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La verdad como camino: el nuevo compromiso empresarial

La reputación no se construye con grandes frases; se construye con comportamientos repetidos

La verdad como camino: el nuevo compromiso empresarial

Pexels.

La comunicación responsable se ha convertido en una condición para que la sostenibilidad sea creíble. Las empresas vivimos un momento en el que la ciudadanía no solo observa: compara, pregunta y exige coherencia. Ya no basta con hacer las cosas bien; hay que poder explicarlas con claridad y sostenerlas en el tiempo con hechos. En un entorno donde la información circula a gran velocidad y la desconfianza puede crecer en cuestión de horas, la comunicación es mucho más que un escaparate: es un ejercicio de rendición de cuentas y, bien gestionada, una fuente de confianza.

Durante años, la sostenibilidad se contó como un relato inspirador, casi siempre proyectado hacia el futuro. Hoy el listón es distinto. Importa menos la promesa y más la transformación. Y esa transformación empieza por dentro: procesos, inversiones, cultura y decisiones. La sostenibilidad atraviesa áreas que antes se consideraban independientes y obliga a coordinar, anticipar riesgos y asegurar que lo que se comunica tiene respaldo en la actividad diaria. No nos podemos permitir mensajes desconectados de lo que hacemos. Comunicar con responsabilidad también implica reconocer avances parciales, explicar lo que aún queda por resolver y mantener una transparencia constante. La reputación no se construye con grandes frases; se construye con comportamientos repetidos.

La transparencia, de hecho, hace tiempo que dejó de ser un ideal para convertirse en una práctica cotidiana. Abrir procesos, explicar avances y reconocer límites forma parte del trabajo. Pero no hablamos de una transparencia «a toro pasado», cuando todo está cerrado y editado. Hablamos de una transparencia viva, que acompaña las decisiones, que admite matices y que no se agota en un informe anual. Esa es la que de verdad fortalece la confianza.

Ahora bien, comunicar responsablemente no es solo informar. La clave está en escuchar. Escuchar qué espera la sociedad de las empresas, qué preocupa al consumidor, qué piden los territorios en los que operamos o qué marcan las nuevas regulaciones que empujan la transición hacia modelos más sostenibles. Esa escucha activa permite leer el contexto con más precisión y ajustar decisiones desde la anticipación, no desde la reacción. También obliga a elegir mejor las palabras: cuando escuchas de verdad, entiendes qué mensajes sobran y cuáles son necesarios.

Esa escucha tiene otra consecuencia práctica: ayuda a detectar alianzas que aceleran el cambio. Hay retos que, abordados en solitario, se vuelven más lentos y caros. La colaboración permite compartir aprendizajes, sumar capacidades y escalar soluciones con más rapidez. En Pascual lo hemos comprobado con iniciativas como la colaboración de Bezoya con Gravity Wave para contribuir a la recogida de plásticos del mar, o acciones con Ecoembes orientadas a impulsar hábitos de economía circular acercando el mensaje a lo cotidiano, sin solemnidad y con utilidad.

Para nosotros, esta combinación de escucha y coherencia es especialmente relevante porque nuestra actividad nace en el entorno rural y se despliega a lo largo de una cadena de valor en la que participan ganaderos, proveedores, distribuidores y consumidores. Eso obliga a entender la sostenibilidad como un compromiso integral: bienestar animal, calidad nutricional, circularidad de envases, eficiencia industrial y desarrollo territorial. No se trata solo de cumplir estándares; se trata de contribuir al futuro de los lugares que nos han visto crecer.

Al final, ese es el propósito de la comunicación responsable: servir de puente entre la transformación interna y la expectativa social. Acompañar los cambios, explicarlos sin exagerar y darles sentido. La responsabilidad ya no es únicamente decir la verdad: es trabajar cada día para que esa verdad sea más sólida y verificable. Y no olvidemos que no hay virtud más eminente (también en Sostenibilidad) que «hacer sencillamente lo que tenemos que hacer».

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