Por qué cambiar tus billetes por criptomonedas
Galia Benartzi trabajaba en una empresa de Palo Alto, California, cuando descubrió los bitcoin: “Allí los ingenieros hablaban de una nueva tecnología y hablaban de dinero, pero no de dinero convencional, sino de dinero de internet. Defendían que aquello cambiarías el mundo”, cuenta Benartzi en una charla de TedX. Esta criptomoneda, así se llaman, funciona a través de la red y aprovecha el sistema Blockchain, que utiliza un mecanismo de encriptaciones como garantía de seguridad para las transacciones.
Galia Benartzi trabajaba en una empresa de Palo Alto, California, cuando descubrió los bitcoin: “Allí los ingenieros hablaban de una nueva tecnología y hablaban de dinero, pero no de dinero convencional, sino de dinero de internet. Defendían que aquello cambiaría el mundo”, cuenta Benartzi en una charla de TEDx. Esta criptomoneda, así se llama, funciona a través de la red y aprovecha el sistema Blockchain, que utiliza un mecanismo de encriptaciones como garantía de seguridad para las transacciones.
En los últimos años, el debate sobre la implantación de la criptomoneda como una divisa más en nuestro día a día ha ido en aumento, así como su fama, y la pregunta principal que sobrevuela es por qué deberíamos utilizar monedas digitales y no dinero convencional, como hasta ahora. Benartzi reconoce que, antes de adentrarse en el universo de las criptodivisas, pensaba que no era una novedad, que ya existía Pay Pal, que ya existía la banca online. Ahora hace la pregunta inversa: ¿por qué seguir utilizando dinero convencional teniendo criptomonedas?
Benartzi argumenta que lo que entonces no supo ver es que la diferencia entre estas opciones y el Blockchain radica en que este último es completamente abierto, mientras que las otras redes son “cerradas y privadas” y “propiedad de bancos y gobiernos” a los que tienes que “pedir permiso” y “pagar impuestos” cada vez que quieres enviar dinero por internet. Benartzi, como aquellos ingenieros, vive convencida de que las criptomonedas van a cambiar el mundo.
Esta convicción, que no fe ciega, encuentra motivo en su experiencia en la start-up AppCoin, con base en Tel Aviv. Junto a sus socios, decidió poner a prueba la teoría y se esforzó por comprobar el funcionamiento de una criptomoneda dentro de una comunidad pequeña y versátil. Para ello, escogieron un grupo de Facebook de madres de la ciudad, les hicieron la propuesta, la aceptaron e instauraron un sistema económico alternativo y digital donde la moneda se llamaba Hearts (Corazones, en inglés) y donde se comenzó a pagar con ella por bienes como juguetes de segunda mano o servicios como clases de canto.
“En cuanto les dimos este dinero de Monopoly, los bienes y servicios comenzaron a fluir”, dice Benartzi, en una entrevista para The Information. “Había muchísimo comercio potencial entre madres que todavía no se había expresado en dólares o shéquels, la moneda de Israel”.
En todo el mundo hay 15 millones de usuarios de criptomonedas, y la cifra sigue en aumento
En solo dos años, las 25.000 madres que conformaban el grupo protagonizaron cerca de un millón de operaciones con Hearts. Con todo, App Coin se encontró con un inconveniente: fuera de su pequeño circuito, la moneda no tenía valor. Entonces decidieron crear equivalencias con Ethereum, una criptodivisa más afianzada, y construir los cimientos de una moneda que fuera más allá del experimento. De este paso adelante nació hace un año Bancor, una organización que funciona como una suerte de banco central, que emite su propia moneda (llamada token) y utiliza el sistema Blockchain. La gran aspiración del equipo al que pertenece Benartzi es consolidarse, por el momento, como una moneda habitual entre comunidades pequeñas para demostrar que es posible crear una economía digital donde bancos y empresas privadas no sean intermediarias.
En cualquier caso, Benartzi parece consciente de que estamos en un periodo de transición y no cierra puertas al porvenir de su moneda: los token pueden ser cambiados al dólar –cada token vale algo más dos dólares, muy por debajo de la realidad del bitcoin– tomando la intermediación de los ether, con un valor próximo a los 200 dólares. Pero no olvidemos que es un valor aproximado y efímero: el valor de una criptodivisa es enormemente volátil y, por tanto, objeto de especulación.
Benartzi defiende que el principal escollo que se han encontrado hasta el momento consiste en que las monedas con un flujo pequeño, o a pequeña a escala, han sido tradicionalmente difíciles de valorar en un sentido económico. Esto sucede, interpreta, porque los mercados convencionales siempre han requerido de un alto volumen de movimiento para ser viables. La empresaria encuentra ahora una oportunidad y toma como inspiración y ejemplo el modo en que YouTube saca partido de esos vídeos que son suficientemente minoritarios como para aparecer en la televisión tradicional pero no para su público a nivel global.
“Hay muy pocas personas que no puedan sacar partido de esta plataforma”, sostiene Benartzi, que reivindica que Bancor será un nombre común de aquí a tres años, más si atendemos a que los gobiernos comienzan a explorar y ratificar los beneficios de las criptomonedas y su alta tasa de crecimiento y aceptación social. Hay que tener en cuenta que, hasta hoy, se han incorporado a alguna de las monedas de sistema Blockchain 15 millones de personas en todo el mundo.