THE OBJECTIVE
El purgatorio

Antonio Rossi: «Hay que pagar por la gestación subrogada. No creo en el altruismo»

El periodista del corazón expresa su opinión sobre el caso de Ana Obregón, los famosos actuales y el código ético de Mediaset

Antonio Rossi (Sevilla, 1979) no vacila. Es decir, no duda cuando se le pregunta por la gestación subrogada. Está a favor, convencido de estarlo: «Se hará bien si se regula como está regulado en Estados Unidos». Y por supuesto, lo expresa le pese a quien le pese: «Veo a mi alrededor gente a la que no le gusta decir nada porque se mete en unos charcos y digo: ‘¿Qué charco? Si tú dices lo que quieras y luego olvídate’». Aunque una cuestión es la gestación subrogada, debate global y eterno, y otro asunto es el caso de la gestación subrogada de Ana Obregón, debate nuevo, debate patrio y que aspira a convertirse en eterno.

Rossi, rostro habitual del periodismo del corazón, aparenta tener menos años de los que dice su DNI. Se mantiene en forma, cuida la estética. Porta una elegante y ajustada camisa azul y mira la hora en un reloj anudado a su muñeca izquierda, en unos brazos cuyo pelo ha sido rasurado. Sabe de los peligros de la televisión y, especialmente, de los ojos enjuiciadores que se sientan a verla cada día. No hay piedad con el que pone la cara. Se le suele ver, por si quieren seguir su rastro, junto a Ana Rosa Quintana, por las mañanas, y ahora en La vida en rosa, un programa de Telemadrid donde se estrena como presentador.

El sevillano recala en El purgatorio para expresar su visión sobre la fama y los peligros que conlleva. Las diferencias entre los famosos de Madrid y los que residen en Cataluña: «Creen estar un escalón por encima del resto de personajes de la crónica social de otros lugares». Habla largo y tendido sobre el asunto Obregón: «Ella más que una necesidad de ser madre, ha buscado una sustitución de su hijo». Reconoce haberse vuelto más conservador y confiesa que el cliché más extendido sobre la gente de la televisión es decir que ganan mucho dinero. «Antes sí se pagaba bien», reconoce. Muchos llegaron al cumpleaños tarde. La fiesta terminó. Aunque haya que seguir bailando, qué remedio.

PREGUNTA.- ¿Cómo es ser amigo de Belén Esteban?

RESPUESTA.- Pues igual que si eres amigo de otra persona, no veo la diferencia.

P.- Yo sí la veo.

R.- ¿Tienes amigos famosos?

P.- No.

R.- Pues igual ahí está la diferencia. Yo no tengo muchos amigos famosos, pero sí tengo algunos y es exactamente igual. Posiblemente Belén sea la más famosa, sí.  Tiene un grado de fama que no es efímera.

P.- Sí, y que, por no ser efímera, creo que puede llegar incluso a idiotizar. Me refiero al hecho de tener una fama tan perpetua, tan persistente, tan permanente, de que hagas lo que hagas, siempre vas a tener atención.

R.- Yo creo que Belén Esteban tiene los pies muy bien puestos en la tierra. Vamos, te diría que lo sé, pero voy a decirte que creo que es así.

P.- Porque la fama puede ser una condena también.

R.- La fama es peligrosa, sobre todo si no tienes la cabeza muy bien amueblada. Pero ella sí la tiene bien amueblada. Ella ha pasado mucho, y ya tiene muy claro lo que quiere en la vida. Que eso es importante. Saber lo que quieres y, sobre todo, también lo que no quieres. Yo siempre digo que el mayor de los lujos es decir que no. Y creo que ella sabe muy bien lo que no quiere hacer o ser. Lo que quiere lo tiene claro y lo que no, también.

P.- ¿Por qué nos interesa tanto la vida de los famosos?

R.- Bueno, la crónica social yo creo que existe desde los inicios. Te podría poner un símil, va a quedar muy pedante. Pero fíjate en el momento en que se representa algo en una pintura. Incluso en las pinturas rupestres se representan escenas, a lo mejor incluso íntimas. Eso es contar al otro algo que, en esencia, es también crónica social. Ya no te digo ir a cazar, sino un alumbramiento o un hecho familiar. Eso podría decirse que es crónica social también. No es crónica política, no es crónica deportiva.

