En la foto de Baz Ratner observamos a un soldado israelí encendiendo un cigarrillo. No sabemos qué fuma. Alrededor suyo un tanque, unos colegas y la impedimenta al uso. El Ejército israelí va a reducir las sanciones a la soldadesca que sea castigada pecuniariamente por fumar marihuana o hachís durante sus permisos, hecho que hasta ahora se penalizaba severamente con hasta penas de dos meses de prisión. Pero van a seguir sancionando a quienes fumen porros de servicio. O sea, que creen que las guerras y los porros no son compatibles.
Hemos encontrado el talón de Aquiles de los miembros del grupo radical. Ser víctimas de mujeres soldado resulta ser su peor pesadilla. Huyen de las militares como si se tratara del mismo diablo.
El miedo nos convierte en víctimas. Ese sentido biológico que servía para alertarnos ante los riesgos se ha vuelto contra nosotros. Ya no existen en nuestra sociedad animales ante los que nos jugamos la vida para conseguir comida.
La tecnología militar casi siempre acaba llegando a los civiles. Tal vez esta portentosa pizza de aspecto discutible sea algún día igual de eficiente para alimentarnos como las sardinas en escabeche.