Ni mojar la espumadera ni echar sal: el truco para sacar el huevo de la sartén sin romperse
Aunque parezca sencillo hacer un huevo sin que se salga la yema o se dore es complicado y puede arruinar su sabor

Este es el truco para sacar el huevo de la sartén sin que se rompa. | (Canva)
Pocas cosas pueden molestar tanto en la cocina, como que ver cómo se rompe un huevo frito justo en el último momento, cuando ya está perfecto y solo falta pasarlo al plato. Esa yema fundente, lista para coronar unas patatas o un trozo de pan, se convierte en un desastre cuando se queda pegada en la sartén o se deshace al intentar sacarla. Por suerte, existe un truco sencillo y efectivo que permite sacarlo entero, sin recurrir a métodos erróneos como mojar la espumadera o echar sal en exceso.
Y es que, aunque parezca una tarea básica, pero lograr un resultado impecable requiere prestar atención a varios factores: que sea reciente, la temperatura del fuego, el tipo de sartén, y por supuesto, la técnica para sacarlo. Aquí te contamos todo lo que necesitas saber para que salgan perfectos.

Mejor usar huevos frescos
Contar con huevos frescos en la nevera es fundamental en la cocina, y más aún cuando se trata de freírlos. Un huevo fresco tiene una clara densa, firme y recogida alrededor de la yema, lo que permite que al caer en la sartén mantenga su forma. En cambio, cuando está cerca de su fecha de caducidad, la clara se vuelve más líquida y se esparce rápidamente, lo que complica su fritura y hace que se adhiera con más facilidad a la sartén.
Además, los huevos frescos tienden a tener una yema más compacta y elevada, lo que también ayuda a que no se rompa tan fácilmente al sacarlos. Por eso, si buscas un huevo frito de aspecto profesional, intenta siempre usar huevos lo más frescos posible. Si dudas de su frescura, un truco clásico es sumergirlos en un vaso de agua: si flotan, mejor no usarlos.

La temperatura del fuego es importante
Otro aspecto clave a la hora de freír huevos es controlar la temperatura del fuego. Un error habitual es subir el fuego al máximo con la intención de dorarlos rápidamente. El problema es que el aceite se calienta en exceso, salpica más, y corre el riesgo de quemar el exterior del huevo mientras el interior aún no ha cuajado.
Lo ideal es poner el fuego a una temperatura media-alta. El aceite debe estar lo suficientemente caliente como para que al echar el huevo chisporrotee, pero sin humear. Así se consigue una cocción uniforme y se reduce el riesgo de que el huevo se pegue a la sartén. Si usas aceite de oliva virgen extra, recuerda que su punto de humo es más alto, lo cual lo hace más resistente, pero no conviene llevarlo al límete pues aparecerá su característica puntilla en la clara pero se pondrá negra.
Los detalles del truco
Llegamos al momento decisivo: ¿cómo sacar el huevo sin que se rompa? Olvídate del mito de mojar la espumadera en agua o de añadir sal al aceite. Según los expertos, el verdadero truco está en el ángulo de la espumadera y en un sencillo gesto con la muñeca.
Una vez que el huevo esté en su punto, inclina ligeramente la sartén para que el aceite se acumule en un lado. Así, el huevo se desliza ligeramente hacia abajo y se despega con mayor facilidad. Luego, introduce la espumadera, siempre antiadherente con suavidad desde el borde inferior del huevo, deslízala con firmeza y sin presionar. El truco está en no levantar el huevo directamente hacia arriba, sino en hacer un pequeño movimiento lateral y luego elevarlo suavemente.
Este movimiento evita que la espumadera ejerza presión sobre la yema o que rompa los bordes de la clara. Al mantener un ángulo suave y constante, el huevo se desliza entero, sin romperse.
¿Frito o a la plancha? No son lo mismo
Aunque muchas personas usan ambos términos indistintamente, lo cierto es que hay una diferencia clara entre uno frito y uno a la plancha. El huevo frito se cocina en abundante aceite caliente, lo que permite que la clara quede crujiente en los bordes y la yema quede líquida. El resultado es un huevo más sabroso y con textura contrastante.
En cambio, el huevo a la plancha se cocina con apenas unas gotas de aceite, a fuego medio o bajo, y tapando la sartén para que se haga también por la parte superior con el vapor. Es una opción más saludable, ideal para quienes buscan reducir el consumo de grasa, pero el sabor y la textura cambian notablemente. En el huevo a la plancha, la yema suele quedar más cocida y la clara más blanda, sin el característico borde crujiente del huevo frito.
Freír un huevo no es solo cuestión de romper la cáscara y echarlo a la sartén. Como has visto, pequeños detalles marcan la diferencia entre un huevo mediocre y uno perfecto. Desde la elección del huevo hasta el control del fuego y el gesto final al sacarlo, todo cuenta. Y ahora que conoces el truco para sacarlo sin romperlo, solo queda ponerlo en práctica. Porque, al final, pocas cosas son tan sencillas y a la vez tan satisfactorias como un huevo frito bien hecho.