Es crónica social en el momento en el que se muestra algo que pertenece a la esfera más privada. Y después, yo creo que al final todo el mundo idealiza, aunque ahora es difícil idealizar con los famosos. Pero todo el mundo en los inicios idealiza la vida de fotos, de supuesto lujo, de vivir sin problemas. Una vida que no es cierta. Luego la televisión llegó, e hizo mucho daño porque le pones voz a esos que estaban en las fotos y no hablaban. Entonces hay muchos que se caen.

P.- ¿A Antonio Rossi qué le interesa de la vida de los famosos?

R.- Bueno, me gusta contar historias de gente conocida. Me gusta también la información. Y al final, creo que los periodistas somos en esencia exactamente iguales, aunque se nos denoste. Tú llamas a Génova o a Ferraz, te mueves por fuentes políticas, y yo llamo a Esther Doña, a Ana Obregón, a Tita Thyssen o a quien toque en ese momento. Pero al final, la dinámica es la misma. Yo pretendo tratar la información exactamente igual. Luego es mucho más banal. Evidentemente, no estoy hablando de algo que condiciona al país. Estoy hablando de algo que forma parte del entretenimiento. Yo pretendo que se trate todo exactamente igual.

P.- ¿No le ha quemado el trato con los famosos?

R.- Tengo poco trato con los famosos. Intento tener el menor trato posible para no compadrear, e intento recurrir a ellos cuando no queda más remedio. Porque, la verdad, evidentemente, el protagonista siempre tiene que tener su voz dentro de la información.

P.- Antonio Rossi es periodista de crónica rosa, periodista del corazón.

R.- Bueno, llámalo como quieras, porque el que quiera ponerle otra etiqueta se la va a poner. A mí me gusta el de periodista de la crónica social, pero es que todo me da igual. Tampoco voy a hacerle ascos a nada, porque todo vale.

«Ana Obregon más que ser madre, ha buscado una sustitución de su hijo»

P.- ¿Cuál es la que no le gusta?

R.- El cotilleo, lo de ser periodista de cotilleos.

P.- Se ha estrenado como presentador en La vida en rosa, ahora en Telemadrid. Un programa que, entiendo, es su pequeño del alma.

R.- Es mi pequeño del alma, mi caramelito, mi regalo, mi producto más deseado que espero que siga siéndolo. Los domingos a la una y media.

P.- ¿Los famosos de Madrid son los famosos de España?

R.- Bueno, los famosos tampoco tienen por qué tener una demarcación territorial. Sevilla tuvo mucha gente famosa. Pero sí es verdad que por Madrid pasa todo. Están las mejores alfombras rojas, los mejores eventos y donde se cuece la mayor parte de la crónica social.

P.- ¿Y la societé madrileña es diferente de, por ejemplo, la catalana?

R.- Por supuesto. La catalana es menos cercana. No te diría que es más burguesa, pero sí cree estar un escalón por encima del resto de personajes de la crónica social de otros lugares. De todas formas, yo creo que es, entre otras cosas, porque está muy lejana, porque hay muy pocos eventos por ahí. Hay muy poca gente sólo de Cataluña, de Barcelona, y entonces los contactos que tienen a nivel público son escasos.

P.- Ahora todos están muy concentrados en Madrid, claro. En Pozuelo, en Boadilla…

R.- Bueno, donde sea. En el centro de Madrid hay muchos nuevos famosos. Hay veces en las que hay que renovarse. Estas series de un lado y de otro han generado muchos actores jóvenes famosos que no tienen la relación con la prensa que tenían otros famosos, los de antes, porque se creen que les entra urticaria. Tienen esa relación de amor-odio porque saben que necesitan a la prensa, pero les molesta que a lo mejor preguntes algo y que ellos se sientan invadidos.

P.- Para la audiencia, ¿vende más el desamor que el amor?

R.- No, depende. Si el desamor ha tenido un amor previo muy apasionado, sí. Pero los nuevos amores venden mucho. Sobre todo, dependiendo del personaje, claro.

P.- Pero vendió más o vende más el desamor de Shakira que el amor.

