pregunta y trata de dar una respuesta a la vez que sucede y se enfrenta a eso (las reflexiones en torno a cómo tratar a los malos en los medios han ocupado casi lo mismo que los ejemplos mismos). Para un observador atento, el espectáculo es fascinante.
Occidente híbrido e impuro
Bannon ha desembarcado en Europa. Su retórica llama la atención por la épica que el antiguo mentor de Trump le pone a su misión de extender su particular forma de populismo reaccionario por estos lares. La Roma de Salvini no es la Normandía del régimen de Vichy, pero atendiendo a las declaraciones de sus partidarios, la importancia de su cometido no le parece inferior a la gesta que liberó de Hitler al continente. Al fin y al cabo, en su opinión se trata de salvar a Occidente de nuevo. Ahora los villanos serían los tecnócratas de Bruselas al servicio no se sabe bien qué, pero que estarían aliados con el gran capital y con gente interesada en diluir la raíz cristiana, romana y judía de Occidente abriendo las puertas a los bárbaros migrantes.
Banning Bannon
A principios de octubre se celebrará el Festival del New Yorker y lo hará sin la presencia de Steve Bannon. Ya sé que esto es parece como decir que según los organizadores no se espera la presencia de marcianos, pero no es lo mismo porque a Bannon el extraterrestre sí que lo habían invitado.
El amor sórdido de Salinger
J. D. Salinger tenía 30 años “pelados, acababa de salir de la veintena” cuando conoció a Jean Miller en la piscina de un hotel de Daytona Beach. Estaba leyendo ‘Cumbres borrascosas’ y un hombre vino a decirme: “¿Cómo está Heathcliff? ¿Cómo está Heathcliff?” —dice Miller en ‘Salinger’, la biografía que firman David Shields y Shane Salerno—. Me lo dijo no sé cuantas veces. […] Por fin me volví hacia él y le dije: “Heathcliff tiene problemas”.
Adolf Eichmann, un burócrata del Holocausto
Otto Adolf Eichmann había vivido una década de trabajos anodinos en Argentina bajo la protección de una identidad falsa cuando el Mossad, la mayor agencia de inteligencia israelí, irrumpió en territorio ajeno y logró sacarlo a la fuerza, violando todos los tratados internacionales y las leyes argentinas. Detrás del secuestro de este funcionario nazi, escondido en Sudamérica como tantos otros que nunca aparecieron y como otros tanto que lo hicieron con el tiempo, estaba el primer ministro de Israel, David Ben Gurion, quien creyó adecuado anteponer su sed de venganza a proceder en conveniencia con la Ley.
Drones sin alma
Al Qaeda cuestiona al líder al-Zawahiri y busca un nuevo sustituto, mientras que drones de EEUU matan a seis posibles candidatos. todo ello legitimado por Obama, el Nobel de la Paz?