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Ana Luísa Amaral: «La literatura se escribe siempre en una lengua extranjera»

Ana Luísa Amaral: «La literatura se escribe siempre en una lengua extranjera»

Ana Luísa Amaral | Porto Editora

Poeta de amplia trayectoria es, sin embargo, prácticamente una desconocida en España. Su más reciente publicación, la antología What’s in a Name (Sexto Piso, 2020) podría venir a poner remedio a esta injusta situación.

Un nombre que recordar

Ana Luísa Amaral (Lisboa, 1956) es una notable creadora lusa, que tiene en su haber más de una treintena de libros, entre poesía, ensayo, teatro y literatura infantil, así como diversas traducciones. Además, es profesora de literatura en la universidad de Porto y conduce, junto a Luís Caetano, un programa sobre poesía en Antena 2, la cadena pública portuguesa de radio, “O som que os versos fazem ao abrir” (el sonido que los versos hacen cuando se abren). Tiene una amplia formación en poesía inglesa y se ha interesado durante su amplia carrera por los estudios feministas y la literatura comparada. Su obra está traducida a múltiples idiomas y ha sido en varias ocasiones candidata al Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.

En 2015, la editorial Olifante publicó en España el único libro que existía en castellano hasta el día de hoy de Amaral, Oscuro, con prólogo y traducción de Luis María Marina. De este libro, dejó dicho Antonio Sáez Delgado que es “un libro hondo, una especie de diálogo polifónico con algunos de los ejes vertebrales de la cultura portuguesa (con Camões y Pessoa en primer plano)”.

Se podría hipotetizar que se deba quizá a la acotada temática del libro de poemas la limitada acogida del libro en el nicho de lectores de poesía lusa contemporánea. La propia poeta, preguntada sobre el particular, desde su casa en Leça da Palmeira, no acaba de entender muy bien esta situación: “españoles y portugueses pertenecemos a la misma casa, la Península Ibérica, somos ibéricos”, nos dice.

Amaral suele viajar con frecuencia por todo el mundo y también a España. De hecho, participó en el Festival Internacional de Poesía de Barcelona, en el 2017. Tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos, Francia, Italia, Holanda, Venezuela y Colombia se han venido publicando antologías de su obra durante la última década. Sin embargo, no ha sido sino hasta este año que podemos disponer en España de una cierta panorámica de su obra con este libro, What’s in a Name.

Ana Luísa Amaral: “La literatura se escribe siempre en una lengua extranjera” 2
Imagen vía Editorial Sexto Piso.

El problema del nombrar

El título del libro de Amaral hace referencia al famoso pasaje de Romeo y Julieta, de Shakespeare, en concreto a la escena segunda del acto segundo en el que ella dice «What’s in a name? That which we call a rose. By any other name would smell as sweet.» [“¿Qué hay en un nombre? Eso que llamamos rosa, lo mismo perfumaría con otra designación”; la traducción es del Marqués de Dos Hermanas].

La idea es que un nombre, per se, no contiene ningún valor o significado, que actúa sencillamente como una etiqueta.  Shakespeare quiere llamar la atención sobre dos realidades socioeconómicas diferentes que se oponen al amor de los jóvenes amantes (Capuletos y Montescos) y, en esa misma línea política, Ana Luísa Amaral comenta a The Objective: “necesitamos nombrar las cosas a nuestro alrededor, pero al mismo tiempo nombrar es catalogar y una forma de reducir todo el potencial del ser humano”. La paradoja, continua Amaral, es que “al mismo tiempo el nombre pertenece al lenguaje y por eso también es lo que nos hace humanos y es parte de nuestro mundo simbólico”. En su poema de idéntico título (What’s in a Name) Amaral viene a decir que detrás del servilismo a la costumbre de un nombre está el libre aroma de las cosas y, al final del todo, el amor.

Así pues, el objetivo del nombrar, en la poética de Amaral, es el de ser capaces de huir de la casa colonizada por unas sílabas (la prisión del lenguaje) y volverse un perfume ingobernado, emancipado y emotivo (la libertad del cuerpo). No obstante, siempre queda la duda, pues en su obra, Amaral siempre “habita en la posibilidad”, como su querida Emily Dickinson.

Los versos de Amaral transitan esa frontera tenue entre “el tener y el no tener, el nombrar y el no nombrar, el colonizar y el ser colonizado”. Por una razón, pues como ella misma señala: “la palabra y el mundo están inextricablemente ligados. A veces de una forma trágica, muy trágica”.

