Guillermo y Máxima de Holanda celebran sus bodas de porcelana
Han pasado 20 años desde el enlace que conjugó romanticismo y polémica casi a partes iguales
Para Guillermo y Máxima de Holanda el 2 de febrero es una fecha señalada. Hace dos décadas que sellaron su amor, en una de las bodas más importantes para la realeza europea. Y para celebrarlo la casa real neerlandesa ha preparado un programa de televisión especial titulado 20 años marcando la diferencia, en el que habrá una entrevista con los reyes, y que está centrado en las iniciativas de las últimas dos décadas, así como en los planes para el futuro.
Romanticismo, emoción y polémica a partes iguales en el enlace de esta pareja que en los últimos años ha perdido parte de la popularidad de la que gozaron en sus comienzos. Una caída que tiene que ver, principalmente, con su gestión y su actitud durante la pandemia.
Escándalos por los que incluso tuvieron que salir a pedir perdón y no una, sino en varias ocasiones. En el verano de 2020 decidieron viajar a las islas griegas en un yate de dos millones de euros. Una escapada que coincidió con la llamada del Gobierno a la prudencia para evitar los contagios, además de con la petición de evitar los desplazamientos y reducir los contactos sociales. Las críticas por este idílico viaje familiar provocaron su regreso inmediato y que el monarca tuviera que salir a la palestra a pedir disculpas. «Es importante seguir las normas dictadas», dijo antes de admitir que «no somos infalibles».
Pero con la excusa de la celebración del 18 cumpleaños de su hija Amalia el pasado siete de diciembre, tuvieron que volver a pedir perdón. Una vez más, no respetaron las recomendaciones en plena lucha contra el coronavirus. La heredera invitó a 21 personas a la fiesta que se organizó en el palacio de Huis ten Bosch, según fuentes oficiales. Pero hay quien habla de hasta 100 personas. Un escándalo, ya que, en ese momento, las reuniones estaban restringidas a un máximo de cuatro personas.
Guillermo y Máxima, una boda con un toque agridulce
Su boda el dos de febrero de 2002 no estuvo exenta de polémica. El pasado político de Jorge Zorreguieta, el padre de Máxima, puso patas arriba a la Corona hasta el punto de que incluso Guillermo llegó a plantearse renunciar a sus derechos dinásticos por amor. El futuro suegro del príncipe heredero al trono de Orange por aquel entonces, había estado vinculado a la dictadura de Videla en Argentina.
El Gobierno holandés no veía con buenos ojos su presencia en el enlace, pero el padre de Máxima quería estar allí. Se convirtió en el gran ausente de la boda, al menos, físicamente, porque un enamoradísimo Guillermo hizo que sonara el tango Adiós, Nonino de Astor Piazzolla -la composición preferida del padre de Máxima- en plena ceremonia. Un momento que provocó las lágrimas de la radiante novia.
Un amor con toques andaluces
La boda de Guillermo y Máxima puso el broche de oro a su historia de amor, que comenzó tres años antes durante la celebración de la Feria de Abril de Sevilla. Lo suyo no fue un flechazo, ni siquiera ellos apostaban por su relación. Pero ya se sabe que hay razones que el corazón no entiende, y para muestra un botón.
Como años más tarde confesaron los soberanos holandeses. Guillermo pensó que la argentina era una ‘paparazzi’ infiltrada en la fiesta que se conocieron -no paró de sacar fotografías-. Por su parte Máxima tuvo una primera impresión nefasta, al considerar que era una persona a la que todo le molestaba, y eso que el príncipe no ocultó su identidad en ningún momento.
En mayo de 2019, los reyes repitieron el viaje. La Feria de Sevilla volvió a ser testigo de aquel amor nacido dos décadas antes, aunque en aquella ocasión regresaron junto a sus tres hijas. Máxima, Amalia, Alexia y Ariane pasearon por el Real vestidas con trajes de flamenca, donde llegaron a bordo de una calesa. Como no podía ser de otra manera su presencia no pasó desapercibida y los cinco hicieron gala de su cercanía y su simpatía habitual.
Guillermo y Máxima siguen muy enamorados
Han pasado 20 años de su boda y 23 desde que se conocieron y Guillermo y Máxima están tan enamorados como el primer día. La complicidad que existe entre ellos salta a la vista. No solo en actos informales, sino también en los oficiales y solemnes. Cruzan miradas que lo dicen todo y su actitud, poco encorsetada, les hace ser una de las parejas más cercanas.
Forman un buen tándem, como afirman los medios nacionales. Y su familia lo es todo. Sus tres hijas son sus joyas más preciadas y poco a poco van forjando su personalidad y sus vidas de manera independiente. Ariane continúa viviendo con ellos en el palacio mientras que Amalia ha decidido tomarse un año sabático antes de empezar una carrera. Por su parte, Alexia, la mediana de sus hijas, estudia en el mismo internado de Gales que la princesa de Asturias, aunque sus personalidades y sus futuros papeles institucionales son muy diferentes.