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La M.O.D.A: "Este año es el primero que nos salen los números para vivir de la música"

La Maravillosa Orquesta del Alcohol no bebe alcohol los martes por la mañana. Nacho Mur (guitarra) pide una cerveza sin y Jacobo Naya (teclados, percusiones, banjo y guitarra) dobla la apuesta con un agua con gas para un mediodía en la plaza de la Luna de Madrid. Falta poco para que este grupo de talento meta a casi 15.000 personas en el Wizink Center y pongan punto y respiro a un año de música de locos, de giras oceánicas, de manta y carretera. Falta poco para que siete amigos de Burgos llenen el antiguo Palacio de los Deportes de Madrid con el 200% de la inmensidad de La M.O.D.A.

La M.O.D.A: «Este año es el primero que nos salen los números para vivir de la música»

La Maravillosa Orquesta del Alcohol no bebe alcohol los martes por la mañana. Nacho Mur (guitarra) pide una cerveza sin y Jacobo Naya (teclados, percusiones, banjo y guitarra) dobla la apuesta con un agua con gas para un mediodía en la plaza de la Luna de Madrid. Falta poco para que este grupo de siete amigos de Burgos meta a casi 15.000 personas en el Wizink Center y pongan punto y respiro a un año de música de locos, de giras oceánicas, de manta y carretera. Falta poco para que llenen el antiguo Palacio de los Deportes de Madrid con el 200% de la inmensidad de La M.O.D.A.

Ahora que está tan cerca el éxito; ahora que han sido cartel en 49 festivales de España y América en solo un año, que han triunfado desde en el Mad Cool, Arenal y Sonorama hasta en el Rock al parque de Bogotá; ahora que tienen seis discos y han grabado un EP con Steve Albini; ahora que después de ocho años cuadran las cuentas, ahora, parece más lejano el principio.

Pregunta.  ¿Cómo comienza La M.O.D.A?

Jacobo. David [voz] vuelve de un viaje en Dublín, de tocar en la calle y vuelve con la idea de hacer lo que ha visto allí, que es música acústica que puedas tocar en cualquier lado con ese nervio que tiene él al cantar. Empieza a reclutar a gente de su entorno: a Joselito que había tenido un grupo con él en Burgos, a Alvar que era cantante de un grupo de hardcore  y tocaba el saxofón cuando era joven, a Caleb con el que también tenía un grupo. De hecho el primer concierto de La M.O.D.A fue un concurso de bandas contra el grupo de Caleb. Todo fue en el entorno musical de amigos y conocidos de Burgos.

P. ¿En qué momento os dais cuenta de que podíais vivir de vuestra música? ¿Cuánto tarda en llegar?

J. Hasta este año. Este año ves que te salen los números, porque somos siete personas y llevamos a un equipo para las giras. Este año llega el punto en el que dices: “Hemos ganado X dinero y podemos, con un sueldo básico y sin ningún artificio, poder vivir de esto”.

P. ¿Y hasta entonces?

Nacho. Yo tocaba para más gente. Otros tenían otros trabajos, estudiaban o estudiaban y trabajaban… Y bueno, en los pocos huecos que nos quedan, seguimos haciendo cada uno nuestras cositas.

 

 

Cuando David, Jacobo, Nacho, Alvar, Caleb, Jorge Mariscal y Joselito Maravillas se suben al escenario se ponen de uniforme. Uno de pantalones negros y camiseta de tirantes blanca, uno que podría llevar cualquiera, uno elegido para que la imagen no importe, para que solo lo haga la música. En los conciertos de La M.O.D.A no hay trampa ni artificio, no hay bailarinas ni fuegos artificiales. «Nuestra apuesta es que lo importante son las canciones y las letras, que tienen una carga y una profundidad claves para que la gente sienta esa conexión con el grupo», cuenta Mur.

Las letras, que están escritas por David, siempre tienen una dualidad, dos dimensiones, cuentan orgullosos: la parte social de situaciones que compartimos la mayoría y la reflexión interior, de los miedos, las dudas que también sentimos la mayoría. «Es mirar hacia fuera, intentar entender lo que pasa en el mundo, y mirar hacia dentro lo que pasa dentro ti», explica el guitarrista. «También tiene parte de autocrítica, de la dualidad que hay entre lo que tú sientes y piensas y eres contra la que existe fuera y te trata de obligar a ser de una manera», añade Naya.

La letra de Altamira, una de las tres canciones de su último EP, 7:47 (Ni un minuto más), que grabaron en Chicago junto a Steve Albini —que ha producido a Nirvana, Pixies o The Cribs— tiene una importancia especial. «Ahí hablamos de cómo la libertad de expresión y artística está ahora completamente comprometida. No es una opinión, son cosas probadas: hay gente condenada por tuits y por canciones. Eso es un problema, porque puedo no estar de acuerdo con las cosas que han dicho y cómo las han dicho, pero tienen que poder decirlas. No puede ser que ahora se condene a gente por decir cosas cuando hace 30 años no pasaba. Es una regresión peligrosa. No solo en la música. Todo lo más conservador y reaccionario está avanzando peligrosamente. Nosotros desde el poder que tenemos, que es muy pequeño, intentamos decirlo», explica Mur.

