Frontera Sur, 30 años de indiferencia en el Estrecho
Las llegadas de migrantes a la frontera Sur se producen durante todo el año, pero repuntan todos los veranos por la mejora de las condiciones meteorológicas en el estrecho. Europa presume de políticas de primer mundo, pero en este caso solo demuestra improvisación.
Mientras Bruselas se prepara para sus vacaciones estivales, Europa fortalece sus muros en la ruta del Mediterráneo central con las consecuentes muertes, olvidando como ha hecho siempre la ruta del Estrecho de Gibraltar y el Mar de Alborán. En 2018 se cumple el triste 30 aniversario del primer inmigrante fallecido que llegó a las costas de Tarifa en 1988.
En el año 2017 Salvamento Marítimo rescató del mar a 18.937 personas, un 246% más que en 2016. Ese año fallecieron y desaparecieron 153 personas, mientras que 4.045 fueron rescatadas por el Reino de Marruecos en coordinación con el Servicio de Salvamento Marítimo Español. Solo en el primer semestre de 2018 ya se han asistido a 16.359 personas y hay 144 fallecidos. Los centros de coordinación y salvamento de Almería y Tarifa en la frontera sur de Europa llevan a cabo la mayoría de los rescates. Por lo tanto, este año se ha producido un incremento considerable de llegadas por esta ruta, aunque hasta finales de año el Ministerio del Interior no facilitará las cifras globales, pero las primeras estimaciones ya dan un salto importante.
La ‘sorpresa’ de algunos ante el incremento de llegadas es algo que asombra a las organizaciones sobre el terreno, como afirma la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, que lleva denunciando durante años la precariedad de la situación en el Campo de Gibraltar. En 2017 por tierra y mar a la península, a través de la frontera sur, llegaron 28.587 personas.
La llegada del Aquarius a Valencia supuso una recepción con más de 600 periodistas acreditados, pero esos mismos días llegaron a las costas tarifeñas miles de personas. Durante las semanas de julio, y como es habitual, había una máximo cinco periodistas por el puerto andaluz; si las llegadas superaban los 200, los compañeros de la Agencia Efe acudían con regularidad y algún medio local junto con algún freelance. No es raro que nadie acuda o solo haya un periodista, lo que alegra la cotidianidad de la Guardia Civil. Deja de ser llamativo cuando las llegadas son diarias y solo recobra interés si las cifras son desbordantes. Cada día se precisan cifras mayores para acaparar el mismo interés mediático.
Teniendo en cuenta que hace ocho años la cifra era de 5.369 personas, desde 2010 se ha trazado una tendencia creciente. El porcentaje mayoritario de migrantes son de origen marroquí y subsahariano, aunque en los puertos Andaluces llegan a desembarcar de distintos destinos como Siria o Bangladesh. La situación se ha convertido en un problema estructural para el cual, como mucho, se han dado soluciones coyunturales, aunque España aún presenta cifras relativamente bajas si se las compara con otros estados miembros de la Unión Europea. La Organización Internacional de las Migraciones (OIM) afirma que en 2017 llegaron a Italia a través de rutas marítimas 119,310 inmigrantes, mientras que a Grecia llegaron 29.595.
Los acuerdos de pesca entre la Unión Europea y Marruecos, que no se renovaron el 14 de julio son siempre una excusa y arma de negociación para el reino de Marruecos en temas de inmigración. El pacto anterior permitía el acceso a aguas marroquíes a unas 120 embarcaciones comunitarias de once países de la Unión Europea y España es el Estado miembro más beneficiado. Este año, los marroquíes piden 80 millones para permitir el uso de sus caladeros, mientras que la Unión Europea ha ofrecido la mitad de esa cifra.
El viaje
Salvamento Marítimo acude a todas las llamadas que recibe ya sean de asociaciones humanitarias, familiares que desde Marruecos avisan que salen en una patera o los propios migrantes desde la embarcación. Salvamento Marítimo invierte días y no regresa a puerto hasta que las cubiertas están llenas, la Guardia Civil los recibe en puerto, la Cruz Roja los atiende con primeros auxilios, ropa y alimento hasta que son puestos a disposición de la Policía Nacional.
