'Cambiemos el mundo' de Greta Thunberg: el poder de la palabra para parar la crisis climática

Con 15 años decidió hacer, ella sola, una huelga estudiantil por el clima y el medio ambiente. Eso fue hace un año y ahora es candidata al Nobel de la Paz. Es Greta Thunberg (Estocolmo, 2003), la activista sueca y adolescente que ha sacudido los cimientos dormidos del activismo ecologista[contexto id=»381816″] y de la que seguro has oído hablar.

“Solo hablo cuando lo creo necesario”, dice Greta Thunberg sobre el Asperger del que está diagnosticada, que “no es una enfermedad, es un regalo”, aclara. Y sus palabras se han enquistado en millones de jóvenes en todo el mundo que han seguido su ejemplo para salvar una casa, la de todos, la Tierra, que está en llamas.

Ahora la adolescente sueca publica Cambiemos el mundo (Ed. Lumen), un libro que recoge los discursos que ha ofrecido ante diversos organismos, como las Naciones Unidas o la Unión Europea, que resaltan el poco margen de tiempo que hay para actuar ante el aumento de 2 grados del planeta y que han animado a más de 1,5 millones de estudiantes a salir a la calle.

“Nadie actúa como si estuviéramos en una crisis”, repite en sus discursos. Una llamada de atención a políticos, ciudadanos y medios. A estos últimos nos pide que tratemos «la crisis climática como la grave crisis que es”.

Los discursos recogidos en Cambiemos el mundo sirven no solo para comprender la lucha de Thunberg, sino también para entender al personaje, uno de los más influyentes de los últimos tiempos y, por supuesto, uno de los más polémicos. Su «grito de socorro» es interpretado por algunos como una campaña de marketing, y Thunberg ha sido tildada de «títere» –no se sabe muy bien de quién–. Consciente de ello, asegura en uno de los mensajes reproducidos en el libro –publicado originalmente en su página de Facebook– que “detrás de mí solo estoy yo misma” y que a pesar de ser solo «una mensajera» recibe «todo ese odio».

Uno de los argumentos más repetidos por sus críticos se han basado en echar por tierra la famosa huelga estudiantil, tildándola de inútil, a lo que ella ha contestado reiterada y tajantemente: «¿Por qué debería estar estudiando por un futuro que pronto podría dejar de existir cuando nadie está haciendo absolutamente nada por salvarlo?». Si la gente fuera “consciente del escenario de al que nos enfrentaremos si no mantenemos el calentamiento global por debajo de los 2ºC, no me preguntaría por qué hago huelga estudiantil delante del Parlamento”, replica. “O elegimos continuar como civilización o no lo elegimos”, sentencia.

Sus enardecidos discursos –al menos en el contenido, no tanto en la forma– han sido acusados de tremendistas –algo que, según ella, responde a la auténtica emergencia en la que como seres humanos estamos metidos– y de no haber sido siquiera escritos por ella –algo que niega–. “Solo estamos repitiendo lo que los científicos están y han estado diciendo en las últimas décadas”, asegura. Sea como fuere, son la muestra de un movimiento incipiente y que está resultando mucho más influyente de lo que ella misma esperaba.

La idea de la huelga estudiantil por el clima está “inspirada en los estudiantes de Parkland, que se habían negado a ir al colegio tras los tiroteos”, asegura su impulsora. Unos orígenes que residen en la necesidad de un cambio inmediato, de una revolución. Greta Thunberg dice no querer la esperanza de los adultos, que lo que realmente quiere es «que sientan el miedo» que ella siente «todos los días». Y, como “el verdadero poder pertenece al pueblo”, puede que lo consiga.

Cambiemos el mundo es, en definitiva, ese retrato breve e inicial de la mecha que ha prendido un levantamiento mundial. Sirve también como preámbulo de Nuestra casa está ardiendo. Historia de una familia y de un planeta en crisis, que escribe junto a sus padres y su hermana Beata, y que se publicará próximamente también en la editorial Lumen.