R.- Si el amor ha sido muy apasionado, el desamor vende mucho. Y luego, claro, depende del personaje. Este ha sido muy apasionado. Ella se vino aquí, lo dejó todo. Han sido diez años, niños, una vida, problemas por venirse aquí. Y cuando salta todo por los aires y además no han estado callados, es una maravilla.

El periodista Antonio Rossi. | Carmen Suárez

P.- Pero a la audiencia le gusta más la carnaza que lo blandiblú.

R.- Le gusta más que haya intrahistoria que lo blandiblú. Cuando es todo color de rosa y no hay nada más, se diluye. Cuando un amor tiene una intrahistoria -un desamor por otro lado, unos cuernos por otro, llámalo carnaza o llámalo historias paralelas-, eso también interesa.

P.- ¿Cómo ve la salud del periodismo del corazón en España?

R.- Pues la veo bien, con muchas líneas cruzadas, pero la veo bien. Es que, claro, todo ha cambiado y hay personajes de siempre a los que no les gusta exponerse porque tienen miedo al después. Esas cosas creo que han llevado en algún momento a ser muy mordaz o a hacer una crítica muy incisiva. Creo que ha sido perjudicial y, por otros lado, ha beneficiado. Entonces yo lo veo bien, pero voy a una crónica social de las de siempre, por supuesto ajustada a los tiempos de hoy. Pero muchas veces se han buscado personajes nuevos porque los antiguos no querían exponerse.

P.- Bueno, llevamos años viviendo de la saga Rocío Jurado, por ejemplo, o de Isabel Pantoja.

R.- Bueno en el caso de la saga Ortega Cano, de Rocío Jurado no se habla y no pasa nada.

P.- Esto es lo del código ético de Mediaset. ¿Con el código ético se lleva bien?

R.- Yo me llevo bien con todo el mundo.

P.- Respuesta muy diplomática.

R.- [Ríe].

P.- ¿Pero cree que una parte del periodismo del corazón en este país debería pedir perdón? ¿Se han pasado de la raya en ciertos momentos?

R.-Se pasa de la raya y la ley marca lo que está bien o lo que está mal. El que se sienta señalado o crea que se ha cometido alguna ilegalidad, algún delito, ahí tiene la ley. Si se le injuriado, calumniado, ahí tiene la ley. Yo siempre he dicho que el límite lo pone la ley. Luego hay un montón de formas, y las formas también marcan mucho. Si tú no fueras así, a lo mejor no vendría.

P.- ¿Ve razonable que haya periodistas del corazón que se han convertido en personajes del mundo del corazón?

R.- Al final, sales, tienes una exposición en la televisión diaria y, al igual que genera interés un famoso que antes era cantante, pues ahora interesa alguien que sale en la tele todos los días. Y bueno, pues es casi una consecuencia. Ya depende de ti cruzar esa línea o no. Me refiero a entrar más o menos en el juego. Los chicos lo tenemos mejor que las chicas. Creamos menos interés porque, al final, el público es mucho más femenino, y las mujeres se lucen más. Eso sería entrar en otra historia, pero es inevitable que una compañera de repente esté ahí y por casualidad la saquen en una fotografía. Pero vamos, depende de la exposición.

P.- ¿Pero hay compañeros a los que se les ha comido el personaje o que han decidido directamente optar por esa vía?

R.- Compañeros, muchos. Ahora, periodistas que negocien y que se conviertan en personajes y formen parte de ser personajes creo que hay menos. Bastantes menos.

P.- Hablemos del tema del momento. Ana Obregón. ¿Por qué cree que esto ha impactado tanto a la sociedad española? Porque no es el primer caso de gestación subrogada de una persona famosa.

R.- Primero porque son tres historias. La gestación subrogada, que siempre es un tema polémico. Es verdad que nunca ha creado polémica en este país, pero hay un trabajo periodístico brutal de una agencia y ella no se ha enterado de nada. Y entonces esto desconcierta porque es una revista, y es una foto que parece posada, la de la primera portada de ¡Hola! Lo segundo, la maternidad tardía. 68 años. Y el estado anímico de Ana. Es decir, su circunstancia personal. Haber perdido a su hijo, a su padre, a su madre.

Decir que se quería ir de este mundo y de repente conocer que estaba a punto de ser madre. Entonces esas tres cosas hacen que descuadre todo mucho.

«Hay muchos compañeros a los que se los ha comido su personaje»

P.- ¿Cuál de esas tres facetas es la que más le impacta?

