La T: Hackers, ciberfeminismo y un nuevo modelo de ciudad para Barcelona
Ciberactivismo por un nuevo modelo de ciudad. Nace La T, un espacio para las multitudes conectadas y cabreadas en Barcelona.
El recién inaugurado Laboratorio de Tecnopolíticas para el bien común convierte el barrio Poblenou en un centro del debate sobre el poder de la tecnología en manos de los ciudadanos
Somos multitudes conectadas. Fenómenos como la Primavera Árabe, el Movimiento 15-M, Wikileaks o Anonymous demostraron el poder revolucionario de la tecnología como resistencia ciudadana y vehículo para la revolución. Pero, ¿podemos seguir creando nuevas formas de resistencia y democracia a través de las redes y los dispositivos tecnológicos? ¿Puede la realidad virtual, el movimiento maker, los hackers y el ciberfeminismo aliarse con los vecinos para transformar radicalmente una ciudad? ¿Y el mundo? Para los miembros de La T no sólo es posible, sino que ya está ocurriendo. Este laboratorio de tecnopolíticas para el bien común, instalado en el corazón tecnológico y gentrificado de Barcelona, el barrio de Poblenou, nació hace pocos meses siguiendo la tradición de los antiguos ateneos y espera convertirse en un espacio de debate, experimentación y unión de colectivos para pensar el futuro, cambiar el presente y “disputar al dinero y las grandes empresas las tecnologías que están prefigurando el mundo”, señala Javier Toret, coordinador de La T y autor del estudio ’Tecnopolítica y 15M. La potencia de las multitudes conectadas’.
Detrás de este grupo de investigadores y activistas, que se nutren de la filosofía hacker y DIY (do it yourself), se encuentra la consultora tecnológica Thoughtworks España, el colectivo de tecnopolítica de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) y el grupo TecnopolíticaBCN, que lleva años trabajando los vínculos entre tecnología y política ciudadana. Y aunque sus objetivos son múltiples y el trabajo de La T acaba de empezar, lo más importante, dice Toret, es “el proceso de unión entre resistencias, cuerpo y creación colectiva”.
El 15 de mayo de 2011 miles de españoles, desesperados por la crisis económica e indignados por la pasividad del Gobierno, se lanzaron a la calle, acamparon en las plazas y protestaron pacíficamente por una democracia real y contra el excesivo poder de los bancos. Así nació el Movimiento 15M, la Spanish Revolution que inspiró a Occupy en Estados Unidos y a la Nuit Debout en Francia. Gran parte de este Cambio, de esta explosión de indignación colectiva y organizada, se gestó en las redes. Fue el día en que nos dimos cuenta que además de consumir tecnología podíamos reapropiárnosla. Para Héctor Huerga, responsable de Comunicación de La T, las tecnología no son políticamente neutras, sino campos de batalla. “El sólo hecho de que la tecnología haya sido legitimada por las personas a través de su uso diario ya representa un cambio sin vuelta atrás y no se le puede poner barreras. Frente a la visión hegemónica de la industria tecnológica, han surgido nuevas formas de resistencia, reapropiación y construcción de alternativas orientadas a la autonomía social y la sostenibilidad, y tal vez sean los estamentos oficiales quienes deban adaptarse a estos cambios, y no al revés”, concluye Héctor.
El “invento” de las Smart Cities
Barcelona es una de las capitales de la vanguardia tecnológica, situándose entre las treinta ciudades más inteligentes del mundo, un proyecto de urbe del futuro sostenible donde las tecnologías de la comunicación y la información se emplearán para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. No obstante, hay muchas voces críticas que califican las Smart Cities de concepto marketiniano, vacío y, como afirma la directora de Proyectos de La T, Thais Ruiz de Alda, un instrumento para favorecer a las grandes empresas: “Las Smart Cities son un invento para que las tecnológicas vendan su software o usen contratos de servicios para privatizar infraestructuras que recuperar más adelante y que implican unos desembolsos desorbitados. Nosotros queremos hacer frente al discurso de las ciudades inteligentes y es bueno que existan en Barcelona comunidades con conocimientos profundos en tecnopolítica que denuncien estos abusos”.
Mientras, Toret califica de “nefasto” el plan de Smart City de Barcelona, sobre todo en el Poblenou, que desde que se convirtió en 22@ ha sufrido los efectos de la gentrificación y el encarecimiento del alquiler. “Parece que las empresas que conforman el 22@ no han encontrado una fórmula social y ambientalmente sostenible que sirva como ejemplo para que la inclusión, la diversidad y el medioambiente mejoren la vida de estos barrios”, añade Héctor Huerga. Por eso La T nace con la vocación de ser un ateneu experimental, que vincule a los vecinos, los escuche, se mezcle con los colectivos y construya barrio: “La idea es albergar proyectos con un sentido de territorio, como el Make/Made in Poblenou, y recuperar la actividad vecinal a través de sencillos ejercicios de creatividad y fabricación para garantizar la participación social en el espacio público”, dice Huerga.
Además del proyecto VR Hub, destinado a concentrar talento y reflexión en torno a la Realidad Virtual y sus usos para el bien común y comunitario, uno de los objetivos de La T es incluir la perspectiva de género en el desarrollo de tecnología. Por ello el ciberfeminismo es una de las piedras angulares de este laboratorio, liderado por el colectivo de DonesTech, quienes plantean debates y estudios sobre los grandes retos de los entornos digitales para acabar con las agresiones y los abusos, además de charlas de conocidas ciberfeministas, biohackers y activistas de todo el mundo, como la brasileña Rita Wu, que visitó La T el pasado junio. “El feminismo aportó desde muy temprano un punto de vista crítico de las tecnologías. En la primera línea de cuestionamiento de la supuesta neutralidad de la tecnología estuvieron las ciberfeministas y otras usuarias críticas que abrieron la caja oscura de la cienca”, explica la investigadora y docente del Colectivo Diásporas Críticas Anyely Marín Cisneros.
Si Barcelona ha sido históricamente una ciudad vinculada a la lucha política y a la vanguardia, esta pequeña Galia tecnopolítica y participativa en mitad del imperial 22@ de Barcelona propone devolver al pueblo lo que siempre ha sido del pueblo, la tecnología, y recordarles el poder que tienen las multitudes conectadas.