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Cómo acabar con la cultura del desprecio... con amor

Ante la tendencia de calificar a quienes no están de acuerdo con nosotros de estúpidos, inútiles, moralmente defectuosos o incluso malvados, Arthur Brooks propone aprender a discrepar mejor y renovar los consensos que sentaron las bases de nuestra vida en comunidad.

Cómo acabar con la cultura del desprecio… con amor

Arthur Brooks, escritor de varios superventas y columnista habitual de The New York Times, quiere generar un movimiento social que acabe con la polarización que está fracturando su país y parte del mundo. Estas son sus ideas, inspiradas por el mismísimo Dalái Lama.

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Cuesta creer el impacto que tienen las palabras de Arthur Brooks en su audiencia, pero en cada una de sus charlas sus adeptos parecen crecer, muchos asistentes emocionados se acercan para agradecerle sus palabras y todos terminan luciendo una optimista sonrisa. Pero este gurú no regala soluciones milagrosas y exige un compromiso a toda la ciudadanía. Como explicó en su última conferencia en Casa de América, pretende acabar con la cultura del desprecio que domina la vida pública en América. Y podríamos decir que prácticamente en todo el mundo.

Yo soy políticamente conservador, defensor de la libre empresa y católico practicante. Tengo unas sólidas convicciones políticas, sin embargo, no tengo ningún sentimiento negativo hacia aquellas personas que no piensan igual que yo. Esto es algo que, desgraciadamente, hoy en día, no suele suceder en mi país”, comenzó contando Brooks, escritor de varios superventas, columnista habitual de The New York Times o The Washington Post y presidente del American Enterprise Institute, uno de los think thanks más influyentes de Estados Unidos. Cabe señalar que habla en un perfecto español, aprendido hace tres décadas cuando el entonces músico fue a vivir a Barcelona y terminó casándose con una catalana.

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Imagen vía Broadside Books.

“La verdad es que mi país se está fracturando. Primero, los politólogos han llegado a la conclusión de que la polarización actual es la peor que ha existido desde la Guerra Civil de Estados Unidos. Segundo, una encuesta reciente desveló que uno de cada seis estadounidenses había dejado de hablarse con alguno de sus familiares a raíz de las elecciones de 2016. Tercero, otro estudio muestra que los republicanos y los demócratas están ideológicamente tan separados como los palestinos y los israelíes” afirmó el escritor. “Resumiendo, la polarización política está haciendo que los estadounidenses se enfrenten entre sí. En muchos sentidos, el país ha dejado de ser una nación unida. Es muy fácil echar la culpa a Trump, que ciertamente invita a la polarización, pero él es una consecuencia del problema no una causa”, añadió.

“Si nos fijamos en las batallas políticas que se están librando en Estados Unidos y en España es fácil decir que el problema es la ira. Decimos que estamos enfadados, pero no es exacto. El problema es el desprecio”, sentenció el también científico social, cuyo proyecto vital es explicar cómo hemos llegado a esta situación para intentar cambiarla. “Los psicólogos definen el desprecio como la convicción de que otra persona no sirve absolutamente para nada. La ira dice, me importa lo que piensas. El desprecio dice, tú estás por debajo de todo lo que pienso. Cuando alguien desprecia crea un enemigo permanente”, señaló.

Esto es algo que ocurre en todo el espectro político y a ambos lados del Atlántico. Escuchamos que aquellos que no están de acuerdo con nosotros no solo están equivocados, sino que son estúpidos, inútiles, moralmente defectuosos o incluso malvados. Se les insulta o ridiculiza utilizando el sarcasmo o la indiferencia. En esta situación apenas queda espacio para el compromiso y el progreso, lo que amenaza la libertad y la democracia.

“Tenemos el hábito de expresar desprecio hacia las personas con las que no estamos de acuerdo. A veces ni tan siquiera somos conscientes de ello porque se ha convertido en algo muy habitual”, señaló mientras recordaba el tono habitual de Trump o de muchos medios de comunicación. “El problema no es que discrepemos demasiado ni que la política sea imposible de reconciliar, sino la forma en la que hablamos. Porque entonces la política se transforma y en vez de ser una forma de resolver los problemas democráticamente se convierte en una forma de destruir a nuestros enemigos”, señaló. Y después añadió: “Aquí también se dice eso de tú eres un enemigo de los españoles. A quienes no están de acuerdo se les dice tú eres comunista o tú eres facha, tú no quieres al país”.

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De insultar o ridiculizar a nuestros adversarios apenas queda espacio para el compromiso y el progreso, lo que amenaza la libertad y la democracia. | Foto vía Casa America.

El desprecio es solo un hábito

¿Qué podemos hacer? En primer lugar, defiende Brooks, reconocer que el desprecio no es nada más que un hábito y, como tal, se puede dejar. Igual que el tabaco. “Los neurólogos llevan trabajando muchos años en el problema de los malos hábitos y son difíciles de quitar porque en ellos participa una parte del cerebro, el núcleo accumbens, que no tiene que ver con el razonamiento consciente y responde de manera automática. Por tanto, la forma de dejar de hacerlo no es solo parar, sino sustituirlo por otro hábito para reprogramar nuestro núcleo accumbens”, explicó.

