La salida constante de pediatras, cirujanos, ortopedistas, neurólogos y otros especialistas han convertido a la isla en un oasis de profesionales médicos provocando listas de esperas de más de un año en casos extremos. Como el de Cedrik, un adolescente de 17 años que sufre esclerosis tuberosa, una enfermedad genética que puede causar tumores en el cerebro, riñones y otros órganos. «Uno se siente impotente. Eso es el no poder hacer nada y esperar a que llegue la fecha», cuenta a la agencia AP su madre Wanda Serrano, a la que le acaban de comunicar que su hijo tendrá que esperar 10 meses para ser atendido.
En los últimos años más de 200.000 personas han emigrado a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades y salarios, una fuga masiva de 230 personas por día. El número de doctores en Puerto Rico ha descendido de 14.000 a 9.000 en la última década, según la Asociación de Cirujanos de la isla. Esto se ha traducido en que una isla de 3,5 millones de habitantes sólo cuenta con dos urólogos pediátricos, un ortopedista especializado en tobillos y pies, un cardiólogo pediátrico y un puñado de genetistas y endocrinólogos. El desempleo, la falta de oportunidades, especialmente para los jóvenes, y la calidad de vida son los principales factores que están motivando esta fuga de cerebros, que no se limita al gremio médico, sino que en los últimos años Puerto Rico ha perdido a 17.000 ‘cerebros’ con un grado mayor que un diploma de escuela secundaria y cerca de 12.000 personas, incluyendo a gerentes, vendedores, trabajadores de la salud y educadores también han abandonado la isla, según el Instituto de Estadística de Puerto Rico.