'El linchamiento digital' o cómo las redes sociales se han convertido en un sálvese quien pueda
Las redes sociales han experimentado un crecimiento asombroso desde su nacimiento. Para que seamos conscientes de la magnitud, Facebook (fundado en 2004) cuenta con casi 2.200 millones de usuarios; YouTube (2005), 1.500 millones; Instagram (2010), 800 millones; Twitter (2006), 300 millones. Las cifras hablan por sí solas en un planeta, el nuestro, que está habitado por 7.500 millones de personas.
Las redes sociales han experimentado un crecimiento asombroso desde su nacimiento. Para que seamos conscientes de la magnitud, Facebook (fundado en 2004) cuenta con casi 2.200 millones de usuarios; YouTube (2005), 1.500 millones; Instagram (2010), 800 millones; Twitter (2006), 300 millones. Las cifras hablan por sí solas en un planeta, el nuestro, que está habitado por 7.500 millones de personas.
Llegaron con la promesa de conectar el mundo, de hacer posible la comunicación instantánea entre todos los rincones del globo. Pero al mismo tiempo que ha proporcionado esta posibilidad, ha labrado un campo de minas donde se producen persecuciones telemáticas, se alimenta la autocensura, se difunden noticias falsas y se dispara la difamación. Sobre esta cuestión se habló largo y tendido en el Congreso de Periodismo Cultural celebrado en abril en Santander, convocado por la Fundación Santillana junto al consistorio de la ciudad cántabra y el Centro Botín.
Las opiniones y lecturas extraídas de aquel evento, unidas a las opiniones articuladas por profesores universitarios, expertos en comunicación y periodistas de prestigio, dan forma a un libro –El linchamiento digital, editado por Jot Down Books– que analiza el complejo universo de las redes sociales no tanto con un ánimo victimista como de concienciación del medio que se transita. Aunque, si bien esto es cierto, algunas visiones son más pesimistas que otras.
“Una mirada panorámica al paisaje contemporáneo, un balance de los acontecimientos más destacados y un inventario de las novedades surgidas a lo largo de estos últimos años nos ayudarán a entender la pérfida influencia de las redes sociales en la transformación cultural del mundo”, manifestó Basilio Baltasar, editor y director de la Fundación Santillana Cultura. “Nadie hubiera dicho entonces que las redes sociales propiciarían el hostigamiento de los individuos molestos y ejecutarían su linchamiento digital, envenenando con una insólita furia tóxica el debate social y acelerando la ruina de ideas e instituciones con una pasmosa facilidad”.
Con esta misma sensibilidad se expresó Miriam Díaz, concejala de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Santander: “Las redes sociales han traído cosas malas. Las redes pueden orquestar el hostigamiento de los individuos y provocar la muerte civil, ejecutar verdaderos linchamientos digitales, imponer el desprestigio de ideas e instituciones y envenenar con su furia tóxica el debate social”.
En cambio, hay visiones que, aun conscientes de la velocidad con que fluyen las fake news y los asaltos dialécticos en la red, apuestan por un futuro esperanzador e inseparable de Instagram, Twitter o cualquier otra plataforma que esté por nacer. “Las redes sociales me han facilitado competir de tú a tú con medios grandes, cosa que hace veinte años no hubiese sido posible”, argumentó Paula Quinteros, directora de este periódico. “Las redes sociales, más allá de democratizar la información, una de las cosas que han hecho es permitirnos progresar como individuos, como periodistas o como empresarios”.
De igual modo, Leandro Pérez, director de la revista Zenda, encuentra más pros que contras y resta dramatismo a los vicios generados por las redes: “Linchar en las redes sociales me parece un peligro, como me parece un peligro que estemos resentidos con el teléfono, o con el fuego porque nos queme. Todos nos hemos quemado, pero aun así seguimos usando el fuego”.