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Esclavitud infantil: qué es, dónde sigue existiendo y qué podemos hacer para erradicarla

Es un problema invisible, del que es casi imposible tener cifras exactas, y que en muchas regiones se ve como algo natural. Por eso es necesario educar a la población y, sobre todo, visibilizarlo

Esclavitud infantil: qué es, dónde sigue existiendo y qué podemos hacer para erradicarla

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La esclavitud infantil sigue existiendo. Así de duro y así de claro. Millones de niños en todo el mundo dejan de serlo demasiado pronto por unos sistemas en los que el trabajo infantil está naturalizado y abandonar la escuela para trabajar en condiciones infrahumanas.

Sin embargo, es un problema invisible, del que es casi imposible tener cifras exactas, y que en muchas regiones se ve como algo natural. Por eso es necesario educar a la población y, sobre todo, visibilizarlo y darle la importancia que tiene.

Para poder explicar en qué consiste la esclavitud infantil, dónde se sigue llevando a cabo y qué se debería hacer para erradicarla hablamos con Josué Díaz, responsable de proyectos de Ayuda en Acción, y Rosaria Arbore, directora de programas de Educo.

¿Qué es la esclavitud infantil?

No existe una definición clara de lo que es la esclavitud infantil, pues sus límites se cruzan con los del trabajo infantil. Hay instituciones que consideran que las peores formas de trabajo infantil son las que se pueden considerar lo que se llama esclavitud moderna.

«Nosotros lo definimos como la explotación forzada de un niño o una niña en beneficio de otra persona. Lo que lo diferencia de otras formas de trabajo infantil es que el niño o la niña no tiene forma de abandonar esa situación. Esta es la mayor diferencia, la coacción», explica Rosaria Arbore.

La convención sobre la esclavitud de 1956 «la definía como una situación en la que los padres o tutores entregan a su hijo a otra persona con vistas de explotación», señala Arbore como la única definición técnica de este término. «Luego en la casuística y lo que puede pasar las fronteras son muy sutiles».

Josúe Díaz, por su parte, apunta que la esclavitud infantil «no es un concepto jurídico, es más un concepto para definir algo más complejo y que la ciudadanía lo pueda entender», y añade que normalmente se entienden como esclavitud las calificadas como «peores formas de trabajo infantil».

Esclavitud infantil: qué es, dónde sigue existiendo y qué podemos hacer para erradicarla 2
Foto: Mahmoud Hassano | Reuters

La esclavitud infantil puede tener muchas formas, pero las más comunes «son las niñas utilizadas con fines de lucro en prostitución, pornografía u otra forma de explotación sexual, las situaciones de mendicidad, pequeña delincuencia o tráfico de droga, siempre con esta connotación de estar obligados, luego el trabajo forzado en agricultura, fábricas, construcción, minas, industria turística y también casas particulares, porque hay muchísimo trabajo doméstico», explica Arbore. Añade que «también entra la categoría de niñas obligadas a participar en conflictos armados, los niños soldado, las niñas tomadas como esposas de soldados o milicianos, y luego también el matrimonio forzoso de niñas sobre todo».

Un ejemplo de esto es la figura del restavek, en Haití, «que son niños que trabajan como esclavos domésticos», explica Díaz, una figura que también existe en otros países de América Latina. «Consiste en que familias pobres de zonas rurales que tienen un conocido, un pariente remoto, que se fue a la capital y les une un parentesco lejano, les dicen que le manden a su hijo para darle estudios a cambio de que ayude en la casa cuidando a los hijos menores, con las tareas domésticas. Al final, te puedes imaginar cómo termina la cosa, ni estudios ni nada». Y lo peor no es eso, es que «hay violaciones y abusos sexuales, porque sobre todo es una forma de esclavitud infantil muy ligada a las niñas, que acaban siendo abusadas sexualmente por los hombres que hay en las casas, violadas, acaban embarazadas, y al final muchas tienen que abandonar sus hogares y acabar en la calle».