Un buen amigo con quien lleva trabajando seis años, nada menos que el Dalái Lama, aconsejó a Brooks huir del desprecio siendo bondadoso. “¿Qué hago si no me siento bondadoso?”, preguntó el escritor. Y el líder budista respondió: “Finge que lo eres. Pronto sentirás que lo eres y entonces empezarás a ver que te encanta serlo. Sé amable sin importar cómo te sientas y se convertirá en un hábito en el ámbito de la comunicación que romperá el ciclo del desprecio. Así que cualquier persona puede formar parte de la solución de nuestro problema nacional”, relató.

Brooks lo puso en práctica y asegura que funciona. “En mis debates creo un menor grado de hostilidad, hay más oportunidades para el compromiso y soy una persona más feliz. Esto es lo que creo que necesita mi país: líderes que se comprometan con una cultura de la bondad”, afirmó. “No quiero decir que no debamos discrepar. Al contrario, la democracia exige que haya una gran competencia de ideas, tenemos que estar en desacuerdo. Pero esa competencia debe basarse en el respeto y la amabilidad, nunca en el desprecio”, remató.

¿Pero los políticos compran este discurso? “Este sistema ha funcionado para muchos políticos y líderes a lo largo de la Historia. Es mucho más difícil porque requiere más tiempo, dedicación y coeficiente. Y porque uno se tiene que controlar. Winston Churchill, Franklin Roosevelt, Martin Luther King, Nelson Mandela nunca hablaban con desprecio de sus enemigos, despreciaban sus ideas, pero no a las personas”, contó a The Objective en este sentido.

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«Sé amable sin importar cómo te sientas y se convertirá en un hábito en el ámbito de la comunicación que romperá el ciclo del desprecio» | Foto vía Casa America.

Para los políticos interesados, Brooks tiene tres consejos. Primero, enfréntate a las personas de tu partido que muestran desprecio. “Las personas de otros partidos probablemente te ignorarán”, pero dentro de tus filas puedes ser un ejemplo. Segundo, defiende al otro bando. “No es necesario que estás de acuerdo con sus maneras de pensar, pero merecen ser tratados con respeto. Esto no te hará más popular, pero la gente verá que eres una persona con valentía moral”. Tercero, muéstrate agradecido. “Los psicólogos han descubierto que tiene un efecto casi anestésico: es imposible mostrar odio hacia una persona que te da las gracias”, reveló.

Con estas ideas Brooks pretende generar un movimiento social que acabe con la cultura del desprecio. Y aunque, no pueda convencer a todo el mundo, cree que la mayoría de las personas están de acuerdo con él. “El 93% de los americanos no está de acuerdo con este desprecio, no quieren odiar a sus vecinos y quieren un cambio. Lo que quiere decir que un 7% están a favor del odio porque se están ganando la vida con él, tienen fama, prestigio y dinero gracias al odio. Nosotros tenemos que combatir esa tendencia y para ello tenemos una gran herramienta que son las redes sociales”, aseguró el escritor, que lógicamente recomienda un uso más amable y sosegado de ellas.

El conflicto catalán

En conversación con The Objective, el autor comentó brevemente el conflicto catalán diciendo: “Si el PSOE y Pedro Sánchez buscan una manera de tener diálogo me parece fenomenal. Y si por eso lo echan de la presidencia me parece espectacular porque hay que morir por algo”. Y continuó: “Es verdad que cuando haces una cosa poco convencional hay riesgo, pero para ser líder hay que arriesgar por el bien del pueblo. Yo espero, sinceramente, que funcione. Y claro que la gente de otros partidos se quiere aprovechar de eso, pero es una cosa muy débil atacar a alguien por querer dialogar. Puedes decir no estoy de acuerdo con dialogar con alguien que esté en contra de la ley, eso lo entiendo. Pero decir que si quieres dialogar eres mala persona e idiota es extremadamente contraproducente y espero que no persista”.

Como demuestra la crispación de Estados Unidos y España, “estamos teniendo problemas no porque discrepemos, sino porque insultamos a las personas. Tenemos que discrepar mejor, discrepar con las ideas de las personas” y renovar los consensos que sentaron las bases de nuestra vida en comunidad. “El acuerdo es el núcleo moral de la discusión”, aseguró Brooks, que exigió responsabilidades al electorado. “Si queremos una cultura diferente de políticos diferentes nosotros, como ciudadanos, tenemos la obligación de cambiar las circunstancias y decirles que estamos demandando otro tipo de político. Los políticos no son líderes, son seguidores y ellos responden a las señales que nosotros enviamos”.

Por eso Brooks vaticina un futuro corto a Trump. “Ha demostrado que en un momento de crisis económica se puede hacer una campaña de polarización. Pero es que era casi imposible perder contra Hillary [Clinton]. Mi perro hubiera podido ganar contra Hillary, era una candidata pésima. Además, hizo una coalición de personas pesimistas con temas populistas como la inmigración o los banqueros. Pero ahora que la economía va bien, la popularidad de Trump está al 40%. Va a fracasar, no va a persistir su liderazgo”, aseguró para concluir: “La política es cortoplacista. Trump se acabará, pero de aquí a 100 años habrá Estados Unidos y España y tenemos que tener como proyecto a largo plazo el amor de nuestra sociedad”.

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