¿Por qué leemos?¿Por qué hacemos listas? ¿Por qué celebramos el cambio de un año a otro si en el fondo le tenemos miedo a la muerte? Extraño, ¿verdad?
Este 2017 como muchos otros años hay cosas que celebrar y cosas por las que deprimirse, pero entendiendo que queremos obviar lo malo y lo feo, nos quedaremos con lo bueno: con las listas de cosas que nos deleitan, con esos libros que quizás tenemos amontonados o con esas recomendaciones que servirán para aumentar esa torre de títulos que deseamos leer el próximo año.
¿Qué leíste en 2017? Yo leí…
La narración no caduca, menos si es no ficción, término que todavía no tenemos mucha idea qué engloba porque algunos incluyen en él hasta la poesía. Sin embargo, más allá de las etiquetas o de las polémicas, esta lista incluye libros que motivan al cambio y que se salen de los Top Ventas tanto de España como de Latinoamérica.
Este año lo primero que llegó a mis manos fue La memoria secreta de las hojas de Hope Jahren (Paidós, 2017), un libro que se titula en inglés Lab Girl o, en perfecto castellano, “rata de laboratorio”; y eso es lo que te cuenta Jahren, quien no apela al discurso político sobre el porqué del cambio climático, pero sí te hace comprender cómo funcionan las plantas, esas que tienes justo frente a ti y que no ves. Esa empatía con el lector y las plantas cercanas es la mayor fortaleza del libro o la mejor promoción para querer a nuestro planeta.
Justo después de Jahren, compré Barcelona: Libro de los pasajes de Jorge Carrión (Galaxia Gutember, 2017). Leer este libro es aceptar que quizás nunca tendrás la memoria ni la paciencia para recorrer con lupa todos los pasajes de Barcelona, pero agradecerás su visión y buscarás compartirlo con aquellos que aman la ciudad condal. Es un libro para romper con los tópicos.
Otro que rompe con esquemas preestablecidos y en este caso con mitos es Había mucha neblina o humo o no sé qué de Cristina Rivera Garza (Random House, 2017), quien, a propósito de celebrarse los 100 años de Juan Rulfo, interpela su figura dentro de la argamasa identitaria mexicana. Un libro híbrido de gran interés porque sirve para entender las complejidades de un escritor de renombre y apreciar su lado humano; además deja entrever a la propia escritora y su admiración por el mito.
De Rivera Garza a Villoro. La utilidad del deseo (Anagrama, 2017), un libro para compartir entusiasmos literarios y entender cómo cambia nuestra lectura de la infancia a la madurez, una especie de autobiografía del propio Juan Villoro. La obra es un ensayo que emociona y saca suspiros por los clásicos leídos y que contribuye a mantener vivo el interés por esos autores de siempre que vale la pena leer.
El 2017 fue el año del destape feminista. Sí, por fin, nos escuchan y ahora las mujeres parecemos un banner de publicidad en Internet que no termina de irse de la página que deseas leer. Fue por eso que cayó en mis manos el libro de Jessa Crispin y su Por qué no soy feminista (Lince Ediciones, 2017), un ensayo que ha pasado bajo cuerda y que saca a relucir ideas que no son las que se proclaman todos los días, y que hace autocrítica al propio movimiento feminista liderado por blancas. Un nuevo manifiesto, quizás, para el 2018. Ojalá.
Hablemos de crónica latinoamericana
Desde Caparrós con la re-edición de su clásico Larga Distancia hasta La Balada de Rocky Rontal de Daniel Alarcón, Latinoamérica estuvo presente a través de la crónica, de esas narraciones que buscan contar realidades que no todos los días se pueden leer en los medios de comunicación.
La reedición de Larga Distancia (Malpaso, 2017) de Martín Caparrós es síntoma de que el género perdura en el tiempo como una especie de archivo histórico o una narración que podría funcionar como ficción. Esta serie de crónicas del escritor argentino se escribieron hace 25 años, antes de una crisis de refugiados en Europa o la llegada de Trump, en la que contaba cómo era el mundo antes de las redes sociales, de la conexión, del sentir que había muchísima más distancia entre naciones. Sin embargo, esta reedición tiene guiños con la contemporaneidad, nos recuerda que vivimos un ciclo que nos acerca al ahora, con relatos sobre dictadores, guerrillas o realidades que parecen ser camaleónicas, como una Moscú decadente, esa planteada por Caparrós en los años noventa.
Al igual que Larga Distancia, la editorial Punto Cero se lanza al camino de la reedición y publica, luego de 10 años, Se habla venezolano. Las crónicas recogidas en este libro pertenecen a textos de la revista Marcapasos , medio que decidió romper con la agenda política que signaba a los medios venezolanos, a ocho años de que Hugo Chávez hubiese alcanzado el poder. Doce crónicas que laten y que exudan realismo, historias de personajes pintorescos que 10 años después de su primera edición parecen de un país que no existe o, simplemente, que está pasando por uno de los periodos más crueles de su historia.
De Venezuela pasamos a las crónicas multiculturales de Daniel Alarcón. La Balada de Rocky Rontal (Estruendomudo, 2017), son relatos que poseen una sonoridad increíble y en los que se narran historias desde la realidad de los latinos en Estados Unidos o desde el machismo impulsado por la irresponsabilidad ética de los medios de comunicación peruanos. Crónicas con temas contemporáneos y radicales que expresan las vicisitudes de cualquier latinoamericano desde la intimidad.
Y para finalizar esta lista, Teoría y Práctica de La Habana de Rubén Gallo (Jus, 2017), una de las últimas novedades del año en la que el autor relata su experiencia durante seis meses, en la Cuba del post deshielo. Narraciones donde se indaga en la sexualidad cubana, en la realidad de los homosexuales, en esta actualidad tan diferente a la experimentada por Reinaldo Arenas. Narraciones que confrontan vivir desde la felicidad precaria o desde el desarraigo con la calidad de vida.
Más allá de esta lista de libros o de otras que pululan en los medios durante estos días finales del año, este 2018 regala libros, celebremos lo que perdura y hagamos que las narraciones se mantengan vivas a pesar de transitar en tiempos de Netflix.
