Un año sin el duque de Edimburgo: así es la vida de los Windsor sin él
El pasado 29 de marzo se celebró un multitudinario funeral en su memoria al que acudieron numerosas casas reales europeas
Gtres
Ha pasado un año desde que el duque de Edimburgo falleció. El 9 de abril de 2021 Inglaterra acompañó a la reina Isabel en uno de sus días más complicados, cuando tuvo que despedirse para siempre de su compañero de vida durante más de 70 años. Faltaban solo dos meses para que el príncipe Felipe celebrara su centenario, pero el destino quiso que muriera antes. Su salud llevaba delicada un tiempo, incluso estaba retirado de la vida oficial, aunque sí se dejó ver en diferentes fechas señaladas para la Corona.
Según el Daily Mail antes de su muerte, el matrimonio se hizo una promesa. Un pacto desconocido hasta ahora. El tabloide ha desvelado este secreto: «Quien quede vivo podrá llorar, pero no demasiado tiempo, para así poder disfrutar de la vida que le quede por delante». Y parece que la soberana lo está cumpliendo a rajatabla, a juzgar por sus apariciones públicas durante de este primer año de viudedad.
A pesar de vivir su duelo, las polémicas que han rodeado a algunos de los miembros de la familia real británica han hecho que estos doce meses hayan sido algo convulsos especialmente para la monarca, que ha seguido al pie del cañón a pesar de la tristeza y de los achaques de salud que ha tenido. Pero entre tanto escándalo también ha habido momentos de alegría como el nacimiento de dos nuevos bebés, la pequeña Lilibet, hija del príncipe Harry y Meghan Markle y Sienna Mapelli, la primera hija de Beatriz de York. Unas bisnietas que sin duda habrían llenado de felicidad al duque, que ejercía de orgulloso bisabuelo con los más pequeños de la casa.
A pesar de los numerosos miembros de la familia real, los protagonistas de este año sin el duque han tenido nombres propios: la misma reina, el príncipe Carlos, el duque de York y los duques de Sussex. Por eso los medios británicos afirman que son los duques de Cambridge quienes han llevado el peso limpiar la imagen de la Corona.
La reina, un año después del adiós al duque de Edimburgo
Ha sido un año difícil para la reina Isabel. El adiós a su marido fue triste. No pudieron despedirle con todos los honores debido a que la situación sanitaria seguía siendo preocupante y las recomendaciones eran estrictas. De ahí que el funeral oficial fuese un acto únicamente familiar que obligó a Harry a volar en solitario desde Los Angeles, ya que Meghan estaba en el último trimestre de embarazo y no le estaba permitido coger un avión.
La soberana retomó su agenda solo unos meses después de enviudar. Siguió mostrando la fuerza que siempre le ha caracterizado desde que subió al trono con solo 25 años. Precisamente este año celebra su jubileo de platino y lo hace sin el mejor compañero que podía tener, su marido. Días después de cumplir 70 años en el trono, la Casa Real británica anunció el positivo por covid de la soberana. Tuvo síntomas leves, similares a los de un resfriado, que la mantuvieron en palacio bajo permanente vigilancia médica.
Semanas antes había dado un paso adelante en lo que a las diferentes polémicas familiares se refiere. Retiró los últimos privilegios a los duques de Sussex dos años después del Megxit, e hizo lo mismo con el príncipe Andrés a quien despojó de sus títulos militares, así como de sus patrocinios. Movimientos con los que quiso marcar distancia con los dos quebraderos de cabeza que han marcado este último año de su vida.
El príncipe Andrés, perseguido por los escándalos
Cuatro meses después del fallecimiento del duque de Edimburgo llegaron los problemas para el príncipe Andrés. Virginia Giuffre, presentó una demanda en Nueva York en contra del duque de York, acusándolo de haber abusado de ella siendo menor de edad. Unos supuestos abusos sexuales cometidos a través de la red de tráfico sexual del financiero cuando ella solo tenía 16 años. En la denuncia, Giuffre afirmó que los abusos se produjeron en la casa londinense de Ghislaine Maxwell, encargada de captar a las chicas, así como en la mansión del propio Epstein en Nueva York y en Little St. James, la isla privada del millonario ubicada en las Islas Vírgenes.
