Seis vinos castellanos con buena prensa y ajenos a denominación de origen
Son numerosos los vinos con calidad reconocida y que no cuentan con el paraguas de DO alguna
Son dos las razones principales por las que muchos vinos españoles no salen bajo el paraguas de denominación de origen. Porque sus viñedos no están dentro del territorio que conforman los límites de la denominación más cercana o simplemente por decisión propia, y es que son numerosas las bodegas que no quieren estar sometidas al imperativo normativo de denominación alguna. Firmas que por múltiples razones optan por elaborar al margen de cualquier consejo regulador y por tanto ajenas a requisitos en lo que respecta a variedades que se pueden utilizar, tiempos de crianza, materiales para dicha crianza, grado alcohólico o la información que pueden incluir en sus etiquetas, entre otras muchas normas existentes. Cada DO tiene las propias pues son entidades independientes con libertad para decidir sobre el territorio que amparan y por tanto sobre esos vinos que llevan su contraetiqueta.
Sin obviar otra importante razón de peso, y es que hay algunas denominaciones que no cuentan con la mejor prensa que desearían, motivo por el que cantidad de bodegas recién creadas prefieren ‘vivir’ al margen de las mismas. Porque en este caso es verdad que los vinos procedentes de determinados territorios tienen más reconocimiento y mejor prestigio saliendo al mercado como Vinos de la Tierra (que es la Indicación Geográfica Protegida bajo la que se suelen ‘arropar’) (*) que bajo el paraguas de alguna de esas DO’s. Con el añadido de que bajo dicha figura la regulación es mínima. Dicho eso, la calidad no entiende de denominaciones ni indicaciones geográficas, la calidad y luego el reconocimiento lo dan factores más relevantes como es la materia prima empleada, la manera de cuidarla y trabajarla, los sistemas de elaboración, etc.
(*) Los vinos con Indicación Geográfica Protegida (IGP) Vino de la Tierra son los elaborados a partir de variedades determinadas, procedentes de una zona de producción concreta y pueden incluir en su etiqueta menciones relativas a las uvas, cosechas, bodega, las condiciones naturales o técnicas de viticultura. Además, con esta figura se garantiza el origen, que al menos el 85% de las uvas empleadas procede de la zona geográfica que indica su nombre, y que en dicho territorio se ha elaborado el vino en cuestión.
Esta indicación geográfica tiene gran predicamento tanto en tierras manchegas como en Castilla y León, dos regiones donde desde hace bastantes años no paran se incorporarse vinos a la figura Vino de la Tierra de Castilla (para las bodegas de Castilla-La Mancha) y VT Castilla y León. Como en el resto de territorios donde se emplea una IGP de esta índole, se ha dado posibilitado el empleo de una amplia variedad de uvas además de dar mayor libertad a la hora de elaborarlas. Es de ambas Castillas de donde proceden los siguientes vinos, convertidos en auténticos referentes en sus territorios y desde sus inicios ajenos a denominaciones de origen.
Mauro 2021
Es el emblema de la vallisoletana Bodegas Mauro (Tudela de Duero), con el gran enólogo Mariano García al frente. Con un extenso palmarés en su haber, Mariano García es el señor de los vinos de la Ribera. Un profesional que durante treinta años firmó los vinos de Vega Sicilia, donde nació, y que desde finales de los noventa se ha entregado a los proyectos propios que comparte con sus hijos, Eduardo y Alberto. Bodegas Mauro nace en 1978 y desde el primer momento sus tintos son producciones limitadas etiquetadas como Vinos de la Tierra de Castilla y siempre situados entre los grandes del país.
Este Mauro 2021 (36 € aprox.) es un 85% de tempranillo que se completa con syrah cabernet sauvignon y graciano y ha tenido una crianza de 15 meses en barricas y fudres de roble francés. Intenso, expresivo, con aromas de frutos rojos, fruta negra madura, flores, notas especiadas y de tofe. La boca es fresca, sabrosa, con cuerpo, equilibrio y de larga persistencia.
Ossian 2020
Es el blanco de referencia de la segoviana bodega Ossian Vides y Vinos (Alma Carraovejas). Un verdejo de viñas viejas de Segovia, ecológico, y entre las elaboraciones blancas más destacadas en el territorio castellano. Ossian, con sede en Nieva (Segovia) elabora fuera de la denominación Rueda, y desde su ubicación inciden en la singularidad de la zona y por tanto en la de sus uvas de verdejo debido a los suelos, su clima, su orografía… Hablamos de suelos principalmente arenosos y con mayor presencia de pizarra que en los viñedos vallisoletanos, y a una altitud media de 900 metros, lo que los somete a condiciones extremas.
De este escenario procede su blanco Ossian (32,50 €), fermentado en barrica con una posterior crianza de nueve meses con sus lías. Elegante, aromático, con destacada presencia de fruta de hueso, notas tostadas y toques cítricos. Untuoso y jugoso, con volumen, frescura y buen recorrido en el paso.
