Consejos para seguir siendo 'winelover' a pesar de los calores
Algunas ideas para componer la bodega veraniega que sean compatibles con las temperaturas estivales
Como no me canso de apuntar el vino es un buen compañero aún en los más calurosos meses del año, porque son abundantes y reseñables las alternativas veraniegas en lo que a oferta vinícola se refiere, capaces de sorprender a cualquiera que les da la oportunidad. Sin negar que la cerveza es el temido rival, resulta mejor o más acertado considerarlos complementarios. Es obvio que la cantidad alcohólica en un vino es mayor por lo que resulta determinante servirlo a la temperatura adecuada –como de nuevo reitero con asiduidad– pues será de ese modo cuando cumpla con la deseable función de refrescar. Por eso es imprescindible, en casa y el cualquier establecimiento, que estén bien conservados y que al servirlos se haga, en estas fechas, con un par de grados por debajo de lo requerido para cada tipo de etiqueta pues los perderá en pocos minutos después de abrir la botella, servirla y dejarla en la mesa. Y en todo caso, otro de mis ‘tips’ habituales, a mano una cubitera y hielo, el gran aliado de cualquier vino en esta temporada del año.
Repasadas las formas, nos adentramos en el fondo, una completa paleta vinícola disponible para quien se resiste a dejar de tomar vinos en verano, o sea para todo winelover que se precie de serlo. Perfiles diversos que dan la cara en cualquier ocasión sin necesidad de tener que recurrir a opciones a priori más frescas. Finos y manzanillas se cuentan entre ellos (Tío Pepe, La Ina, Fino Quinta, Manzanilla Solear, La Gitana…), vinos ideales para el verano gracias a su tipología. Su carácter salino los hace frescos a la vez que intensos. Son perfectos para el aperitivo acompañando, por ejemplo, mariscos varios o jamón ibérico, además de resultar muy interesante las buenas migas que hacen con la cocina japonesa. Importante tomar a unos 8º.
Están los blancos más aromáticos elaborados con variedades perfumadas y fragantes como riesling, gewürztraminer o moscatel. Uvas que aportan dulzura, amabilidad y sedosidad en la boca, vinos untuosos y muy apetecibles por su delicadeza. En el caso de los moscateles destacan los dulces de zonas como Alicante o Navarra, jóvenes y muy vivos. Incuestionables los jóvenes blancos del año (2022 añada en vigor) con los albariños al frente por esa característica acidez que les otorga frescura y viveza, a los que se suman los elaborados en Rueda, Ribeiro, en alguna de las tres zonas del Txakolí o Penedés, por ejemplo.
«En España destaca la firma Gramona por pionera en este tipo de vinos cuando de calidad se trata, y su Gramona Vi de Glass Gewürztraminer»
Como alternativa curiosa por poco conocida están los vi de gel (vino de hielo), tan escasos en nuestro país como personales, en los que el mosto es congelado parcialmente para lograr una mayor uniformidad al elaborarlo. En España destaca la firma Gramona por pionera en este tipo de vinos cuando de calidad se trata, y su Gramona Vi de Glass Gewürztraminer.
Por supuesto recomendables los espumosos entre los que seleccionamos los más jóvenes, de añadas recientes o con poca crianza sobre lías, vinos en los que se manifiesta en mayor medida el carácter primario y frutal, y donde el carbónico supone un compañero ideal porque aportar viveza y alegría. Quedan incluidos en este apartado los espumosos rosados, ligeros y untuosos. Unos y otros para tomar bien fríos.
Luego, los rosados jóvenes son el compañero inseparable del verano para muchos. De lo mucho que se viene haciendo es el momento de los más ligeros, frescos, los cargados de fruta, ágiles y fáciles de beber. Son innumerables: Muga (Rioja), Gran Feudo (Navarra), Roselito (Ribera del Duero), Ercavio (Vino de la Tierra de Castilla), Viña Sastre (Ribera del Duero), Mara Moura (Monterrei), Impromptu Rosé (Valencia), Izadi Larrosa (Rioja), Aire de Protos (Ribera del Duero), Traslanzas (Cigales)…y un largo etcétera.
Y también es buen momento para los tintos jóvenes, ya muy asentados tras varios meses en botella desde su salida al mercado, y los maceración carbónica (*). Unos y otros destacan por sus aromas frutales, florales y frescas notas herbáceas. En cuanto a los elaborados por el método de maceración carbónica, resultado del primer contacto de las uvas entre sí, confieren al vino jugosidad, vida y cierta efervescencia, a causa del carbónico. En general, tintos agradables al tacto, con alegre y fluido paso de boca (frutal y floral). Y entre tantas opciones, un abanico más que variado que certifica que en época estival no hay por qué renunciar a tomar vinos siempre que estos estén bien elegidos y tratados.
(*) Maceración carbónica: un proceso de fermentación en el que los racimos de uva son introducidos enteros en depósitos y cuyo peso provoca que algunos se rompan liberando una pequeña parte del mosto que inicia el proceso fermentativo. Luego, en el interior de cada grano intacto, arranca una fermentación y parte del azúcar se metaboliza en alcohol. Esta fermentación dura unos siete días y tras esta maceración carbónica las uvas son prensadas. El mosto resultante se somete a una segunda fermentación, esta ya convencional.