¿Cómo afecta la pérdida de un ser querido a tu bebé cuando estás embarazada?
El sentimiento de duelo nos acompaña inevitablemente en algunos momentos de nuestra vida; la muerte de un ser querido deja huella en nosotros de un modo que a veces ni siquiera imaginamos. Una nueva investigación ha descubierto que la exposición de una mujer embarazada a un hecho traumático, en este caso la pérdida de alguien cercano, afecta directamente al bebé, que termina por desarrollar una mayor predisposición a sufrir alguna clase de trastorno psíquico.
El sentimiento de duelo nos acompaña inevitablemente en algunos momentos de nuestra vida y nos deja huella de un modo que, a veces, ni siquiera imaginamos. Una nueva investigación ha descubierto que la exposición de una mujer embarazada a un hecho traumático, en este caso la pérdida de alguien cercano, afecta directamente al bebé, que termina por desarrollar una mayor predisposición a sufrir algún tipo de trastorno psíquico.
El estudio, publicado en la revista especilizada American Economic Review y liderado por Maya Rossin-Slater (profesora de Investigación y Política Sanitaria en la Universidad de Stanford) y Petra Persson (profesora de Economía en la misma universidad), apunta que esta circunstancia se comprueba en que estos bebés, durante la infancia y adolescencia, tienen una mayor tendencia a ser tratados por TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) y, durante la edad adulta, con ansiolíticos y antidepresivos.
“Por supuesto, uno no puede prevenir la muerte de un familiar y nuestra intención no aspira a ser otra fuente de estrés para las embarazadas, que ya se enfrentan a la intensa presión de comer adecuadamente, evitar las actividades consideradas peligrosas y experimentar una avalancha de consejos sobre salud”, escribe Persson, según recoge la revista Futurity. “Sin embargo, nuestros hallazgos apuntan potencialmente a la importancia general de reducir el estrés durante el embarazo, por ejemplo, a través de una baja prenatal remunerada y programas que garanticen recursos y apoyo social a las mujeres embarazadas pobres”.
La investigación se centró en personas nacidas en Suecia entre 1973 y 2011 que compartieran la experiencia de que sus madres hubieran sufrido durante el embarazo la pérdida de un familiar cercano. Los expertos emplearon para ello registros oficiales –en Suecia constan todos los medicamentos recetados también– y construyeron árboles genealógicos de hasta cuatro generaciones, llegando a los bisabuelos. Pusieron en contraste esos datos con los de aquellos cuyas madres perdieron a un ser querido nueve meses después de nacer ellos.
Los resultados que obtuvieron mostraron una diferencia significativa. “En resumen, nuestras conclusiones exponen cómo la muerte de un familiar de hasta tres generaciones de distancia tiene consecuencias de gran alcance para la salud mental que se plasman en la infancia y la edad adulta”, esgrimen Persson y Rossin-Slater. “Nuestro cálculo determina que la exposición en el útero al estrés puede llevar a un aumento del 17,3% en la probabilidad de terminar consumiendo un tratamiento contra el TDAH, y en el caso de fármacos contra la ansiedad y la depresión de un 9% y un 5,5% durante la infancia y la edad adulta, respectivamente”.
Por esta razón, los profesores sostienen que es importante la implantación de políticas desde los gobiernos para combatir esta situación, lo cual tendría unos beneficios “sustanciales” para la próxima generación. Sobre todo en los casos de las familias empobrecidas, más expuestas al estrés.
Este trabajo, por otra parte, está inspirado en otras dos investigaciones económicas recientes que se basaron en información recogida de los archivos oficiales de Uganda e Irak en los que se analizaba el impacto de la exposición fetal a la malnutrición, lo cual les llevó a descubrir unas consecuencias devastadoras en el desarrollo mental de los niños.
“Nuestro estudio ofrece una evidencia complementaria que relaciona las circunstancias en los primeros momentos de la vida con la salud mental adulta y abre nuevas vías al centrarse en el estrés”, determinan los autores. “El análisis del estrés parece más pertinente que la desnutrición en países desarrollados como Estados Unidos o Suecia, sobre todo en los periodos entre el shock fetal y la edad adulta”.