¿Puede una mujer ejercer violencia vicaria sobre un hombre?
Desde 2013, año en el que empezó a registrarse este tipo de delitos, 39 menores han sido asesinados por sus padres
Antes de nada y de despertar el cacareo de quienes nos llaman feminazis y todas esas patochadas con las que a veces tenemos que lidiar, la respuesta a la pregunta con la que titulo este artículo es SÍ, sí se puede ejercer la violencia vicaria de una mujer a un hombre. Aunque, por otro lado, la violencia vicaria también es un tipo de violencia machista y puede tener varios tipos de manifestaciones.
La violencia vicaria es una violencia interpuesta y que supone «utilizar a otro para hacer daño a un tercero», nos cuenta la abogada experta en violencia de género Paz Lloria. Es decir, una forma de violencia –física o psicológica– por la que una persona ataca a otra con el objetivo de causar dolor a otro individuo. De esta forma, se puede dar de un hombre a una mujer, de una mujer a un hombre, de una mujer a una mujer y de un hombre a un hombre y, casi siempre, la persona atacada va a ser un hijo de la víctima, aunque puede ser cualquier otra persona.
Por otro lado, hay que tener en cuenta y matizar que en el caso de que tenga lugar de un hombre a una mujer «con el objetivo de seguir controlándola porque entiende que es él el que tiene que mantener el control y la dominación», hablamos de violencia vicaria de género, matiza Lloria, porque el motivo del daño es una discriminación por razón de género. Y aquí, en este punto y para seguir despejando dudas sobre este término, también es conveniente matizar que la violencia vicaria puede ejercerse de diferentes formas. La más frecuente, aunque también la más desconocida, es la económica, es decir, mediante el impago de las pensiones. De esta forma, cuando una de las partes deja de pasar la pensión a la otra impacta en la precariedad de la víctima y los hijos. Así, es importante entender que esto no es solo una violencia entre parejas, sino que es un atentado contra la infancia.
Por desgracia, en los últimos días nos hemos tenido que familiarizar con este término en su manifestación más aberrante. El cadáver de la pequeña Olivia, de apenas seis años, aparecía tras varios días desaparecida. Presuntamente, la menor había sido asesinada por su padre, Tomás Gimeno, que desapareció con ella y con su hermana, Anna, de un año y cuyo cuerpo aún no ha sido localizado, el pasado 27 de mayo. Este caso sería un claro ejemplo de violencia vicaria machista en su forma más cruel. Gimeno usó a sus hijas para hacer daño a una tercera persona: su ex mujer, Beatriz Zimmermann. «No vas a volver a ver a las niñas jamás», le dijo Gimeno a Zimmermann la noche de los hechos.
¿Cuántos menores han sido asesinados por violencia vicaria?
Desde 2013, año en el que empezó a registrarse este tipo de delitos, 39 menores han sido asesinados por sus padres. Unas cifras que estremecen y resultan extremadamente dolorosas teniendo en cuenta que 39 niños han muerto en manos de una de las personas que se supone más debería quererlos y cuidarlos. 2017 fue el año en el que más menores asesinados se han contabilizado: ocho niños perdieron la vida.
En 2021 se han registrado tres menores víctimas mortales de la violencia vicaria. Además de la pequeña Olivia, el 9 de marzo una niña de 11 años fue asesinada a tiros por su padre en Madrid, después de que el hombre intentara incendiar la casa en la que estaban la menor y su madre (que también fue asesinada); mientras que el pasado 17 de mayo un niño de siete años fue asesinado, también junto a su madre, en Mallorca. La mujer había denunciado en dos ocasiones a su presunto agresor.
Según el último informe del Ministerio de Interior sobre el riesgo que corren los menores hijos de víctimas de violencia de género, hay 397 menores en riesgo medio y 45 en riesgo alto de ser atacados por sus progenitores.
Más de la mitad de los asesinatos de 2021, en un mes
En lo que va de año 19 mujeres han sido asesinadas por su parejas o ex parejas. Más de la mitad de ellas, 11, han muerto en el último mes, seis en una sola semana. Lo que parece una realidad es que el fin del estado de alarma, con la pérdida del control de los maltratadores sobre sus víctimas, ha provocado un repunte de esta lacra que deja en el histórico 307 huérfanos. «Cuando el sujeto pierde el control o cree que va a perderlo es cuando más agresivo se vuelve», apunta Paz Lloria, que hace hincapié en que si durante el confinamiento se redujeron las muertes no fue porque no se produjeran actos de violencia machista, sino porque «era muy difícil tener el cadáver en casa y porque la mujer estaba controlada». «Se redujeron las muertes, pero no las humillaciones, la vejaciones y las torturas», matiza y agrega: «Todo esto siguió igual, pero ellas no podían denunciar». Y es que el número de denuncias presentadas por mujeres víctimas de violencia de género descendió un 10,31% en 2020.
Además, la experta hace mención a otro fenómeno que tuvo lugar durante esos meses de encierro obligatorio, un aumento de los delitos cibernéticos de control. «Esto pasó, sobre todo, en parejas que durante el confinamiento estuvieron separadas y también convivieron juntas», cuenta y explica que, aunque no haya aún datos al respeto, se pude hablar de manera «intuitiva» de un aumento de este tipo de hechos ya que los delitos de ciberdelincuencia se dispararon durante el confinamiento, según la Interpol.
En el tercer trimestre de 2020, los juzgados de violencia sobre la mujer enjuiciaron a 5.720 personas, frente a las 5.780 que se sometieron a juicio en el mismo periodo de 2019. De ellas, 5.699 fueron hombres y 21, mujeres. En este punto todos deberíamos parar para reflexionar y evaluar qué está fallando y en qué es necesario mejorar. La calle estos días es un clamor contra los asesinatos machistas y contra la violencia que mata a los hijos, pero parece no ser suficiente.
Conocer la causa para buscar la solución
En derecho penal todas las vidas valen igual. Es indiferente que un sujeto A mate a un sujeto B y este último sea una anciana de 90 años, una mujer de 40, un niño de cinco o un hombre de 50. El injusto es el mismo, sin embargo, conviene conocer la causa para buscar la solución.
En el Código Penal español no existe el feminicidio, es decir, no se castiga más grave cuando un varón mata a una mujer por razones de género que cuando un varón mata a otro varón o una mujer a otra mujer, por ejemplo. Aunque hay que aclarar que desde 2015 sí que contamos con un agravante que nos permite endurecer un poco más la pena cuando el hecho se produce por razones de discriminación de género, pero también de raza, etnia o religión.
Entonces, si todas las vidas valen igual, ¿por qué distinguir entre violencia machista, vicaria o familiar? La experta nos los explica: «Desde el punto de vista penal da igual, pero nos interesa desde el punto de vista procesal y criminológico para establecer, por un lado, quién es el autor de los hechos y, por otro, las medidas de prevención». Y aquí es donde Paz Lloria destaca la ausencia de un buen equipo de valoración de casos de violencia de género en los que se incluya juristas con formación en perspectiva de género, psicólogos, psiquiatras, educadores y criminólogos.