Carteles de San Isidro, un revelador paseo por la estética de cada época
Celebrando la fiesta más castiza de la capital, emprendemos un viaje histórico-estético a través de los carteles que en otro tiempo anunciaron la llegada de las Fiestas de San Isidro. Llegando a alcanzar en determinados momentos la categoría de arte, el cartel ha demostrado ser un medio de expresión vivo y trascendente ya no sólo en el ámbito publicitario, sino también en el campo de la historia de la estética, consiguiendo transmitir de forma precisa el gusto de cada momento.
¿Hasta qué punto la creatividad de cada época ejemplifica la idiosincrasia de un tiempo concreto?, ¿es posible viajar en el tiempo a través de imágenes inventadas?, ¿qué historias son capaces de contar los carteles de San Isidro sobre el pasado de Madrid?
Celebrando la fiesta más castiza de la capital, emprendemos un viaje histórico-estético a través de los carteles que en otro tiempo anunciaron la llegada de las Fiestas de San Isidro. Llegando a alcanzar en determinados momentos la categoría de arte, el cartel ha demostrado ser un medio de expresión vivo y trascendente, ya no sólo en el ámbito publicitario, sino también en el campo de la historia de la estética, consiguiendo transmitir de forma precisa el gusto general por determinadas formas y símbolos.
Como medio de comunicación de masas, el cartel nació para ser expuesto públicamente con el objetivo de comunicar un mensaje de forma clara y sencilla. Su naturaleza es efímera, nacen con un cometido ligado al tiempo concreto, los carteles se revelan también archivos de la memoria, recipientes en los que depositar elementos estéticos de aquel momento fugaz en el que cubrieron las calles. Su mensaje inmediato y pasajero se vuelve trascendente con el paso del tiempo, y al echar la vista atrás para disfrutar de su atractiva visión, el espectador es capaz de impregnarse de la esencia de una época sin necesidad de divagaciones.
Años 40
Tras la Guerra Civil que dividió al país, durante la cual la publicidad y el cartelismo adoptan un marcado sentimiento patriótico, caracterizado por la agresividad de los mensajes y el anonimato de sus creadores, San Isidro vuelve para poner la ínfima nota de color de la posguerra. En 1947 tiene lugar el primer concurso de carteles de San Isidro, aunque siempre bajo las premisas del régimen franquista, y son pocas las innovaciones permitidas. Sin embargo, hacia finales de la década, los diseños vintage, tan influenciados por los carteles franceses y los grabados tradicionales, parecen dar paso a lo que vendría la década posterior: el moderno diseño gráfico que poco a poco se aleja de la ilustración realista para dar cabida a líneas y formas más expresivas.
Años 50
En 1951 se incluye en el jurado que decide cuál será el cartel elegido para San Isidro a un representante de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y en las bases aparece como requisito indispensable que el cartel incluya la firma del autor. Con esto, los participantes empiezan a considerarse artistas, y no meros publicistas de eventos. En cuanto a la técnica, en 1953 se requiere que los creadores utilicen como máximo cuatro tintas, dando lugar a propuestas más limpias y directas. De la iconografía que se limitaba a imágenes del santo o chulapas, poco a poco se pasa a conceptos más abstractos una representación más libre.
Años 60
A partir de 1960 se produce el llamado milagro económico español, lo que convirtió a Madrid en una capital europea más cosmopolita y próspera. Empezaron a surgir los grandes rascacielos, la urbe empezó a experimentar un gran aumento de población proveniente de otras provincias y surgieron barrios en las afueras para dar cabida a los nuevos trabajadores. En 1960, el Oso y el Madroño se tiñen de dorado dando la bienvenida a los buenos tiempos, y en 1964, la nueva arquitectura de la urbe llena el tradicional organillo en una curiosa combinación.
Según avanza la década, en paralelo al verano del amor en San Francisco y la primavera de de París del 68, España se asoma a la influencia de los nuevos aires que soplan desde el extranjero, dentro de lo que permite el ahora algo más holgado corsé franquista. En 1969, la aureola de San Isidro muestra la típica tipografía de la época, presente en centenares de discos de rock, pero combinada con el catolicismo del patrón.
Años 70
Los últimos años del Franquismo están marcados por las ilustraciones de la época, sin grandes alardes creativos ni gráficos, pero apostando por los símbolos más castizos. Aún quedaban algunos años para la aparición estelar de naranjito, pero el oso y el gato presente en estos carteles bien podrían suponer sus antepasados.
Años 80
Llega la «Movida» y con ella, Madrid se desmelena. Alejándose de la sobriedad o el color de otras épocas, el cartel de San Isidro se convierte aquí en un ejemplo de libertad y originalidad acorde a la población de la urbe.
Años 90 y principios del siglo XXI
Llegamos a la actualidad, a la era de la tecnología y la globalización, a un Madrid convertido en gran europea que sin embargo no pierde ni un ápice de su singular personalidad.
¿Con cuál te quedas?
En 2018, la ilustradora Mercedes deBellard ha sido la encargada de diseñar los carteles de esta emblemática fiesta. El Ayuntamiento de Madrid ha querido alejarse este año de la tradición taurina que rodea a esta festividad, y los carteles dan una versión diferente de estos días festivos. La ilustradora ha querido abogar por un San Isidro «feminista y libre de maltrato animal». Por su parte, el Ayuntamiento habla de los carteles como «una explosión de primavera castiza».