Así es cómo los fabricantes chinos intentan engañar a España con mascarillas falsas
Con la demanda de mascarillas disparada, los vendedores buscando suministros por todas partes y el mercado repleto de amateurs y timadores, los fabricantes chinos lo tienen claro, es la hora de hacer dinero
Que la mayoría de fabricantes chinos son unos falsificadores de libro ya lo sabemos, de igual forma que sabemos que China no es un país para pardillos. O te andas con ojo, o te la cuelan. Y si eres confiado mejor comprar en otro mercado, porque esto forma parte de la cultura china y de su forma de ver el mundo. Tan solo hay que echar la vista atrás unos años y recordar las palabras del fundador del gigante asiático del comercio electrónico Alibaba, Jack Ma, quien allá por 2016 aseguraba en una entrevista que muchos de los productos falsificados de fabricación china son «de mejor calidad» que los artículos genuinos.
Con la crisis sanitaria del coronavirus[contexto id=»460724″] haciendo estragos en todo el mundo, los fabricantes chinos han vuelto a ver un filón multimillonario en las mascarillas. Obligatorias ya en varios países y necesarias en el mundo entero, son un negocio descomunal del que los chinos han sabido sacar rédito. Porque lo cierto es que no hay otro lugar donde comprar partidas de mascarillas por miles sin falta de acopio. En España hay empresas como Climax y MarcaPL que fabrican este producto, pero ante la enorme demanda se han visto claramente desbordadas.
Según los cálculos de Pekín, desde el 1 de marzo ha repartido por 70 países 3.860 millones de mascarillas, 37,5 millones de trajes de protección, unos 16.000 respiradores y cerca de 3 millones de kits de detección. –Estos son datos publicados en abril, por lo que las cifras ahora serán exponencialmente mayores–.
En España, el Gobierno ha repartido entre las CCAA y otros organismos 100.802.812 de mascarillas entre el 10 de marzo y hasta el 19 de mayo, según últimos datos publicados por el Ministerio de Sanidad.
Gobiernos, intermediarios y grandes empresarios se han lanzado a la selva china en busca de este producto como pardillos, porque se la han colado. Y hasta el fondo. Por todos es sabido las grandes partidas de mascarillas falsas que han llegado a España sin las certificaciones y características que marca la normativa. De esta forma, mascarillas que debían proteger entre un 95 y 98% lo hacían un escaso 12% en el mejor de los casos. Un escándalo más en tiempos de coronavirus para un Gobierno que se ha visto desbordado ante esta situación de pandemia.
La ética parece que haya dejado de tener valor incluso en el mercado del material sanitario. Así nos lo cuenta Marina –nombre ficticio a petición de la propia entrevistada–, responsable del departamento de Comercio Exterior de una empresa de suministros de EPIS. Marina conoce bien el mercado chino, ya son tres años lo que lleva trabajando mano a mano con ellos y asegura no haber visto jamás lo que está ocurriendo ahora: «En este momento todas las fábricas en China se dedican a hacer mascarillas. Nuestros proveedores de ropa nos llaman y nos ofrecen mascarillas. Compiten entre ellos y no hay tiempo ni dinero que perder. Algunos intentan falsificar los certificados para que todo sea más rápido, ganar más dinero y aprovechar la situación». La palabra en tiempos de pandemia parece que no tiene cabida.
El Ministerio de Sanidad permitió la fabricación «excepcional» de mascarillas sin marcado CE en un intento de asegurarse que habría tapabocas suficientes para profesionales sanitarios y para la sociedad. Aquí a los chinos les hicieron los ojos chiribitas. Un control menos de calidad que pasar. Los suyos propios eran falsificados y modificados poniendo en primera plana el lado oscuro de la dependencia que tenemos de la industria china y, sobre todo, de lo poco que la conocemos. «España y el resto de Europa tiene que acudir al mercado chino porque tienen gran cantidad de materia prima. Ellos se autoabastecen de todo, están logrando situarse como la primera potencia mundial. Sin embargo, cuando exportan, buscan la materia prima más barata o el tejido más malo que tengan y eso es lo que te ofrecen. Son copiadores natos y hay que andarse con ojo», señala Marina, quien nos informa que para que una mascarilla cumpla los requisitos deberá cumplir con la normativa EN149:2001 + A1:2009 CE.
«Antes, cuando hacíamos un pedido de EPIS inicialmente solo se pagaba un tanto por ciento, el resto justo antes de recibir los productos; ahora se debe pagar la totalidad del importe de primeras», agrega la relaciones internacionales, quien nos cuenta que en una ocasión recibió un importe de mascarillas con grapas que nunca hubiese pasado el sello CE.
El fenómeno ha irritado a varios países occidentales, que consideran inviable que Pekín permita este caos ante la mayor emergencia del siglo. De esta forma, China endureció sus propios controles y anunció que todos los productos «deben proporcionar documentación adicional cuando pasan por el despacho de aduanas», informó el Ministerio de Comercio chino. Así, la aduana de ese país ha paralizado la exportación de productos hasta que se presente un documento –en formato impreso o digital– que debe contener una declaración de que los productos han sido «registrados oficialmente en China y cumplen con los estándares de control de calidad de los respectivos destinos de exportación». ¿Y esto qué ha provocado? Pues un overbooking descomunal en las aduanas con su consecuente retraso de los pedidos a Europa.
De esta forma, con la demanda disparada, los vendedores buscando suministros por todas partes y el mercado repleto de amateurs y timadores, los fabricantes chinos lo tienen claro, es la hora de hacer dinero.