 

 

P. Siempre habéis dicho que sois un grupo de gente muy sencilla, que no sabéis cómo se las arreglan los grupos «tochos». ¿Qué pasaría si de repente dais un petardazo y cambia todo: os reconocen por la calle, se empieza a seguir vuestra vida personal…?

N. No me lo he planteado porque no creo que haya mucho más pelotazo que el de ahora y lo que está pasando ya es bastante increíble. Además, lo bueno es que no cambia nada nuestro día a día. A nosotros no nos conoce nadie. Lo de la camiseta de tirantes y el uniforme al cantar tiene también eso: te quitas el uniforme y nadie te conoce. Nos pasa que tocamos en un concierto nuestro, nos quitamos la camiseta de tirantes, bajamos y nadie sabe quiénes somos. Y nos han estado viendo una hora. Hasta que alguien no te pide una foto, nadie se da cuenta de que eres tú.

P. ¿Eso os parece bien?

N. Increíble.

J. Maravilloso.

N. Igual hay gente que le afecta a su vanidad, pero a nosotros no. La música independiente con la que nosotros nos relacionamos tiene ya poco que ver con el rollo de superestrella del pop que había antes y que sí hay en otro tipo de sectores con los que nosotros no trabajamos. A lo mejor sí te conocen, pero nadie viene loco ahí a decirte nada. Nuestro día a día es de trabajo normal. O sea que no es que seamos buenas personas y por eso no se nos ha subido, es que no hay posibilidad de que se te suba. Es que la vida diaria es de cero glamour. Es un trabajo más, muy bonito porque estamos haciendo música, pero no hay nada de luces y neones en nuestro día.

P. No tenéis una valla publicitaria en Times Square, entonces.

J. Ni queremos (risas).

N. No es que nos hayan ofrecido tener una valla en Times Square, pero sí que hay decisiones que afectan a tu carrera, y nosotros preferimos ese rollo de perfil bajo, trabajadores y ya está. No queremos que sea otra cosa y que se nos vaya de las manos. Queremos controlar todo el proceso y por eso no tenemos discográfica.

 

 

P. Decíais que no os gusta del todo la industria musical. ¿En qué sentido? ¿Qué no os gusta?

N. Cómo funcionan ciertas cosas. Esto es una pasión que nos une a todos los que estamos dentro, todos los que hacemos música, pero también hay gente dentro que no hace música y para los que es un negocio. Y los negocios lo que buscan es generar dinero. Por eso tenemos la suerte de poder sacar nosotros nuestros discos y estamos en un momento increíble. No digo que todas las discográficas funcionen mal.

P. ¿A qué os referís exactamente?

N. La música tiene muchos tentáculos: por ejemplo, para sonar en ciertas radios hay que hacer ciertas cosas. Es un mundo muy ajeno al que estamos nosotros. Por eso hay este boom ahora de gente que se autoedita. Las discográficas antes tenían contratos leoninos, había mucho dinero y había mucha gente chupando del tarro. De lo que tú generabas hasta lo que te llegaba había 30 filtros. Nosotros queremos una empresa más familiar. La gente de nuestro equipo son amigos, de Burgos.

J. Es que nosotros funcionamos así. ¿Por qué el EP está editado solo en vinilo de 10 pulgadas en una cara? ¿Por qué sacamos tres canciones de repente que no tienen nada que ver con lo que estamos haciendo con lo fácil que era hacer algo parecido y hacer un EP de cinco, un vinilo de 10 y sacarlo en CD?

N. La gente nueva está viendo que la independencia es un nuevo camino de hacer las cosas y en ocasiones mejor.

J. Tampoco nos creemos un grupo contra la industria ni nada así.

N. No podemos pensar que somos unos okupas aquí al margen de la sociedad porque también pasamos por aros. Pero tratamos de hacerlo todo a nuestra manera, y decimos que no a muchas cosas. Nunca sabremos si es correcto o no, pero nos permite mucha libertad. Nadie opina y dice: «Oye esta canción no deberíais sacarla».

 

 

Gestionar un grupo de siete personas es como gestionar el viaje con un grupo de amigos, dicen. ¿Por qué sale bien? ·Por la música, que es lo que nos apasiona, y hace que todo encaje». En el recuerdo para quedarse siempre guardado les queda ya el BBK de 2013, las Joys de cuando grababan Todavía no ha salido la luna, el Sonorama de este año y el Rock al parque de Bogotá, cuando se esperaban a cuatro despistados y los recibieron con pogos y sus camisetas.

P. Del 1 al 10, ¿cómo los habéis pasado estos años en La M.O.D.A?

J. Le decía a nuestro manager hace ya mucho tiempo: “Luis se me van a acabar los sueños”. Cuando llegué a Madrid mi sueño era tocar en la sala Sol, donde tocamos tres noches seguidas. Pues habrá que tocar en la Riviera donde veo a grupos guiris, pues tocamos tres veces. Imagínate: si el otro día estábamos en México, en Monterrey y había cientos de personas gritando las canciones, gritando una parte en euskera. Pues claro, se te ponen los pelos de punta. Esto que está pasando aquí es fantasía. Un 10.

 

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