Llegan inmigrantes de todas las edades; hombres, mujeres embarazadas, bebes, niños y adolescentes. Muchos besan el suelo al llegar, o sonríen a cámara, han llegado a Europa y la penuria del viaje ha sido grande. Los campamentos de migrantes son quemados en Marruecos. Los migrantes son víctimas de todo tipo de extorsiones, racismo y violaciones, antes de jugarse la vida en una barca de plástico toy para niños, donde entran unas 12 personas. Estas barcas se venden a 1.500 euros en Marruecos y el kit completo se acompaña con unos remos toscos forrados de celo, unos cubiletes de plástico para achicar el agua, un chaleco salvavidas básico si tienes suerte o en su defecto la cámara de un neumático como flotador. Con más dinero puedes acceder a una barca de goma hinchable, con motor o sin motor, depende del precio del pasaje, y en unos 3,5 metros de eslora se embarcan 52 personas.
La situación del Estrecho de Gibraltar es muy particular, son solo 14 kilómetros los que separan una de las fronteras con los saltos económicos más grandes del mundo, sin olvidar la situación de los derechos humanos del planeta en el continente africano.
No toda la migración se hace con pocos medios; si uno tiene 3.000 euros puede comprar un pasaje en una moto de agua y, con buen tiempo, en 20 minutos estar en las costas de Tarifa y llegar a la playa como un veraneante más. Más de 6.000 euros te compran un asiento en una motora que pueda navegar en condiciones de peor climatología. Indudablemente este tipo de migrante no es el habitual. El sistema de radares y vigilancia en el Estrecho es eficaz pero no puede abarcar tanto movimiento y tan variado, sobre todo con la falta de medios de las autoridades y teniendo que hacer frente también a otros problemas como el narcotráfico.
Teniendo en cuentas estas variadas condiciones de viaje, aquellos que son rescatados por Salvamento Marítimo suman un cúmulo de emociones de todo tipo, pero todos ponen un pie en tierra con temor de no saber ni dónde están. Muchos se sorprenden al saber que Cádiz está lejos de Barcelona. Muchos se bajan preguntado cómo llegar a Francia. Uno de los grandes mitos que desmiente Jose Villaoz, responsable de Algeciras Acoge, es que la mayoría llega para quedarse. No, la mayoría de estos inmigrantes llega pensado en otros destinos que no son España, siendo nuestro país una zona de paso para una gran parte de ellos.
Décadas de improvisación
Una vez recibidos por la Guardia Civil, la Policía Nacional custodia a los inmigrantes que deben ser atendidos según su nacionalidad, edad y estado de salud físico y emocional, antes de pasar a los centros de detención. El proceso es claro pero las autoridades sobre el terreno se ven desbordadas por falta de medios tanto humanos como materiales. A día de hoy la situación de hacinamiento en centros de internamiento para extranjeros o en polideportivos es tal que, en ocasiones, los inmigrantes tienen que esperar durmiendo en el puerto mientras se libera algo de espacio.
Los marroquíes pueden ser expulsados de España por los acuerdos vigentes y, sobre todo, en las zonas de costa son retornados casi inmediatamente, las devoluciones en caliente están a la orden del día, aunque el Gobierno niega que existan. En cambio, en el caso subsahariano la situación es distinta ya que al no ser viable la identificación por un funcionario de sus respectivas embajadas no pueden ser expulsados, aunque sí se les entrega una orden de expulsión una vez que pasan por los trámites legales pertinentes.
Se les retiene 72 horas y en muchos casos pasan a un Centro de Internamiento de Extranjeros, los famosos CIES. Durante estos trámites se infringen protocolos de derechos humanos y no se les da un trato digno. Depende de la provincia a la que lleguen en Andalucía, las condiciones de la estancia varían y en algunos casos no se cumple estrictamente el protocolo legal establecido.
Los CIES son prisiones en condiciones ruinosas donde no se sabe lo que pasa y casi nadie tiene autorización para entrar. Los inmigrantes pueden permanecer hasta 60 días retenidos en uno de estos centros. Existen plataformas pro derechos humanos que claman el cierre de estos lugares. En Tarifa se habilitó un anexo del CIE de Algeciras a 26 km de distancia, en la Isla de las Palomas, una fortaleza histórica bajo autoridad militar que el Ministerio de Defensa cedió a la Policía Nacional porque no existen instalaciones para el elevado número de inmigrantes que llegan. Se ha previsto la construcción de un centro con mayor capacidad en el puerto de Algeciras, pero no se ha materializado aún.
