Por qué Corea del Norte debería preocuparte por sus hackers y no por sus bombas
La amenaza es real. Las pruebas balísticas constantes de Corea del Norte, con su extravagante líder y su carrera nuclear hacia ninguna parte, ponen en tensión a las potencias occidentales, que celebran reuniones y organizan actos para prepararse para el día en que esos lanzamientos sean algo más que ensayos. Con todo, lo cierto es que existe otro peligro, mayor y silencioso, que podría desencadenarse en cualquier momento sin la solemnidad de un lanzamiento atómico.
La amenaza es real. Las pruebas balísticas constantes de Corea del Norte, con su extravagante líder Kim Jong-un y su carrera nuclear hacia ninguna parte, ponen en tensión a las potencias occidentales, que celebran reuniones y organizan actos para prepararse para el día en que esos lanzamientos sean algo más que ensayos. Con todo, lo cierto es que existe otro peligro, mayor y silencioso, que podría desencadenarse en cualquier momento sin la solemnidad de un lanzamiento atómico.
Para la revista Newsweek, la situación recuerda al escenario del siglo pasado, a pesar de las grandes diferencias. Entre 1914 y 1918 tuvo lugar la Primera Guerra Mundial, pionera en el uso de nuevas tecnologías, que se convirtió en la más mortífera hasta entonces, dejando en los campos de batalla cerca de 17 millones de muertos. Justo después, en 1918, la conocida como gripe española se expandió por todo el mundo y se estima que se saldó con entre 50 y 100 millones de muertos.
En este reportaje se equipara, por un lado, la I Guerra Mundial con una hipotética ofensiva nuclear norcoreana y, por otro, la epidemia de gripe española -inesperada, invisible- con un ataque cibernético de nivel planetario que desataría el caos en nuestras sociedades, completamente informatizadas. Estos símiles encuentran el respaldo del director actual de la CIA, Michael Hayden, que asegura desconocer las posibles consecuencias de este tipo de ofensivas al ser “un nuevo tipo de arma” sin precedentes.
En este sentido, la vulnerabilidad de nuestros equipos es evidente. El pasado mes de mayo, un ransomware con una capacidad muy limitada puso en jaque hasta 99 países aprovechando las fallas de seguridad de los dispositivos de Microsoft. Afectó al sistema de salud británico, al banco más importante de Rusia, el Sberbank, y también al Ministerio de Interior del país, bloqueó la actividad en la sede de Telefónica en Madrid y fulminó millones de ordenadores en India y China.
“Ahora tenemos que preocuparnos por Siria, Irán y Corea del Norte», asegura un alto mando de la Agencia Nacional de Seguridad
El principal sospechoso del ataque, todavía sin identificar, es Corea del Norte. “Solía preocuparnos que Rusia y China tumbaran nuestras infraestructuras”, aseguró Stewart Baker, general de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos, en una entrevista para Pew Research Center. “Ahora tenemos que preocuparnos por Siria, Irán y Corea del Norte. Y, próximamente, tendremos que hacerlo por Hezbollah y Anonymous”.
Hemos confiado todo este tiempo en ordenadores y sistemas de software el funcionamiento de las redes de energía, de los aeropuertos, de los bancos, de los satélites, de absolutamente todo. Ahora el internet de las cosas despunta como uno de los grandes retos de la humanidad y ya estamos conectando entre sí coches, teléfonos móviles, electrodomésticos… Estamos creando puertas de acceso para los hackers que quieran introducirse en nuestro día a día sin darnos cuenta.
La revista Newsweek dibuja un escenario donde los semáforos no funcionarían, el transporte público quedaría bloqueado, no sería posible que saliera ningún vuelo y los satélites dejarían de emitir señales. No habría sistema de pago con tarjeta y no se podría retirar dinero de los bancos, desencadenando un problema de gestión de recursos y de desabastecimiento generalizado. Y así sucesivamente.
Un relato alarmista que, sin embargo, pone de manifiesto el riesgo al que estamos sometidos. Si un grupo de hackers norcoreanos fueron los verdaderos autores del ramsonware que despertó tanta inquietud en los países más poderosos del planeta, ¿qué ocurriría si ejecutaran un ataque verdaderamente poderoso?