El perdón es el gran tema de nuestro tiempo, aunque en la mayoría de los casos aparezca como una sutil sombra de las grandes polémicas que nos enfrentan. Y es que hablar de perdón es hacerlo también de identidad, de memoria o de justicia. Por su esencia y por sus múltiples aristas, nunca podemos referirnos en abstracto al acto del perdón.
Se ha sido muy injusto con Andrés Manuel López Obrador. Se le han recordado sus cuatro nombres españoles para pedirle que se mande la carta a sí mismo y que si tanto perdón espera que lo pida él.
Algo patético perdura en un hombre despojado de la majestad a la cual estaba acostumbrado. Tal vez sea ese atisbo de arrogancia, de desafío, al lejano eco de otros tiempos cuando era dueño y señor de su mundo.