Alejandro Fernández (PP): «El principal cambio que necesita Cataluña es la recuperación de la cultura democrática»
Conocido por sus peculiares campañas políticas y por haber dicho que es «tan españolazo como Torra», Alejandro Fernández es el líder del Partido Popular de Cataluña y candidato a la presidencia de la Generalitat. Tarraconense, catalán y Español: «Las tres identidades para mí son fundamentales», dice, pero añade que la de «españolazo» le define bastante. A sus 44 años asegura que ser el presidente de los populares en Cataluña y presentarse a estas elecciones es la tarea más complicada y más apasionante a la que se ha enfrentado: «Defender la libertad en una tierra donde durante ocho años se ha puesto en tela de juicio y se ha estigmatizado a la población no nacionalista».
Con algunos de los líderes del procés aún en prisión, el independentismo dividido como nunca antes, y la desmovilización del voto constitucionalista, las elecciones catalanas de este año van a ser las elecciones de los pactos. Unas elecciones amenazadas, además, por las terribles cifras crecientes de coronavirus en la región. En este contexto, hablamos con el presidente del PP catalán.
El independentismo está dividido en Cataluña, pero al Constitucionalismo tampoco le va mejor. Lejos queda aquel «España suma».
La única vez que se ha producido una coalición electoral en los últimos años en Cataluña fue Junts pel Sí. En el año 2015. No, no ha habido nunca coaliciones separatistas y coaliciones constitucionalistas. Estamos en una sociedad de pluralismo democrático y, por lo tanto, cada opción política está en el derecho a a presentarse con sus propio proyecto político, que no solamente es decir si o no a la independencia. Es también, pues, qué tipo de política económica tienes, qué tipo de política educativa, qué tipo de lucha contra la pandemia, qué visión tienes de la propiedad privada.
Hay muchas cosas y cada partido político tiene su proyecto para Cataluña. Y a veces se da por hecho que existen dos bloques absolutamente homogéneos y realmente no los ha habido nunca, es decir, en estas elecciones no va a ocurrir nada distinto a lo que ocurrió en las anteriores, y es que se presentó cada partido con sus propias siglas.
No va a haber una mayoría clara. Sobre los posibles pactos, ¿qué papel va a jugar el PP?
Hay una frase de Aznar que me gusta mucho: «Primero se gana y luego se pacta». Asumiendo que yo tengo un poquito más difícil ganar de lo que lo tenía él cuando se presentaba a unas generales, yo siempre digo que lo que tienes que hacer es esperar a que la gente vote, entre otras cosas, porque yo me presento a candidato a la presidencia de la Generalitat y lo hago convencido de que nuestro proyecto es el mejor y no voy a convertirme aquí ahora en el palmeo de nadie.
Nos presentamos convencidos de que tenemos el mejor proyecto para Cataluña. Ahora bien, dicho esto, es evidente que nosotros a lo que aspiramos es que en Cataluña haya alternancia política. Es decir, Cataluña es la única comunidad autónoma donde nunca ha habido alternancia ideológica. Desde el 80 gobiernan siempre los nacionalistas, han cambiado los actores, pero siempre hay nacionalismo. Nuestro objetivo sería, evidentemente, que hubiera un gobierno no nacionalista, pero hasta que no vote la gente nosotros no vamos a hablar de pactos, entre otras cosas porque yo no quiero hacer como Iceta o Illa, que dicen siempre que no van a pactar con Esquerra y luego pactan con Esquerra.
¿No es mejor esperar a que la gente vote? Y en función de la aritmética y de la situación de cada uno, entonces hablar de pactos. Hablar antes es absurdo. No podemos plantear nuestro proyecto político haciendo las cuentas de la lechera.
¿Cómo calificas la gestión del coronavirus por el Govern?
Es evidente que que es caótica y muy mala, pero además con un agravante. Los datos sanitarios podríamos decir que son equiparables a los de otras comunidades, en cambio, en Cataluña, con unos resulta que se ha cerrado absolutamente todo y se ha destruido todo el tejido económico. Por lo cual en el binomio salud-economía nos encontramos con que en la salud, la gestión es más o menos parecida, pero la gestión económica es la peor de toda España, con mucha diferencia.
