Algunos de los restaurantes más interesantes cerca del Congreso de los Diputados
En esta variada oferta gastronómica no resulta nada complicado toparse con alguno de nuestros políticos
Es una evidencia que la localización y el vecindario hacen de los alrededores de la Plaza de Neptuno uno de los lugares de mayor atractivo para el hostelero y por la oferta para el consumidor local y todo visitante que se acerque a la capital. De las razones más obvias es que el Congreso de los Diputados, en la carrera de San Jerónimo, congrega a un numeroso público objetivo para cualquier tipo de establecimiento y cocina, algo que se puede comprobar a diario si uno ronda y opta por entrar en algunos de esos locales que circundan el emblemático edificio.
Algunos llevan décadas, muchas, en la zona, por eso, testigos directos de lo mucho acontecido en su interior y fuera. Restaurantes y tabernas asentadísimos a pocos pasos de la famosísima puerta de los leones en los que se dan cita muchos de nuestros representantes políticos en encuentros que nos resultarían de lo más llamativos (por la combinación de perfiles y personas), en los que tampoco faltan periodistas.
El sitio de referencia desde hace cantidad de años es Casa Manolo (C/ Jovellanos, 7), en la trasera del Congreso, frente al Teatro de la Zarzuela, y donde no falta actividad desde primera hora de la mañana; empiezan con los cafés, pero es a la hora del aperitivo uno de los momentos álgidos y de mayor ambiente. Una taberna con solera, casi centenaria, regentada ahora por el nieto de su fundador, que tiene el encanto de esos sitios de toda la vida, para el tipo de tapeo o almuerzo que uno quiera desde la sencillez, cuya ubicación la ha convertido en punto de encuentro de políticos y cercanos a cualquier hora del día. Sólo por recordar algún acontecimiento relevante, desde su interior se vivieron hechos tan históricos como el 23F o el nacimiento de la Constitución.
Otro que ya cumplió los cien es La Ancha, este sí justo en la calle de atrás del Congreso (Zorrilla, 7). Se trata de un restaurante familiar (familia Redruello) convertido a día de hoy en la casa madre de un grupo hostelero que no para de crecer y que tiene al chef Nino Redruello al frente. Pero es aquí, en Zorrilla, donde empezó todo, un lugar para disfrutar de una cocina de producto, tradicional, sin artificios, en un recetario por cualquiera conocido. Su carta varía conforme el mercado porque la materia prima es la clave del éxito de esta casa, en la que son muchos los habituales llegados desde el Congreso y reunidos en la intimidad de sus salones.
El tercer emblemático en la zona es Lhardy (Carrera de San Jerónimo, 8) si bien un poco más alejado del Congreso -hablamos tan sólo de unos metros más arriba- pero otro testigo de excepción de la historia política y social de este país. Porque en su larga vida, abría por primera vez en 1839, han pasado por sus comedores personalidades de toda índole y procedencia. Entregados a la alta cocina desde entonces, en 2021 lo adquirió Pescaderías Coruñesas, en la actualidad uno de los grupos más potentes de la restauración capitalina, quienes con la compra evitaron el cierre de este histórico lugar. Además, han respetado su tradición manteniendo los platos de referencia, esos clásicos que tanta fama le dieron (el cocido entre ellos). Recordar que Lhardy fue pionero en Madrid en tener mesas separadas en el comedor, manteles blancos, cubiertos de plata o las minutas por escrito.
Entre los más nuevos (y novedosos) del vecindario
Son más los que rondan la zona y en los que se puede pasar desapercibido porque hacen menos ruido y aseguran la discreción, pero junto a estos no han parado de abrir establecimientos acompañados de bastante eco mediático; algunos, de hecho, reconocidos con estrellas y demás galardones culinarios.
En el portal contiguo a Manolo hace ya dos años se instalaba Bao Li (Jovellanos, 5), un nuevo restaurante chino de lujo que llegaba de la mano de María Li Bao y Felipe Bao, los fundadores del Grupo China Crown convertido en el máximo exponente de la gastronomía asiática en nuestro país. En un elegantísimo espacio, con todo lujo de detalles, Felipe, el chef del establecimiento, propone una auténtica cocina cantonesa que tiene entre sus especialidades el pato, la joya de la corona que preparan siguiendo la receta tradicional con una elaboración que requiere de cinco horas.
De vuelta a la calle Zorrilla, junto a La Ancha se han ido abriendo nuevos restaurantes que van asentando su clientela. Ahí, en el portal 11, se encuentra Casa Julia, un espacio acogedor con una propuesta culinaria casera, sabrosa, y una barra a la entrada por si la idea es un picoteo. Y a continuación Casa Mortero (Zorrilla, 9), con un estilo también sencillo, de andar por casa, la cocina de siempre, y una carta en la que destaca el cuchareo y las brasas que al poco tiempo de su apertura, hace ya cuatro años, le generó los mejores halagos y buenas críticas. Una buena prensa que mantienen porque se come bien y rico, y motivo por el que ya cuentan con una clientela fiel en la que, además de foodies o empleados de las oficinas de los alrededores, no faltan diputados y ministros.
Luego ha sido la calle Marqués de Cubas en la que, de repente, ha habido una concentración de oferta gastro al más alto nivel. El primero en abrir fue Estimar (en el número 18), una dirección para disfrutar de pescado y marisco de calidad en estado puro, pues las elaboraciones son lo justo para que el producto no pierda sabor, textura, su esencia. Lleva la firma de Rafa Zafra, uno de los cocineros nacionales que en los últimos años disfruta de la mejor prensa, gran conocedor de esos productos del mar y de sus técnicas de elaboración.
Actualmente, está al frente de siete restaurantes y este es un recorrido por todas las elaboraciones posibles a las que puede someter esas materias primas, sin perderle el respeto en ningún momento del proceso. Tiempo después, un hermano para gustos carnívoros llegó a finales de 2003. El nombre, Rural, en su caso en el número 8 de Marqués de Cubas, y también alta cocina, pero aquí protagonizada por la brasa, la parrilla, el asador, un josper… todas las técnicas posibles para aplicar a las carnes, que trabaja en un amplio repertorio (cochinillo, lechazo, caza, carnes maduradas…) y donde también ofrece escabeches, foies, fritos, curados, charcuterías y un largo etcétera.
El más reciente estreno en esta misma calle ha sido Manero Marqués de Cubas, entre uno y otro (en su caso en el número 14), en lo que durante muchos años fue Paradis, otro clásico, y ahora reconvertido en un atractivo e inmenso espacio para ver y dejarse ver, con una cocina en la que el producto de lujo es protagonista a la que suman, en palabras de Carlos Bosch, su creador, un “ocio premium”. Porque aquí reúne, además de un estupendo restaurante, cocktail-bar, bistró, un caviar-bar o el espacio del club Dom Perignon, en definitiva, planes para cualquier momento del día.
Para terminar se puede incorporar la nueva etapa del restaurante Cebo, en el hotel gran lujo que es el Urban (Carrera de San Jerónimo, 34) y que bajo la dirección de los jóvenes albaceteños Javier Sanz y Juan Sahuquillo, al frente del grupo Cañitas Maite, ha revitalizado su oferta desde la calidad del producto y la sencillez de la elaboración. Una propuesta gastronómica compuesta por dos menús en las que el disfrute de la vista y el gusto es a partes iguales.