Las Quintas 2019
A orillas del río Jamuz, en el municipio leonés de Herreros del Jamuz, se encuentra la joven bodega Fuentes del Silencio, en un valle plagado de cepas viejas pues las de menor edad ya superan los 60 años, siendo la mayoría viñas centenarias y prefiloxéricas. La recuperación de estas cepas fue una de las motivaciones de sus propietarios para poner en marcha este proyecto. La enología es cosa de Marta Ramas, practicante de una viticultura de poca intervención. En su mano un viñedo en vaso, la mayor parte recuperado, y repartido en unas 120 microparcelas a una altitud entre 800 y mil metros, en suelos de baja fertilidad, con escasa materia orgánica, abundante piedra y materia silícea.
Desde 2020 están certificados como ecológicos y de entre sus vinos (una familia que no ha parado de crecer) este tinto Las Quintas 2019 (26,50 €), procedente de las parcelas más altas del valle del Jamuz, por eso las más frescas. Una combinación de 85% de mencía, con un 13% de Alicante bouschet (garnacha tintorera) y un 2% de la blanca palomino. Fermentado en barricas de 500 litros donde después ha permanecido 14 meses, abundan las frutas rojas junto a las notas balsámicas, minerales, las hierbas aromáticas y los recuerdos tostados. Boca golosa, untuosa, con frescura frutal y final persistente. De la mayoría de sus vinos tienen cortísimas producciones; en este caso salieron 3804 botellas.
La Plazuela 201
Ya en tierras manchegas, en concreto en el municipio toledano de Cabañas de Yepes, Más que Vinos comenzaba su andadura en el año 99 bajo el nombre de Bodegas Ercavio, aunque en 2014 cambió de nombre. Proyecto de tres amigos y enólogos (Margarita Madrigal, Alexandra Schmedes y Gonzalo Rodríguez) desde el comienzo su filosofía ha sido hacer vinos personales y de territorio, y con mucho esfuerzo y tesón han colocado su nombre en el mercado.
Trabajan con variedades autóctonas y los vinos salen como VT de Castilla, y La Plazuela (36,90 €) es una de sus elaboraciones especiales de producción limitada, y sólo lo elaboran en las cosechas que consideran excelentes. Compuesto de un 80% de cencibel (tempranillo) y 20% de garnacha, de cepas de entre 60-80 años, fermenta en tinajas tradicionales, y después permanece 15 meses en barricas nuevas, a lo que suman un año más de crianza en ánfora de barro. El resultado, un tinto cargando de aromas de frutos negros maduros, tostados, cacao, especias, balsámicos. Luego, en boca es voluminoso, amable en el tacto y con largo postgusto.
Altos de la Finca 2017
Es uno de los tintos que Finca Constancia elabora en los Montes de Toledo, en el pueblo de Otero. Esta bodega, propiedad de la jerezana González Byass, se inauguraba en 2006 y cuentan con un viñedo dividido en 82 pequeñas parcelas, con diferentes suelos, orientaciones y exposiciones y por ello dedicadas cada a un tipo de uva. De hecho, este vino procede de las parcelas de mayor altitud de la firma toledana, su elaboración premium.
A partir de un coupage de las foráneas petit verdot y syrah, Altos de la Finca (18,50 €), tuvo una crianza de 18 meses en roble francés. Un vino en el que destacan los frutos rojos, los aromas de chocolate y de flores. Carnoso, con estructura, buena frescura y recorrido.
CALA N.2, 2018
En Socuéllamos, Ciudad Real, se encuentra una de las bodegas familiares más antiguas de La Mancha, Finca Tinedo, donde desde 1846 vienen haciendo vinos de finca y de parcela, cuando adquirió la finca el que fuera el tatarabuelo de los actuales responsables. Eso sí, fue la bisabuela la que se ocupó de la construcción de la bodega en la que siguen trabajando. Producción ecológica, procesos naturales, compromiso con la sostenibilidad, respeto a la tierra, pilares en su proceso de elaboración. Ah, solo emplean uvas propias.
Uno de sus vinos de finca es este Cala Nº 2 (13,05 €), con 67% de tempranillo, 22% de graciano y 11% de cabernet sauvignon, fermentado en depósitos de cemento desnudo, donde después ha permanecido 14 meses para su crianza, que completó con un ligero paso final por barrica usada. Presenta claras notas de fruta compotada, fruta negra, de especias, ahumados y recuerdos tostados. En la boca mantiene buena acidez, carga frutal, un tanino firme y al final que reproduce algunas sensaciones aromáticas.
LOS VINOS REFERIDOS RESPONDEN EXCLUSIVAMENTE A UN CRITERIO PROFESIONAL Y DE CALIDAD