¿Qué tres grandes cambios necesita Cataluña?
Hay uno esencial que es la recuperación de la cultura democrática en Cataluña, que significa también la convivencia. El separatismo tiene muchos defectos, pero el más grave de todos es que gestiona una retórica del enemigo irreconciliable. Plantea que algo más de la mitad de los catalanes somos traidores, malos catalanes y, por tanto, enemigos de nuestra propia tierra. Cuando tú estableces una retórica del enemigo irreconciliable estás minando las bases de la convivencia. Porque claro, si hay la mitad de Cataluña que cree que la otra es un enemigo mortal, pues evidentemente es muy difícil convivir.
La recuperación de esa convivencia y esa cultura democrática exige la salida del nacionalismo durante un tiempo. Alternancia política como mínimo, para garantizar que la Generalitat vuelva a estar orientada a todos los catalanes y no sólo a los que se sienten separatistas.
Luego, en segundo lugar, una cosa que necesita muy rápido es que, Cataluña, a raíz del proceso separatista, ha asumido también, además de la cultura de la confrontación entre catalanes, una cultura que mina completamente cualquier tipo de política, de incentivo, del dinamismo económico, del respeto a la propiedad privada, de la libertad educativa.
La agenda de la CUP se ha impuesto en Cataluña. Una sociedad que había sido próspera y que había sido una de las sociedad más prósperas de Europa, hoy está gobernada con políticas de extrema izquierda.
Pues esas son las dos cosas que tienen que cambiar. En Cataluña tiene que haber un cambio de verdad, no un apaño entre el PSC y Esquerra, que es lo que quieren salvar Illa, sino un auténtico cambio de gobernantes, pero también de políticas.
¿Qué puede ofrecer El PP en Cataluña que no pueda ofrecer otro partido constitucionalista?
Además de decir sí a la unidad de España y sí a la convivencia, que eso hay otras fuerzas que también lo están diciendo, nosotros tenemos algo que nos diferencia de ellos y además lo hemos demostrado en solitario en el Parlament de Catalunya. ¿Quién ha defendido los impuestos moderados en el Parlament de Catalunya?, el Partido Popular en solitario. ¿Quién ha defendido la libertad educativa en Cataluña?, el Partido Popular en solitario. ¿Quién ha llevado al Constitucional toda la ley a favor de la ocupación ilegal?, el Partido Popular en solitario.
Nosotros tenemos una agenda de recuperación social, económica y de de salud distinta a la de los otros partidos y creemos que es la necesaria, porque es la que funciona en los países más desarrollados.
¿Qué significa ser de derechas en Cataluña?
Yo nunca he tenido miedo a esa etiqueta. Algunos lo pueden llamar de derechas, centro derecha, liberal, conservadores. Yo creo que hay una combinación de varias cosas. El primero, es el respeto a las instituciones democráticas y a las reglas del juego. Eso para mí no solamente lo vivimos desde la derecha, pero eso es un fundamento esencial del pensamiento liberal conservador. Es profundamente democrático, es europeísta.
Conviene recordar que los fundadores de la Unión Europea, los llamados padres de Europa, eran todos de la familia política del Partido Popular. Estamos hablando de Adenauer, De Gasperi, Monnet, Schuman.
Somos demócratas que creemos en las instituciones democráticas y creemos en dos cosas: primero, la libertad, en un sentido muy amplio. Libertad económica, libertad de iniciativa individual en todos los campos de la vida y también un cierto respeto a la tradición. Es decir, nosotros somos herederos de muchas generaciones que han trabajado mucho, que nos han dejado un legado que hay que proteger, un legado cultural, patrimonial, jurídico, o un legado de convivencia que nos diferencia de otras ideologías revolucionarias, que no creemos que hayamos venido al mundo a redimirlo, sino que venimos a mejorarlo, recogiendo las cosas buenas que nuestros antecesores nos dejaron.
¿Qué es para ti ser patriota?
