Cinco vinos de garnacha, la uva que está de moda (y que muchos elaboran)
Blanca y tinta, porque hay en ambas versiones, vive un momento maravilloso
La garnacha es una uva asociada, en origen, a tierras aragonesas y navarras si bien el devenir del sector vitivinícola provocó, por ejemplo en el caso de Navarra, que se arrancara en pro de aquellas uvas que se consideraron ‘mejores’ (¡mejorantes se decía!) y que eran las que procedían de Francia. Pero no sólo eso, es que en nuestros país se tenía una imagen de la variedad como propia para hacer vinos alcohólicos, rudos, esos que se llamaban «peleones» y de corta vida, por eso uva casi denostada. Pero en el vino, como en todo, se producen cambios de tendencias, movimientos, y hoy esta variedad en una súper star con presencia destacada y renovada tanto en aquellos territorios de origen como en otros donde no estuvo. En unos ha sido recuperada, dándole el protagonismo que en otro tiempo no tuvo (aunque la tuvieran en el viñedo) y en otros la están plantando dada tan exitosa acogida. Tal ha sido el cambio que hoy están incluso los que se identifican como «garnachistas» de pro.
Luego, aunque en nuestro país sea un fenómeno de los últimos años, desde hace más de una década se viene celebrando el concurso internacional Garnachas del Mundo (Grenaches du Monde); el pasado mes de septiembre el alcalde de Nueva York proclamó oficialmente el 14 de septiembre día Internacional de la Garnacha en su ciudad, coincidiendo con un evento en el que estaban presentes varias bodegas aragonesas; y un día después, el 15 de septiembre, se celebra el Día Internacional de la Garnacha.
Y ahora, ha llegado con tal fuerza al viñedo nacional que se distingue entre la tinta, la peluda, la tintorera, la gris, la blanca… y están presentes en los lugares más inesperados, de norte a sur y de este a oeste. Destacada presencia en el Priorat y Montsant catalanes; en la Sierra de Gredos, uno de sus ‘lugares sagrados’ actualmente, de donde no paran de llegar etiquetas con el común denominador de la finura y la fluidez; sin duda en Navarra, territorio en el que se está recuperando; por supuesto arraigada en Aragón, donde ofrece vinos potentes, corpulentos, golosos; o también en la parte más oriental de la denominación riojana. Estas cinco etiquetas, ante todo ricas, son una muestra de las varias garnachas existentes en el país, en esta ocasión elegidas en solitario para que muestren todo su esplendor pero uva muy habitual en mezcla con otras variedades, siendo incluso parte de algunas de las consideradas entre las mejores elaboraciones del país.
Via Edetana tinto 2022
Asentada en la provincia de Tarragona, en el magnífico paisaje que ofrece la Terra Alta, Edetària es una bodega que ha hecho de la garnacha seña de identidad desde su fundación. Este Via Edetana tinto 2022 (15 €) es una de sus últimas elaboraciones, compuesto de garnacha fina y peluda y que refleja ese lugar del que procede desde el perfil más primario. Un vino expresivo, fácil de beber, con destacada presencia de fruta roja carnosa, flores y aromas de monte bajo, muy sabroso en la boca, goloso, fino y fluido. Tienen también la versión blanca, Vía Edetana blanco 2022, elaborado exclusivamente con garnacha blanca.
Tierra Calma Cyster Garnacha 2020
De viñas viejas en vaso sobre suelos graníticos a unos 700 metros de altitud. Es la carta de presentación de este Tierra Calma Cyster Garnacha 2020 (16,90 €), un Vino de Madrid que llega desde la Sierra de Gredos, zona que viene atrayendo todas las miradas por los viñedos que concentra, esos suelos (en altura) en los que crecen y la versión más fina de la garnacha (y fresca, frutosa, mineral), con menos color incluido. La bodega Tierra Calma, ubicada en el pueblo de San Martín de Valdeiglesias, firma este tinto que ha tenido una crianza de medio año en roble francés. Un vino con vivas notas de frutos rojos y fondo floral. Equilibrado, fresco, con untuosidad en la boca y finura en el paso. Como curiosidad explicar que con el término “cyster” rinden homenaje a los monjes cistercienses, los primeros que cultivaron la vid en la zona y quienes descubrieron este Valle de las Iglesias.
Viña Zorzal Rosado Garnacha 2022
Una de las elaboraciones rosadas que protagoniza la garnacha es ésta de Viña Zorzal Wines, una de las firmas más jóvenes y sobresalientes de la denominación de origen Navarra. Viña Zorzal Rosado Garnacha 2022 (7,50 €) ha sido trabajado en depósitos de acero inoxidable con sus lías en pro de ganar volumen y cierta cremosidad. Un vino muy aromático, con reconocibles aromas de fresa fresca, frutillos del bosque y notas florales. Fino en la boca, con una buena acidez y final amargo que contribuye a que tenga persistencia.
Lumen Brut Reserva 2019
Este vino es recomendable por rico pero también por curioso. Y es que se trata del primer espumoso nacido dentro de la denominación de origen Rioja; en concreto en el barrio de la Estación de Haro, en Bodegas Bilbaínas (una de las firmas históricas del vecindario). Luego, está elaborado exclusivamente con garnacha tinta –por eso un blanc de noirs– seleccionada de viñas situadas en las zonas más frescas, y tiene una crianza de al menos dos años sobre lías. Lumen Brut Reserva 2019 (15 € aprox.) resulta un espumoso muy fresco al tiempo que amable por las sensaciones golosas que desprende. Previamente, en aromas hay destacada presencia de frutas frescas y notas cítricas. Una burbuja de lo más apetecible y regular añada tras añada.
La Florens 2022
Volviendo a los tintos, en este caso se trata de un vino de finca elaborado por Josep Grau en el marco de la denominación catalana Montsant. La Florens 2022 (30 €) procede de cepas muy viejas de garnacha, plantadas sobre suelos calcáreos en el municipio tarraconense de Capçanes y trabajadas en ecológico. Tiene una crianza de nueve meses en foudres de madera austríaca de 2.500 litros de capacidad. El resultado, un tinto fresco y expresivo, con aromas de frutillos del bosque, frutas rojas, monte bajo y notas especiadas. Con cuerpo, fresca acidez y amable en el paso. Es la etiqueta icónica de la casa, con la que Grau homenajea a su madre, Florentina, a la que llamaba Florens. En ésta como en el resto de elaboraciones, su afán es ‘meter el territorio’ en la botella con lo que la filosofía de trabajo que sigue Grau la define una mínima intervención.
LOS VINOS REFERIDOS RESPONDEN EXCLUSIVAMENTE A UN CRITERIO PROFESIONAL Y DE CALIDAD