R.- La tercera. El estado anímico. La gestación subrogada no me sorprende nada. Estoy absolutamente a favor. Creo que ha habido mucha desinformación. Se ha expuesto todo mucho y mal en los medios. Yo he intentado siempre exponerlo bien. Ha habido mucha desinformación, mucho desconocimiento, mucho tirar de tópicos. Sobre todo, porque esto se ha hecho en Estados Unidos. Entonces, claro, no hay que confundir. La maternidad tardía no me extraña. Es verdad que biológicamente, pues con 68 años te planteas un futuro diferente. Me impacta más que ella, que ha estado vendiendo el dolor, contando los días para irse de este mundo y reunirse con su familia… Me sorprende que, de repente, todo eso le haya cambiado y ahora esté volcada en una nueva vida.

P.- ¿No le parece dantesco -no sé si es el término adecuado- el hecho de que una persona con 70 años decida suplir la carencia de un hijo tristemente fallecido con la gestación subrogada? Es decir, con el esperma del hijo fallecido.

R.-  Lo del esperma, por ejemplo… Es que si realmente la gente conociera lo que hay en Estados Unidos… La de posibilidades que se te abren en Estados Unidos, que es legal, garantista para todos, sobre todo para la gestante. Y las opciones que hay. Si supieran eso, nos llevaríamos las manos a la cabeza. Pero no se puede ver con el prisma del código, no sólo penal, sino civil, de la legislación española. No se puede ver porque entonces la gente cortocircuita, que es lo que le pasa.

Lo de que utilice el esperma de su hijo, ahí es cuando a mí me descuadra. Porque ella más que una necesidad de ser madre o de una maternidad, ha buscado una sustitución. Ahí me da la sensación de que lo que ha buscado en esta nueva hija es una prolongación de su hijo. Y eso es lo que me desconcierta. Sé que a esa niña no le va a faltar nada y la van a querer. Y ella más que nadie. Pero eso me ha desconcertado. Y los mensajes que ella manda me desconciertan. Aparte de que tiene un cacao mental. Ella se ha buscado el problema sola, contando todo lo que tenía, todo lo que ha contado. Sólo le acarrea problemas. Entre otras cosas, ha acarreado el debate que ha generado aquí.

P.- ¿Por qué está a favor de la gestación subrogada?

R.- Porque creo que si se regula como está regulado en Estados Unidos y se hace bien… Yo evidentemente no estoy a favor de la explotación de las mujeres, ni de las granjas que hubo en Ucrania, ni creo en el altruismo, aunque existe. Creo que efectivamente hay que pagar por lo que supone ser gestante. Hay que pagar una cantidad como se paga en Estados Unidos. Tienes que pasar unos filtros. No es una cantidad que te solucione la vida. No es una cantidad que necesites para subsistir. Porque tienes que tener un nivel de ingresos. Tienes un montón de características porque, como te digo, es una cuestión garantista en Estados Unidos.

Y estoy a favor porque es la posibilidad de tener descendencia, ser padre o madre, si tú no puedes hacerlo. Son dos chorradas que voy a soltar ahora mismo aquí, tal cual. Primero, estoy convencido de que llegará el momento en que no necesite una mujer para gestar, visto que hoy en día, con cuatro meses o casi cinco, sale adelante un neonato. Y fíjate que te iba a decir más: en algún momento, hasta subvencionarán que la gente tenga hijos de cualquier manera, porque visto el nivel demográfico y la falta de nacimientos que hay y que están influyendo en la población, sólo los cheques bebés o las políticas de natalidad no van a ser suficientes.

P.- Pero ser padre no es un derecho.

R.- Para mí no es que no sea un derecho o deje de ser un derecho. Es que yo creo que el que quiera ser padre puede ser padre. No tienen por qué tildarlo de derecho o no derecho. ¿Es un capricho? Una pareja heterosexual si tiene un hijo… cualquiera, tu padre, el mío, tu madre, la mía. ¿Es un capricho tener hijos? Por supuesto que sí. Es un capricho, nadie lo obliga. Es un capricho.

P.- Pero con su cuerpo, no con el de otra mujer.

R.- O con el donante que sea si no puede tener hijos.

