El ‘true crime’ que conmocionó Argentina: ‘El fiscal, la presidenta y el espía’
¿Mataron a Nisman? ¿Irán tuvo que ver en el atentado de la AMIA? ¿De qué es culpable Cristina Kirchner? Las respuestas en la nueva serie de Justin Webster
Justin Webster, director de las series documentales El pionero y Muerte en León, intentará resolver la muerte del fiscal Alberto Nisman y el papel que jugó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en esta “serie de no ficción” que debuta el 12 de enero a las 22.00 horas en Movistar Cine Doc&Roll.
Un fiscal que investiga un atentado acusa a la presidenta argentina de encubrir a los terroristas y conspirar con Irán. Cuatro días después, el 18 de enero de 2015, aparece muerto en el baño de su casa con un solo disparo en la cabeza. Aunque suene a ficción, esta es la historia detrás del rocambolesco fallecimiento del fiscal Alberto Nisman, un escándalo de proporciones internacionales que Justin Webster revisa en su última serie documental. O como él prefiere llamarlas, serie de no ficción. “Documental es una palabra que significa demasiadas cosas, es un poco indefinida. Con series de no ficción quiero poner más énfasis en la serie, en la narrativa, aunque siempre sea no ficción, porque lo contamos a través de los personajes”, señala el director.
El primer personaje de El fiscal, la presidenta y el espía, que Movistar Cine Doc&Roll estrena el 12 de enero a las 22.00 horas es el mencionado Nisman, encargado de esclarecer qué ocurrió en el atentado a la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), una tragedia que en 1994 dejó 85 muertos, más de 300 heridos y un proceso lleno de irregularidades. Tras más de una década investigando, el fiscal solicitó el procesamiento de la segunda protagonista de este relato: la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, acusada de encubrir a los terroristas, sospechosos de actuar de acuerdo con Irán. Pero pocas horas antes de testificar en una comisión de la Cámara de los Diputados para aclarar estas denuncias y habiendo presentado ante los tribunales una denuncia de 289 páginas, Nisman es hallado muerto.
“¿Se suicidó o le mataron? ¿Quién fue el responsable del atentado de la AMIA o, más bien, estuvo Irán involucrado? ¿Y de qué es culpable Cristina Kirchner? Hay respuestas o conclusiones bastante claras a estas tres preguntas para la gente que quiera verlas”, asegura Webster, que también advierte: “esta serie es una guerra contra las opiniones fáciles, así que yo quiero que los espectadores lleguen a sus conclusiones por sí mismos, como en un diálogo de Platón. Entonces, esas conclusiones no serán certezas. Tendrán diferentes grados de certezas. Y habrá preguntas que queden sin contestar”.
Después de recorrer la fascinante vida de Jesús Gil en El pionero y examinar el asesinato de la presidenta de presidenta de la Diputación Provincial de León, Isabel Carrasco, en Muerte en León, el estilo de los adictivos documentales de Webster consiste precisamente en retar al espectador. Cuestionar sus prejuicios, exigirle responsabilidades u obligarle, simplemente, a hacerse preguntas. “Si la gente es capaz de vivir pensando y con su propio criterio llegarán a las conclusiones más claras. Yo no te voy a decir qué tienes que pensar”, señala en este sentido.
En estos tiempos de posverdad y fake news parece haber resurgido el interés en las historias basadas en hechos reales y los documentales sobre errores judiciales y crímenes sin resolver. En lo que respecta al caso Nisman, una tormenta perfecta alimentada por las amarillistas informaciones de los medios de comunicación, Webster asegura que su intención con esta serie es “romper una lanza en favor de la verdad”. Y lo explica del siguiente modo: “La verdad tiene muy mala fama en el mundo hispano, pero actualmente también está en declive en el mundo británico y estadounidense. Es esencial creer en la posibilidad de la verdad y no dejar que el poder la defina. Un buen subtítulo podría ser: el peligro de que el poder convierta mentiras en verdad”, remata el cineasta inglés, que se sirve de su origen para revisar con una mirada limpia todos estos misterios.
“En general yo creo que es una ventaja ser marciano o, en este caso, extranjero. Pero luego tienes que ganarte la confianza de las personas con las que estás trabajando. En el caso de Nisman es casi necesario que sea alguien de fuera de Argentina quien intente hacer esta serie, simplemente porque hay tanta desconfianza en la verdad como concepto y en la gente en general, que es muy difícil extraerse de esto”, afirma Webster. “En un caso tan politizado y rodeado de miedo era muy importante que la gente creyera en nuestra independencia y que no estamos al servicio de ningún poder político o mediático”, continúa diciendo. Y hablando del terror que provocó la muerte del fiscal, aclara: “Experimentamos el ambiente de miedo generalizado del caso. Bastante gente se sentía amenazada hablando de este tema. Y muchos no querían discutirlo con nosotros. Dicho esto, nosotros nunca recibimos ninguna amenaza directa”.
La verdad detrás del ruido
Cuatro años de trabajo han cristalizado en los seis capítulos de El fiscal, la presidenta y el espía, en palabras de Webster, “una herramienta excavadora” capaz de afrontar un suceso tan complejo y polarizado. “El objetivo es esclarecer qué ocurrió, de modo que no se trata de equilibrar los diferentes testimonios, sino de ver cuáles tienen relevancia”, cuenta sobre su método. “En este tipo de narrativa el punto de vista dramático es muy importante. Hay que saber, de entrada, que por el hecho de que alguien diga algo no tiene que ser verdad. Entonces hay que escuchar a todos, pero tener como objetivo constante descubrir qué está pasando”, explica. “La música, en este caso, se divide en dos campos. Si quieres llegar a la verdad escoges de los dos indiscriminadamente, simplemente tratando de contestar a las preguntas que se van planteando”, remata el capitán de este barco, cuya misión es mantener el rumbo adaptándose a las olas que van enfrentando.
“Decía Scott Fitzgerald que la inteligencia es la capacidad de mantener dos ideas opuestas en la cabeza y seguir funcionando. En la narrativa de no ficción estas dos ideas son el guión y saber que no hay guión. Es importante tener la capacidad de conectar bien al principio, pero tener la flexibilidad de adaptarte minuto a minuto. El ejercicio más difícil es mantener la mente abierta, no creer que sabes cuando no sabes”, añade el también director del largo El fin de ETA (2017) o la serie sobre la primera división de fútbol española Six Dreams (2018).
En resumen, “lo importante es la honestidad: no engañar a la audiencia, no intentar representar lo que no es y no distorsionar los hechos”, concluye Webster satisfecho. El 12 de enero los espectadores podrán juzgar el resultado.