Absolutamente Heather: Matthew Weiner después de Mad Men
Heather logra ser un libro lo suficientemente entretenido como para llegar hasta el final, el debut literario del autor de una de las series más exitosas de los últimos tiempos no tiene comparaciones con sus creaciones precedentes.
A finales del año pasado Matthew Weiner, productor, creador y guionista de Mad Men, se aventuró a reafirmar su imagen como escritor/creativo publicando su primera novela: Absolutamente Heather. El libro, que entra en la categoría de ficción breve, es un relato directo y sobrio en donde la introspección de los personajes escasea y los diálogos brillantes y rítmicos de Mad Men quedaron atrás con el final de temporada de la serie en el 2015.
Escribir una novela es escasamente similar al proceso de escribir un guión de televisión, Weiner es conocido y casi venerado en la industria por su aproximación hacia la capitalización en los años 60 y su afinado retrato de la sociedad americana de ese entonces. Mad Men no era solo un reflejo de la industrialización de América sino una incisiva historia sobre la evolución de los medios de comunicación, la publicidad y los estereotipos como el del hombre de negocios o el ama de casa americana. Por otro lado, Heather, aunque con una trama análoga, carece de esa pieza que empodera el análisis y alteración de tabúes sociales.
También hay un antes y un después en la lectura del libro de Weiner, que podría haber permanecido en su record profesional como un debut poco ambicioso pero aceptable. Durante la gira de promoción de la novela, Weiner fue públicamente denunciado por una de sus co-escritoras en Mad Men, Kate Gordon, por acoso sexual. Esta acción encierra su nombre en una de las listas más desfavorecedoras de los últimos años para los grandes apellidos de Hollywood. Gordon, quien ganó un Emmy por coescribir un episodio de la serie con Weiner, lo inculpó de hacer comentarios degradantes en el trabajo y afirmarle que esta le debía al director el poder verla desnuda.
Con estas declaraciones y en medio de una gira promocional poco exitosa, la revisión crítica de su libro genera lecturas incongruentes, especialmente tras estrellarse con el movimiento contra el abuso sexual de las mujeres #MeToo.
Un cuadro familiar americano
En Heather hay una historia muy americana y sencilla en donde un hombre conoce a una mujer, se enamoran, tienen una hija y continúan con sus actividades diarias en medio de una acelerada Nueva York.
Mark y Karen Breakstone son una pareja neoyorkina corriente con una posición social acomodada y un apartamento y un carro que se adecuan a su status. Heather es la hija que llega a completar el cuadro familiar, una hermosa y sensitiva niña que se convierte en el nuevo universo de la pareja. Cuando Heather llega a la adolescencia y el matrimonio al tedio de la rutina, entra un nuevo personaje en la historia. Bobb es un hombre rodeado por la desidia de las drogas que intenta sobrevivir al ambiente abusivo y dependiente de su madre adicta. Las tendencias antisociales y hasta psicóticas de Bobb se transforman en una obsesión hacia Heather que es advertida por su padre, Mark. Las posibilidades de un desenlace en donde su hija sea la víctima hacen que Mark forje los límites de la normalidad para proteger a su familia.
Heather es el antítesis de Mad Men principalmente por la falta de complejidad de sus personajes, pero no por ello la novela carece de mérito, de hecho la verticalidad de sus páginas logran que sea una lectura rápida y entretenida. Por un lado Weiner escribe cada línea con una brevedad casi impresionante, y de no ser por lo abrupto de la narrativa ese equilibrio acelerado podría haber jugado a su favor.
Pero Heather, que retoza con el concepto de ninfa etérea y perfecta de personajes claves en esta literatura obsesiva como el de Lolita de Nabokov o Travesuras de una niña mala de Vargas Llosa, cae en un lugar común en donde el acto de objetivar a la mujer carece de moralejas finales.
Weiner ha dicho que la inspiración de la historia vino de un momento en Manhattan en el cual presenció una escena muy parecida a la que protagoniza Heather. Una hermosa y joven adolescente entrando en un elegante edificio del Upper East Side y una mirada perturbadora, colmada de sexo y violencia por parte de un trabajador de construcción que se encontraba en las cercanías. La pregunta que surgió de esta escena fue el qué pasaría si el padre hubiera advertido aquella peligrosa mirada del desconocido hacia su hija.
En este sentido Absolutamente Heather incluso le hace un guiño a los silencios de Mad Men, en donde el vacío y la superficialidad son una escalera hacia la abstracción de sus personajes. En donde las aproximaciones a sus desgracias y aciertos son sutiles pero efectivas; una especie de mirada silente a la vida de actores tan carismáticos como intrigantes. Sin embargo, en Heather no hay espacio para la superficialidad porque llegamos a conocer muy poco a los personajes como para etiquetarlos esa esfera.
En esta ocasión Weiner falla en hacer una declaración relevante de estereotipos como el de la madre necesitada, el padre distante y trabajador o la adolescente hermosa e incomprendida.
Y luego llegan las acusaciones que influyeron en la cancelación de presentaciones y eventos durante la gira del libro. Haciendo que una lectura de por sí escasa se relaciona inevitablemente con las psicologías sexistas que utiliza Weiner para dramatizar a sus personajes. Que por un lado resultan esclarecedoras en Mad Men, pero que se pueden quedar cortas en Absolutamente Heather.
La estructura de esta novela emerge de dos fantasías, los límites de protección paternal que puede llegar a cruzar un padre cuando es evidente que su hijo está en peligro, y una fantasía infantil sobre proteger el hogar del propio Weiner.
“No sé si esto es algo masculino, pero cuando era niño, solía tener esta fantasía sobre la gente irrumpiendo en la casa, y yo era la persona que lucharía contra el intruso”, dijo el productor a la revista GQ a quien también le aclara que “la historia no es sobre Heather como objeto. Se trata de cómo estas personas ubican en ella sus propios problemas, incluyendo a su madre. Las actitudes incongruentes en los padres de Heather, que piensan que pueden arreglar sus imperfecciones compitiendo por el afecto de su hija, hablan realmente de la locura de la objetivación. Esa mirada es más que una dinámica hombre / mujer. Se trata de la posesión. Heather es un personaje extremadamente independiente que los desafía siendo ella misma. Cuando entramos en su cabeza, ella no está pensando en nada en lo que estén pensando. Ella no lo sabe”.
Las fantasías son válidas, al igual que la aproximación de los personajes, y aunque todo es muy subjetivo y Heather logra ser un libro lo suficientemente entretenido como para llegar hasta el final, el debut literario del autor de una de las series más exitosas de los últimos tiempos no tiene comparaciones con sus creaciones precedentes.