¿Dónde sigue ocurriendo?

«Realmente no hay ningún país donde esto no exista, sobre todo si hablamos de explotación sexual», afirma Arbore, aunque explica que donde realmente hay más casos es en Asia, América Latina y la región del Pacífico. «Es un poco complicado decir dónde pasa, porque es un abanico bastante amplio de casos», apunta, «pero es muy común sobre todo en esos países, aunque yo diría también que desde los países de Europa tampoco lo miraría siempre como algo que queda fuera de nuestras fronteras».

Esclavitud infantil: qué es, dónde sigue existiendo y qué podemos hacer para erradicarla
Foto: Beth Macdonald | Unsplash

Antes de la pandemia, 152 millones de niños y niñas trabajaban, «frecuentemente poniendo en peligro su integridad física». Casi la mitad de ellos ejercían las peores formas de trabajo infantil, por lo que se consideran víctimas de esclavitud moderna, como la trata, el trabajo forzoso o el recrutamiento militar, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Además, 1,2 millones de menores de edad eran víctimas de trata de personas; al menos un millón, de explotación sexual; 5,7 millones, de servidumbre por deuda y uno 300.000 habían sido reclutados por grupos armados, según datos de Unicef y la OIT.

Estas cifras muy probablemente empeorarán con la crisis económica que ya está provocando la pandemia de coronavirus[contexto id=»460724″]. Según Arbore, los expertos han calculado que un aumento de la pobreza de un 1% conlleva un incremento del 0,7% del trabajo infantil. Aunque todavía no hay proyecciones de lo que pasará en los próximos meses, hay indicios de un aumento en países como Mali, Guatemala e India, según señala Arbore.

¿Qué se puede hacer para erradicarla?

«El trabajo infantil es algo que está muy ligado a la pobreza, si hay desarrollo económico no hay trabajo infantil», explica Díaz. Por eso considera que «la educación es clave en la lucha contra el trabajo infantil» y, por tanto, contra la esclavitud.

Las ONG que trabajan en la lucha contra este tipo de prácticas tienen claro que «no existe una única solución, sino que se tiene que trabajar a distintos niveles», dice Arbore.

Por una parte, es importante reforzar las políticas y las leyes, así como en muchos casos su aplicación, «porque existen las leyes en los marcos normativos pero en la aplicación es donde falla», señala Arbore. En eso trabaja también Ayuda en acción, explica Díaz: «Nosotros lo que estamos haciendo es, por un lado, trabajar mucho a nivel político, que se reconozca esa forma de esclavitud infantil como peor forma de trabajo infantil, con lo que tiene ya una implicación del derecho penal».

Pero no todo son las leyes. También es importante «el concepto de Estado», señala Díaz, porque «ahí donde de alguna manera hay un estado fuerte, que pueda acompañar, garantizar unos mínimos a las familias o proveer unos servicios de calidad educativa estandarizados, que haya posibilidad de que estos niños estudien», se puede acabar con la esclavitud infantil.

Otra parte que consideran de especial importancia es la concienciación y sensibilización de la sociedad, puesto que en muchos lugares es una situación naturalizada, que no se entiende como un problema. «Educar, sensibilizar, visibilizar, esto es básico», dice Arbore, porque «la opinión pública no siempre es consciente de que estas cosas pasan en muchos países y es importante visibilizarlo y sensibilizar, educar en derechos humanos».

Lo mismo dice Díaz, que considera que hay que «difundir y concienciar a la ciudadanía para que el trabajo infantil, que suele ser algo invisible, algo naturalizado, la gente aprenda a verlos desde esas gafas de derechos de infancia».

«Realmente, es muy importante dar una respuesta desde múltiples actores e integral porque hay que atacar las causas profundas de estos fenómenos, no se puede responder solo con las leyes, aunque la penalización es necesaria, por supuesto», concluye Arbore.

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