Para mí ser patriota es algo distinto a ser nacionalista. El nacionalista esencialmente cree que su lengua, su cultura, su tradición, es lo que define su nación y que el que no comparta exactamente igual esa manera de entender el mundo ya es un enemigo en su nación. Nosotros creemos en la nación cívica, en la que caben diversas lenguas, diversas culturas, diversas ideologías, diversas maneras de entender el mundo, pero que lo que nos une es un proyecto común llamado España, que evidentemente no nació ayer, que tiene muchos siglos de historia y que hoy es una monarquía parlamentaria, una democracia de las más avanzadas del mundo.
Yo creo que defender eso es ser patriota. Luego vienen las emociones. Yo me emociono mucho con nuestra bandera, me emociono mucho con la selección, me emociono mucho con España. Pero ser español y ser patriota es entender que a los españoles lo que nos une son los derechos y las libertades y también las obligaciones y luego los sentimientos, que para cada uno son distintos y son respetables, siempre que se respete esa democracia y esas reglas del juego.
España es una de las grandes naciones del mundo, y para mí, la que ha hecho la contribución cultural más notable de la historia. Es verdad que Francia, Italia y Gran Bretaña están ahí, pero si lo analizamos con lupa, creo que la de España es la más notable de todas desde que existen las naciones como hoy las entendemos. No tenemos que tener ningún complejo, tampoco ninguna ansia de superioridad, pero sí un profundo orgullo.
Sobre los políticos catalanes en prisión, ¿qué te parece un indulto o una reforma del Código Penal para facilitar su salida de la cárcel?
La amnistía no cabe en nuestro ordenamiento jurídico, porque la amnistía exige un cambio de régimen en el que se hace una enmienda a la totalidad del Código Penal anterior y se revisan los delitos que en el régimen anterior, que normalmente es una dictadura, eran figuras delictivas y ahora dejan de serlo. Por ejemplo, cuando la amnistía en España se aplica, se aplica sobre todo a un delito del franquismo que era asociación política ilícita. Evidentemente ese delito ya no cabía en una democracia. Por lo tanto, se admitió a todos los que habían sido condenados por ese delito. Eso no cabe ni en la malversación ni en la sedición, porque no son ideologías. La malversación y la sedición son delitos graves, que lo son ahora y lo van a seguir siendo. Por tanto, no hay ese cambio legal que pueda provocar una amnistía.
Y luego, en relación al indulto, yo he ido analizando indultos que ha otorgado los distintos gobiernos de España de mi partido, el Partido Socialista, en los últimos años, y no he visto ninguno tampoco en Europa, que se le haya otorgado a alguien que dice que va a volver a cometer el delito que le provocó la condena. No he visto ninguno. Esto vale para malversación, para sedición, pero valdría para cualquier otro delito. Si un ladrón dice que va a volver a cometer el mismo delito, pues no le van a dar el indulto. Y lo mismo ocurre con las reformas legislativas planteadas a la medida de un delincuente en concreto. Eso no se ha visto en la vida. Las leyes tienen que tener una vocación global y tienen que atender a situaciones que sobretodo respondan al bien común. No se le puede hacer un traje a medida, como una ley, a un condenado por un delito en concreto.
¿Y qué pasa con Puigdemont, «el exiliado» según Torra?
Es evidente que no es exiliado ni es represaliado,. Yo lo que veo es que vive en una mansión y que no parece que le falte de nada. Esto es como Torra, que decía que era un represaliado con 92.000 euros al año de pensión que le ha quedado. Pues como dije un día en el Parlament, en esas condiciones también me gustaría a mí ser un represaliado, que me quedara una pensión 90.000 euros.
Es un fugado de la Justicia y estoy convencido que tarde o temprano tendrá que responder ante la justicia española.
¿La justicia en España es independiente?
La justicia española es independiente. La justicia española es como todo, no es perfecta, pero si miramos los parámetros por los que se mide la calidad democrática de grandes publicaciones como The Economist, entre los que la separación de poderes es uno de los criterios fundamentales para evaluar dicha calidad, España es una de las 20 mejores democracias del mundo. Por tanto, es verdad que, como pasa con todos los partidos, también nuestro sistema de justicia puede mejorar. Pero de ahí a decir que es un desastre, pues no. Es una justicia perfectamente equiparable a la de nuestros socios europeos y las democracias más avanzadas del mundo.