P.- A mí me suscita varios debates. Por ejemplo, está el debate de cuánto vale la vida de un ser humano y cuánto vale gestar en el cuerpo de otra mujer tu deseo de ser madre. ¿Qué vale? ¿120.000 euros? ¿100.000 euros?

R.- Depende de muchos factores.

Antonio Rossi durante la entrevista. | Carmen Suárez

P.- ¿No cree que es entrar en un debate un tanto peligroso? ¿Cuánto vale una vida humana?

R.-No, porque no tiene precio. Además, no es una cuestión de ricos, porque 100.000 euros no es una cuestión de ricos, es una cuestión de clase media.

P.- Bueno, clase media alta.

R.- ¿100.000 euros?

P.- No conozco mucha gente de mi entorno que se pueda gastar 100.000 euros.

R.-Evidentemente, compran un coche y se hipotecan para un piso. A lo mejor, piden un préstamo personal para otra cosa. Me refiero a que no estamos hablando de millones de euros. No estamos hablando de 500.000 euros.

P.- Pero ahí voy. Para mí es un debate perverso el hecho de equiparar un bebé con comprar un piso o un coche.

R.- No, si yo no estoy equiparando eso con el bebé. Te estoy diciendo que la cantidad no es sólo exclusiva para ricos. 50.000 euros brutos anuales no es el nivel de Amancio Ortega. Es el precio al final el que marca un poco la legislación vigente en ese país. La legislación no dice X. La gestante pone un precio aproximado, pero ya te digo que tiene que tener unos condicionantes para poder gestar. No es una pobre de solemnidad ni es una persona vulnerable. Como se estaba hablando de la vulnerabilidad de la persona, eso es falso en Estados Unidos. En otros países hay barbaridades de las que, por supuesto, estoy absolutamente en contra, pero en Estados Unidos, no. Por eso digo que hay mucha desinformación. Se vincula el contrato a perder la voluntad de la persona que firma ese contrato, porque ya no puede decidir. Tampoco es así. Te voy a contar una cosa: yo sé de esto porque mi sobrina es por gestación subrogada y tengo muchos amigos heterosexuales y homosexuales que han acudido a la gestación subrogada. Te puedo contar barbaridades a las que obliga este gobierno, no digo el PP ni el PSOE, digo en general en España.

Tengo una amiga que no podía gestar, por un problema en el útero. Pudo acudir a la gestación subrogada dando ella su óvulo y su marido su esperma. Los hijos biológicamente son suyos, pero no fueron a Estados Unidos. En Estados Unidos tienen la suerte de que te reconocen a través de una sentencia judicial. Entonces, en España, por una serie de aceptaciones de justicia internacional y aceptación de la justicia americana, lo aceptan. En otros sitios, van a través del Registro Civil. Por ejemplo, Georgia. Entonces España no acepta el Registro Civil, y tienes que hacer una filiación. Y una vez aquí, haces una filiación y demuestras que tienes una carga genética y haces la filiación con tus hijos. Pero es que ella demuestra la filiación y España le dice que no, porque es mujer. Es decir, porque en España, la que es madre es la que pare, no la que tiene carga genética de sus hijos. El hombre, en cambio, no necesita nada, sólo su ADN. Pero la mujer demuestra que son sus óvulos, que son sus hijos genéticamente y España le dice que no. ¿Y ahora qué hace? Al padre le vale la carga genética y a la madre no le vale de nada la carga genética.

«La gestación subrogada no es una cuestión de ricos. 100.000 euros es de clase media»

P.- Pero cuando usted habla de que en España esté regulado, entiendo que España ya lo ha regulado. Lo que ha hecho es prohibirlo.

R.- Claro, que esté regulado todo lo que no dependa del albedrío, de la ideología del Gobierno, que todo depende de la ideología del Gobierno. Evidentemente, porque al final son los que legislan y no sólo la gente a la que votamos. Es el Gobierno que tenemos de turno. Pero tendría que estar un poquito más claro porque es legal en otros países y al final, te guste o no te guste, el niño ya ha nacido. ¿Y ahora qué haces? ¿Se lo quitas al padre?

P.- A lo que voy es que a mí me parece que es un debate que entronca con otras cosas. Va a llegar un punto en el que por poner más dinero, uno puede decidir si el niño va a medir dos metros, va a ser rubio, blanco…

R.- Pero eso se puede hacer aquí ya, con la fecundación in vitro.

