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¿Por qué no sale la ‘mayoría silenciosa’ de casa?

Xavier se ha ido alterando cada vez más durante el transcurso de la conversación. “El Partido Popular es el Partido Popular; no espero nada de ellos”. Tras la afirmación suelta un resoplido mezcla de enfado y desesperación; quiere aparentar lo primero aunque suena más a lo segundo.

¿Por qué no sale la ‘mayoría silenciosa’ de casa?

Xavier se ha ido alterando cada vez más durante el transcurso de la conversación. “El Partido Popular es el Partido Popular; no espero nada de ellos”. Tras la afirmación suelta un resoplido mezcla de enfado y desesperación; quiere aparentar lo primero aunque suena más a lo segundo.

La entrevista se realiza por teléfono. Su contacto me ha llegado a través de un conocido que aseguraba que este joven barcelonés de 29 años y clase media acomodada era contrario a la independencia. Y lo es. Xavier no quiere la independencia. Pero es mentarle a Mariano Rajoy y encenderse: “Nos está poniendo entre la espada y la pared; te obliga a elegir bando y ya no es cuestión de si se quiere o se deja de querer la independencia, es cuestión de que van a ir a por la gente de tu entorno que sí quiere votar”.

Xavier no es una rara avis. Carla, Javier, Adriana, Ernesto y Montse piensan de un modo parecido. Todos ellos son catalanes de clase media alta contrarios a la independencia pero, al mismo tiempo, muy críticos con las formas (mejor dicho: las no formas) de Rajoy. “Se necesita más inteligencia política y más empatía”, asegura Montse. “Lo que no se puede hacer es no hacer nada durante años y luego, llegados a este extremo tan absurdo, aplicar un manual de instrucciones que se remonta a 1978”, dice refiriéndose a la Constitución. “No se puede tratar a Cataluña como si fuese una tostadora que deja de funcionar”.

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Un edificio barcelonés decorado con banderas de España y ‘esteladas’ de Cataluña. | Foto: Borja Bauzá/The Objective

Aunque un artículo del diario El País publicado esta semana demostraba, utilizando datos del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) de la Generalitat de Catalunya, que entre los catalanes que perciben rentas altas la independencia es la opción mayoritaria, en el marco general estos jóvenes no están en minoría. Pertenecen a lo que se conoce como ‘la mayoría silenciosa’, compuesta por todos aquellos catalanes contrarios al proyecto independentista que no están manifestando públicamente sus opiniones.

Fuera de Cataluña su silencio se suele atribuir al miedo. Miedo al enfrentamiento, miedo a la etiqueta, miedo al aislamiento y la marginación. Algunos también hablan de comodidad. Escuchando las opiniones de muchos catalanes contrarios a la independencia, quizás sería más acertado hablar de desánimo; un desánimo que cunde al ver que el Gobierno central, defensor de sus intereses, se comporta como si Cataluña diese igual… hasta que es demasiado tarde.

“No se puede ir con una actitud que lo único que ofrece es muro y amenazas”, opina Carla. “Que se sienten a hablar y que la gente vea que hablan”, añade. “Ha sido una gestión nefasta –dice Ernesto– porque en los últimos cuatro años han bloqueado totalmente la comunicación”. “En España no se hace política, se compran votos, y según los votos que se obtengan en tal o cual sitio la actitud del partido será una u otra”, explica Xavier. En Cataluña, en las últimas elecciones autonómicas, el PP consiguió menos de 350.000 votos. Fue la quinta fuerza más votada con apenas 12.000 papeletas más que los antisistema de la CUP. Xavier piensa que el PP, como partido gobernante, no se ha sentado a escuchar las demandas de una parte de los catalanes porque, de hacerlo, en partes de España donde los ‘populares’ sí ganan mayorías absolutas dejarían de votarles. No sale a cuenta.

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La división entre los catalanes, reflejada en las pegatinas de propaganda. | Foto: Borja Bauzá/The Objective

En resumen: no pocos catalanes contrarios a la independencia creen que con más cintura política por parte del PP se hubiese conseguido evitar la celebración de un referéndum. Contemplando una reforma de la Constitución, por ejemplo. O, como apunta Carla, accediendo al Pacto Fiscal que planteó Artur Mas en 2012 (y que buscaba la creación de una Hacienda propia por parte de Cataluña dotada de plena capacidad normativa y recaudatoria). Incluso si nada de esto se hubiese llevado a cabo, están seguros de que en un referéndum celebrado hace tres o cuatro años hubiese salido el NO con mayoría apabullante (una opinión muy extendida también entre los independentistas). “Es más, si el referéndum se llega a celebrar hace unos meses, yo creo que lo pierden los independentistas”, dice Adriana. Ahora, tras un mes de septiembre gobernado por detenciones, movilizaciones y los actos patrióticos de uno y otro lado, ya no lo tiene tan claro. En ocasiones –dice– le parece estar viviendo un Madrid – Barça.

Los viejos cuadros de CiU tampoco se libran. En la zona alta de Barcelona muchos los consideran, con el PP, principales responsables de la situación. Lo que más duele entre estos jóvenes de clase acomodada y contrarios a la independencia es cómo un partido que creían moderado ha podido asociarse con ERC y la CUP, plegándose a sus exigencias secesionistas con tal de poder seguir gobernando.

El viernes miles de independentistas se reunieron en Montjuïc para el cierre de la campaña del referéndum. El sábado varias organizaciones convocaron una manifestación a favor de la unidad de España en el centro de Barcelona. Acudieron entre 5.500 (según la Guardia Urbana) y 15.000 (según el Gobierno central) personas. La ‘mayoría silenciosa’ volvió a quedarse en casa.

 

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