Y en el ámbito nacional, ¿qué decir sobre sobre el Gobierno de coalición de PSOE y Podemos, el llamado «Gobierno más progresista»?
Un gobierno que se hace llamar progresista en lo que hace: incrementar el paro, subir los impuestos que acaba pagando todo el mundo y que no son en absoluto progresivos, que provoca la subida de la luz más alta de la historia en el peor momento, en plena ola de frío y una subida que afecta sobre todo a las familias más humildes. Se suele decir en estos casos que el progresista es al progreso lo mismo que el carterista a la cartera.
Evidentemente hay buenos políticos y malos políticos, pero hay algunos que se esfuerza especialmente por obsesionarse con el poder. Es el caso de Pedro Sánchez, al precio que sea. Yo creo que todo político tiene siempre algún problema de hemeroteca con respecto a lo que dijo y lo que luego le toca hacer. Yo debo decir que he revisado a fondo la mía y es bastante coherente, y eso que he tenido la oportunidad de gobernar en Tarragona dos veces y en la Diputación.
Y cuando gobiernas, es muchas veces cuando te ocurre que lo que decías en la oposición, y lo que dices luego cuando gobiernas, puede provocar incoherencias, pero lo de Pedro Sánchez es inaudito. En el debate de las elecciones dijo que jamás pactaría con Bildu, que no podría dormir tranquilo si pactaba con Pablo Iglesias, y lo hizo al día siguiente, sin ningún tipo de vergüenza. Esa frialdad y esa obsesión por el poder no la había visto nunca, y mira que Zapatero nos lo ha puesto complicado.
¿Tres políticos que realmente no lo son o no merecen serlo?
Quim Torra no era un político. Eso es evidente. Quim era un activista de una ideología absoluta. A Pablo Iglesias le pasa exactamente lo mismo, aunque es verdad que tiene algunas cualidades comunicativas y puede ser un buen orador, pero también tiene mucho más de activista fanático que de persona que piensa en el bien común. Y creo, que por lo que he explicado antes, Pedro Sánchez. Yo nunca había visto tampoco un presidente tan frívolo y con tanta obsesión por el poder y que fuera capaz de mentir con tanta frialdad sobre sus verdaderas intenciones. Eso te inhabilita como político.
¿Y qué decir sobre la posible entrada de Vox en el Parlament?
Yo nunca he hecho cordones sanitarios. No he creído en ellos. Primero, porque se lo aplicaron a mi partido en el Pacto del Tinell del año 2003 por primera vez desde la recuperación de la democracia, y eso trajo consecuencias funestas, porque al final tanto la Unión Europea como la España de la Constitución se basan en el pluralismo democrático. Otra cosa es que yo, evidentemente, no comparta una parte sustancial del proyecto político de Vox, sobretodo cuando se declaran muchos de sus miembros euroescépticos o plantean una enmienda a la totalidad a la Constitución española. Yo creo que eso también rompe la convivencia.
¿Biden o Trump?
Lo que hizo Donald Trump tras las elecciones es gravísimo y debería quedar inhabilitado para la política, lo digo claramente. Lo que pasó en el Capitolio fue la incitación a una insurrección y a un golpe de Estado. Eso es gravísimo. Y además, creo que ensombrece cualquier cosa buena que hubiera podido hacer en materia económica durante su mandato, porque si no aceptas unos resultados electorales y no aceptas la alternancia democrática, pues estás completamente fuera del juego democrático.
A partir de aquí, yo lo que sí que le pediría a Biden es que la reconciliación entre americanos no sea una revancha de progres contra derechistas, y que sea equilibrado en sus políticas. Lo que no va a garantizar la convivencia en los Estados Unidos y recuperar la unidad civil es que ahora se empiece allí con unas políticas radicalmente distintas que marginen a la mitad de la población. Al final fueron unas elecciones reñidas y hay que tener en cuenta que el apoyo popular que tuvo Donald Trump, aún perdiendo las elecciones, fue formidable.
Teniendo en cuenta el discurso de Biden con respecto a España y a la Unión Europea, me gusta que ha lanzado un mensaje de colaboración con la Unión Europea y de recuperación de los vínculos atlánticos. Eso a mí me gusta.