Andrés trató de negar todo incluso ofreciendo una entrevista en la que no hizo otra cosa que echarse más tierra encima. Sus abogados interpusieron un recurso para evitar ir a juicio, pero el magistrado lo desestimó. Mientras él defendía su inocencia, su madre, su hermano Carlos y el príncipe Guillermo le dieron la espalda. Solo su exmujer, Sarah Ferguson y sus hijas se mantuvieron a su lado mostrándole su apoyo incondicional tanto de cara a la opinión pública como en privado.
Cuando parecía que la vista previa al juicio se celebraría el 10 de marzo, los representantes legales del príncipe Andrés anunciaron que se había llegado a un acuerdo extrajudicial entre el príncipe y la supuesta víctima. 14 millones de euros (algo más de 12 millones de libras) fue la cantidad que terminó con el escándalo. El hijo del duque de Edimburgo se comprometió a abonar la cantidad a Giuffre y a la ONG creada por ella para la defensa de víctimas de abusos sexuales. Una cantidad que, según la prensa inglesa, ayudaría a pagar la propia soberana.
Los duques de Sussex, ni contigo ni sin ti
El príncipe Felipe de Edimburgo falleció casi un mes después de la épica entrevista que ofrecieron Harry y Meghan a Oprah Winfrey. Una aparición en televisión que supuso un escándalo para toda la familia real debido a las durísimas acusaciones que hizo la pareja. Aún así, cuando supo de la muerte de su abuelo, el hijo menor de Carlos de Inglaterra voló hasta su país natal para reunirse con su familia en uno de los momentos más difíciles para ellos. La puesta en escena del séquito fúnebre fue todo un poema. La relación de su padre y su hermano mayor con él era harto tirante, y el distanciamiento entre ellos fue palpable en todo momento.
A principios de junio los duques de Sussex anunciaron el nacimiento de su segunda hija. Una niña a la que pusieron de nombre Lilibet Diana en honor a la reina de Inglaterra y a Lady Di. Diez meses después aún no conoce el país natal de su padre ni al resto de su familia paterna. Solo a través de videollamada. Y la cosa no pinta bien.
Hace unos meses Harry echó un pulso al Gobierno inglés debido a su preocupación por garantizar la seguridad de su familia, incluida la suya propia. Al parecer, el equipo de seguridad que vela por ellos en Estados Unidos, y al que pagan de su propio bolsillo, no tiene jurisprudencia en Inglaterra. De tal manera que, en caso de pisar suelo inglés estarían desprotegidos. La respuesta del ministerio del Interior ha sido un rotundo «no», por lo que su regreso momentáneo a Londres sigue en el aire.
El matrimonio ha sido un auténtico quebradero de cabeza para la reina. A todos estos problemas se sumó la información dada por el Daily Mail a principios de año, que afirmaba que la pareja había creado 11 empresas ubicadas en Delaware -considerado el paraíso fiscal americano por excelencia-.
Carlos y Camilla, de camino al trono
El 6 de febrero, día en el que Isabel II celebró sus 7 décadas como reina, aprovechó para hacer un anuncio que no dejó indiferente a nadie. En su discurso, la monarca comunicó su deseo de que la duquesa de Cornualles sea reina consorte y no princesa cuando el Carlos suba al trono. Algo que sucederá, Dios mediante, el día de la coronación del actual heredero. A partir de ese momento la prensa inglesa comenzó a especular con el futuro de la Familia Real británica. Los británicos siempre se han decantado por la generación royal más joven, en este caso Guillermo y Kate, pero ese deseo no coincide con el de la reina que tiene claro que se continuará con la línea de sucesión.
La otra cara de la moneda llegaba de parte de Scotland Yard que, a mediados de febrero, emitía una carta en la que se hacía pública una investigación que estaban llevando a cabo y que tenía como protagonista al príncipe de Gales y a su fundación por las presuntas irregularidades cometidas en la concesión de títulos honoríficos, a cambio de suculentas donaciones.