A nuestro auxilio, por suerte, puede venir la poesía, que es, como afirma de forma categórica Ana Luísa Amaral, “absolutamente necesaria”. De hecho, ella cree que la poesía nos puede salvar. ¿Cómo? Pues ayudándonos a construirnos otro mundo.

La salvación del verso

Hay una triada de poetas que podríamos decir que están en el panteón de Amaral: de Shakespeare saca las contradicciones de la metafísica del amor, de Blake la plasticidad del verso, pero también su inocencia y extrañeza frente a la realidad más inmediata y de Emily Dickinson la profundidad y el misterio de lo más sencillo y pequeño, pero también su idea de escritura en los márgenes y el sentido del humor.

Para Amaral la poesía ha de ser primero emoción y luego pensamiento. Cuenta a The Objective que siempre escribe a mano, que necesita el contacto físico con el papel, porque es “como dibujar en una cierta medida”. Para ella, pues, la poesía es “una imagen emocional, más que una imagen mental”. Y opina que “la buena poesía siempre hace dos cosas: nos mueve y nos conmueve. Nos transmite esos dos tipos de emociones: la de la conmoción y la del movimiento, un movimiento interno que nos lleva a la acción, a desear hacer algo por el mundo y por nosotros mismos”, sentencia.

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«Escribir es como sintonizar una emisora de radio, el aire está lleno de música, de ruidos…» | Foto vía Porto Editora.

 

Sobre la escritura de sus propios poemas, Amaral establece una imagen hermosa, pues para ella es “como sintonizar una emisora de radio, el aire está lleno de música, de ruidos. Está lo que escuchas y luego hay lo que no oímos -nos dice-. La escritura de un poema es lo que nos permite llegar a atrapar la música de esos sonidos que se nos escapan. Las palabras nos preexisten, están allá. Escribir un poema es la tentativa de sintonizar con ese mundo de palabras y emociones que se nos quieren escapar”. Así, la poesía sucede y queda atrapada en el poema.

La poeta cuenta a The Objective que ella no reescribe, que deja los poemas como surgieron en su momento. Para ella, en la vida hay fidelidades, con los amigos, la familia, pero en la literatura no. Por eso le gusta la literatura comparada. “La literatura dialoga siempre, se escribe siempre en una lengua extranjera”. Así, todo es poetizable y ello se demuestra en What’s in a Name, donde hay poemas dedicados a una castaña, hay recetas de cocina, poemas sobre la pérdida del deseo o sobre matar a un mosquito, poemas sobre si levantarse o no de la cama, sobre una vecina, un abrigo, el insomnio, una carta a su hija que es una reflexión sobre el lenguaje que nombra el mundo o un poema sobre una mota de polvo o una cebolla o un árbol que cae sobre al jardín. En ese sentido, tiene un aire de familiaridad con la Szymborska, con la que comparte esa apacible sencillez de los asuntos cotidianos que, sin embargo, sirven para hondas reflexiones.

A la libertad hay que cuidarla

En el tramo final de este poemario bilingüe (que consta de cuatro partes: Cosas, Retornos, Poblamientos y O, en otras palabras) hay tres poemas dedicados a los refugiados del mediterráneo. Para Amaral, la lucha de los refugiados no se pueden desligar de la lucha de las mujeres y los homosexuales, porque todo viene junto. “Las dictaduras políticas, como por ejemplo Trump en Estados Unidos y Bolsonaro en Brasil -nos dice- no son solo eso, dictaduras políticas, sino también dictaduras del pensamiento. Quieren acabar con la inmigración, con el derecho al aborto, a las bodas entre homosexuales… al final es una cuestión de libertad”. El tema es que, como nos recuerda la poeta lusa, “no nacemos odiando, discriminando a los otros. Esto es algo aprendido”. Por eso importante cuidar a la libertad cada día.

“Mira, tengo 64 años -nos dice Amaral- y me siento muy triste. Yo pensé en un momento de mi vida que las cosas adquiridas no podían perderse, después de que se hubieran conseguido un montón de conquistas sociales y de derechos humanos, que no era posible volver atrás; pero es posible, la extrema derecha, el neonazismo… y es que nos olvidamos de una cosa: el odio que vive, que está subyacente adentro de las personas, que es una cosa terrible. Si tu invitas a este odio a nacer, ese odio se te vendrá encima. Y esto es lo que está pasando con Trump, con Bolsonaro o con los nostálgicos de Franco”.

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