Desde mi ventana: Morir solo
Delirios, aforismos y microrrelatos inspirados por el confinamiento
En The Objective tenemos el placer de publicar en exclusiva los primeros capítulos del nuevo proyecto literario del novelista Álvaro del Castaño, Desde mi ventana, escritos en Londres durante los días de cuarentena.
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Estáis solos, la luz se apaga. Ciegos, este río desemboca inexorable en el mar del desaliento. Mudos, la tormenta descansa sobre vuestros pesados fardos. Cansados, la lucha ya no es cosa nuestra.
La sociedad de la que erais parte, la comunidad de hombres que creasteis, os abandona, inmisericorde. Cría cuervos. Malditos los años, ya no sois parte del todo. Sois un apéndice maligno, incómodo, caro, un estorbo. Luego cultivan vuestro apoyo con míseras subvenciones, banalidades, estúpidas prebendas como si pudieran compraros por un par de perras.
Vuestros vástagos, hijos del esfuerzo, esclavos de sus derechos, esos progres de salón, gauche divine, os han traicionado. Un vida enterrada en la obra, en la mina, en la cadena de montaje, para regalarles un futuro mejor, esos que amasteis con toda vuestra alma, ahora os “regalan” derechos como la eutanasia, los asilos y la soledad. ¡Qué generosidad!
Y os privan de Dios.
Las guerras que luchasteis, no son más que viejas pesadillas. Los fuegos que apagasteis ahogan vuestro recuerdo. Las antorchas que empujasteis os abrasan las manos. Todo para terminar en minoría. Abandonados al pairo por vuestros herederos. Vuestros desvelos marchitos vomitan hiel.
Os apartan, os rechazan, os filtran. Deciden quién vive y quién muere. Estáis apestados en la pandemia.
Vergogna!
Vergüenza pensar que sois menos que los demás por razón de vuestra edad.
Vergüenza por ser discriminados y por dejaros morir solos.
Vergüenza pensar que la progresía os desprotege en nombre del progreso.
Vergüenza, porque nunca se ha muerto en soledad.
Vergüenza, porque el largo pasillo hacia el más allá siempre fue acompañado del calor de la familia.
Vergüenza, que se pretenda que el estado sustituya a la familia en proveer todo lo necesario.
Malditos hijos del bienestar, pronto vosotros seréis ellos, y también sentiréis el frío soplo de la soledad y del abandono.
J’accuse!
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ÍNDICE
Capítulo 1: Tempus Fugit
Capítulo 2: Mi casa es mi castillo
Capítulo 3: La belleza de la amistad se encuentra levemente implícita
Capítulo 4: Mirada furtiva. Un cuento
Capítulo 5: El gran desnivel
Capítulo 6: Inés
Capítulo 7: Una idea original
Capítulo 8: Morir solo