Pollo al ajillo, la receta de la abuela que es fácil y rápida de hacer
Este plato es uno de esos que veíamos cocinar con mimo a las abuelas y han pasado de generación en generación
El pollo al ajillo es una de esas recetas clásicas que veíamos cocinar con mimo y dedicación a nuestras abuelas cuando éramos niños y han pasado de generación en generación. Y es que, aparte de muy sabrosa, también es muy fácil y rápida de preparar. Por eso se ha convertido en el plato perfecto para quienes buscan un plato lleno de sabor sin tener que pasar horas en la cocina.
Además de ser una receta que nunca pasa de moda, dependiendo de la guarnición con la que acompañemos el pollo al ajillo tendremos un plato versátil que se adapta a cualquier ocasión. Y como todos sus ingredientes son muy económicos, su cocinado está al alcance de cualquiera.
Receta del pollo al ajillo
Ingredientes
Antes de comenzar, es importante tener a mano todos los ingredientes necesarios para esta receta. Ten en cuenta que el ajo es el protagonista indiscutible de este plato, ya que aporta ese sabor tan característico al pollo. La mayoría de las materias primas de del pollo al ajillo son ingredientes básicos en cualquier cocina, lo que hace que este plato sea aún más accesible.
Necesitarás un pollo entero troceado (puedes optar también por muslos o contramuslos), entre ocho y diez dientes de ajo, 100 mililitros de vino blanco, 100 mililitros de caldo de pollo, una ramita de perejil fresco, aproximadamente unos 100 mililitros de aceite de oliva virgen extra, una pizca de sal y pimienta al gusto, una hoja de laurel y una guindilla o cayena.
Modo de elaboración
Una vez que hayas reunido los ingredientes, podrás comenzar a preparar la receta. El proceso de elaboración es sencillo y directo, lo que lo convierte en una excelente opción tanto para cocineros experimentados como para principiantes.
Lo primero que debes hacer es trocear el pollo. Si compras un pollo entero, puedes cortarlo en trozos medianos. Sin embargo, si prefieres ahorrar tiempo, puedes comprar piezas ya troceadas. Es recomendable dejar la piel del pollo, ya que durante la cocción se dorará y dará un toque crujiente y sabroso al plato. Sazona con sal y pimienta al gusto.
A continuación, pela los dientes de ajo. Algunos los puedes dejar enteros y otros los puedes laminar, dependiendo de tu preferencia. En una sartén grande, calienta el aceite de oliva a fuego medio. Una vez caliente, añade los ajos. Deja que se doren ligeramente, sin quemarse, para que liberen su aroma. Si te gusta un toque picante, añade la guindilla en este punto.
Después, retira los ajos de la sartén una vez dorados y resérvalos para más tarde. En el mismo aceite donde has dorado los ajos, añade los trozos de pollo. Cocina a fuego medio-alto, dándoles la vuelta para que se doren bien por ambos lados. Este paso es clave, ya que el dorado aportará una textura crujiente y deliciosa.
Una vez que el pollo esté dorado, agrega el vino blanco y la hoja de laurel. Este vino no solo ayudará a quitar la grasa de la sartén, sino que también añadirá un toque ácido que equilibrará la riqueza del plato. Deja que el alcohol del vino se evapore, lo cual tomará aproximadamente 5 minutos.
Tras añadir el vino, baja el fuego a medio-bajo y añade los ajos que habías reservado. Si deseas una salsa más abundante, puedes añadir el caldo de pollo en este punto. Cocina el pollo durante unos 20 ó 25 minutos, hasta que esté bien hecho y jugoso. Asegúrate de girar las piezas de vez en cuando para que se impregnen bien del sabor del ajo y el vino.
Una vez que el pollo esté cocido, puedes espolvorear un poco de perejil fresco picado por encima antes de servir. Esto le dará un toque de color y frescor al plato.
Guarniciones para el pollo al ajillo
El pollo al ajillo es un plato muy sabroso por sí solo, pero acompañado de las guarniciones adecuadas puede convertirse en una comida espectacular. Te sugerimos algunas opciones que complementan a la perfección este plato de la abuela.
La patatas fritas o al horno son una de las guarniciones más populares para acompañar el pollo al ajillo. Y es que las patatas fritas, con su textura crujiente por fuera y suave por dentro, son el acompañamiento ideal para mojar en la deliciosa salsa de ajo y vino blanco. Si prefieres una versión más saludable, opta por asarlas en el horno y sazonarlas con romero o tomillo.
El arroz también es una excelente opción para combinar con la salsa del pollo. Un arroz blanco sencillo permite que el sabor del pollo al ajillo brille por sí mismo, mientras que agrega un toque de consistencia al plato. Si buscas algo más ligero, una ensalada verde fresca puede ser el acompañamiento perfecto. Cualquier vegetal de hoja verde combina muy bien con el sabor intenso del ajo.
También puedes acompañar el pollo al ajillo con una mezcla de verduras salteadas como pimientos, champiñones, calabacines o espárragos. Pero sin duda, el alimento indispensable con el que acompañar el plato es una buena barra de pan crujiente para mojar en la salsa.