Este colapso estructural ha hecho que se habiliten polideportivos por toda Andalucía para instalar a los inmigrantes. La asociación Algeciras Acoge denuncia que no está claro qué son estos ‘centros’ oficialmente, ya que aunque actúan como centros policiales de facto, no hay presencia de traductores, no se permite el acceso a ellos, ni se facilitan informes oficiales. Los polideportivos dependen de los ayuntamientos y en los distintos municipios se les ha dado un tratamiento diferente, incluso en momentos puntuales se ha dejado entrar a ONG y voluntarios. Es el caso del polideportivo Andrés Mateo del Saladillo en Algeciras, donde la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía ha tenido la oportunidad de entrar para constatar las pésimas condiciones del improvisado centro, estimando que se alojaba a más de 300 migrantes, sin camas, a veces sin comida y solo con 2 baños y 6 duchas.
Desde este tipo de polideportivos habilitados en las zonas costeras se están haciendo constantemente transferencias a instalaciones similares por el resto de Andalucía para ayudar al descongestionamiento de estas zonas. Sin embargo, con llegadas diarias de cientos de personas el sistema se colapsa. Es difícil de entender el desamparo de instancias más altas cuando este es un problema que ha sido constante durante los últimos 30 años y que, además, si prevemos las repercusiones de diferentes conflictos, de la crisis económica global y de las consecuencias de la política exterior de la Unión Europea, apunta claramente al alza.
Futuro de la ruta del Mediterráneo Occidental
Es difícil justificar la falta de previsión tanto por instituciones locales como estatales y europeas. Las llegadas al Estrecho se producen durante todo el año, pero repuntan todos los veranos por la mejora de las condiciones meteorológicas. Los ayuntamientos piden soporte al Gobierno español y este se excusa pidiendo ayuda a la Unión Europea, pero concretamente esta maquinaria solo ha aportado soluciones coyunturales a un problema estructural.
El mundo cada día es más pequeño y las fronteras de los países colindantes a zonas en conflicto más permeables. El continente africano no suele estar en el ojo del huracán en términos informativos. Las dictaduras políticas y las económicas llevadas a cabo por multinacionales son formas de conflicto de las que no se habla. Mientras tanto nos encaminamos a fortalecer los muros de la fortaleza Europa.
María José Jiménez, abogada en la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, apunta la necesidad de establecer una infraestructura en el Campo de Gibraltar, fijar unos protocolos entre administración y voluntarios y contar con personal especializado, como traductores que puedan comunicarse con los migrantes. Soluciones que a día de hoy no se han puesto encima de la mesa. Europa presume de políticas de primer mundo, pero solo demuestra improvisación en su frontera sur, clama María José. Otra situación que preocupa a Algeciras Acoge es lo que ocurre después, cuando los inmigrantes son liberados. Actualmente son «un problema que se diluye por su cuenta en la sociedad». Lo que esto significa en la práctica es el abandono absoluto de estos seres humanos.
Mientras que el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, criticaba a Italia por el cierre de sus puertos, el primer ministro Matteo Salvini vitoreaba a los suyos en las redes sociales por asumir una posición que solo beneficia a los acuerdos con los guardacostas libios y recrudece las políticas racistas.
La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, tras su encuentro con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el 23 de julio, anunció la habilitación de un centro para la atención a la inmigración en la Comarca del Campo de Gibraltar con una inversión de 10 millones de euros. Con eso espera poder solventar la actual crisis. Sánchez, por su parte, prometió la mejora de la capacidad de gasto de Andalucía en 500 millones de euros y un plan de empleo especial en los Presupuestos del Estado para 2019. Cabe preguntarse, sin embargo, qué porcentaje de esos fondos se destinarán para solventar el problema estructural o si esta vez, y como cada año, abordaremos el aumento de llegada de inmigrantes en verano con improvisaciones.
La situación se recrudece cada año y no es algo nuevo. Las soluciones no solo pasan por políticas inmediatas en términos de infraestructuras y personal en primera línea, sino por la creación de una política migratoria por parte de la Unión Europea que sea consciente de los retos y consecuencias de sus políticas exteriores, todo ello combinado con actuaciones en origen. Una solución multidimensional que asuma que el flujo migratorio y la consecuente pérdida de vidas humanas continuarán en ascenso y que el fortalecimiento de muros no es la respuesta.