P.- Sí, pero aquí está el debate de gestar en el cuerpo de otra mujer. Ese es el gran debate. Y por eso, también hay mucha gente, entre la que me incluyo, que no ve comparable el aborto con la gestación subrogada.

P.- ¿En qué no es comparable? ¿En qué sentido? He leído mucho, pero todavía no he conseguido que nadie me dé un argumento de peso para decirme en qué se distingue la decisión de la persona que interrumpe un embarazo de la decisión de quien decide gestar, desde su absoluta libertad, un niño.

P.- Entiendo que las funciones reproductivas de la mujer las decide la mujer y, por tanto, no debe haber un contrato de por medio que obligue a la mujer a tener un hijo o no tenerlo. En el caso del aborto, no te obliga ningún contrato a abortar o no abortar.

R.- Entonces el problema es el papel. ¿El contrato anula la voluntad? ¿La gestación subrogada es obligatoria o voluntaria?

P.- Por supuesto, es voluntaria. 

R.- El contrato no anula nada. El contrato te protege a ti, me protege a mí.

P.- Después, claro, habría que ver el contrato de Ana Obregón. Pero, claro, son asuntos privados.

R.- Es que son exactamente iguales, porque es que lo marca la ley. Es que no es un contrato privado entre dos personas y vamos poniendo cláusulas. Como quien contrata a una estrella de televisión. No es esto. Esto está puesto en un marco legal muy estricto. Las personas pasan por un control psicológico, un control psiquiátrico. Van a un juez, declaran, muestran su declaración de bienes, su declaración de patrimonio. Demuestran que han sido madres antes, que no necesitan el dinero, muchísimas cosas. No es ‘te pillo por la calle, te firmo un contrato y ahora has perdido tu voluntad’. Además, el contrato existe desde antes de implantar el embrión.

Hay cosas que están muy claritas y por eso digo que la gente lo desconoce. Evidentemente, aparte de lo que crea cada uno, desde el punto de vista de la legislación española, todo es una barbaridad porque se mezclan conceptos, porque sabemos que ha habido barbaridades en otros países. Por eso digo siempre que yo me ciño a Estados Unidos, que es lo más garantista para todo el mundo. Nadie le pone una pistola a las gestantes, y creo que hay pocas gestantes que se han arrepentido. Alguna hay, evidentemente, después de gestar cinco o seis hijos. Que le dio por, ya sabes cómo es Estados Unidos, sacar dinero contando su historia y arremetiendo porque ya no podía gestar más, porque le prohibieron gestar. Yo te pongo un caso concreto que es el más sonado.

P.- Y que una mujer no aborta por dinero y la mujer sí gesta por dinero.

R.- Yo no sé por qué aborta una mujer, porque cada una tendrá sus motivos y además seguro que son muy desagradables. Porque me imagino que interrumpir un embarazo es lo más desagradable que hay. Por dinero, ¿qué es dinero? ¿Dinero para vivir, para comer o qué es dinero?

P.- No conozco el caso de que nadie haya pagado a alguien para que aborte.

R.- No conozco a nadie que, en Estados Unidos, para subsistir haya prestado su vientre. Porque no te lo permite la ley. Es que tienes que demostrar un nivel de ingresos. De hecho, no te pagan para que seas millonario. 37.000 euros o 40.000 euros no te solucionan la vida. Hay otro tipo de intenciones detrás. Por eso las gestantes mantienen relación con las personas que son los padres o las madres de esos niños. Por eso hay una vinculación tan personal, porque al final hay un punto de solidaridad y altruismo. Entiéndelo: hay que pagar. Yo soy de los que no creo en el altruismo. Yo soy de los que creo que hay que pagar. Es que tu cuerpo sufre unos cambios y alguien tendrá que, por decirlo de alguna manera, compensar esas molestias.

P.- ¿Se ha utilizado políticamente el caso de Ana Obregón?

R.- Claro que se ha utilizado. Pilar Llop dice que no quiere que registren a la niña. Pero vamos, a esa niña la van a registrar sí o sí. El problema ha sido ella, Ana, que ha hablado demasiado. Por montar este cacao mental de «soy su abuela, soy no sé qué y no sé cuánto». Ella se ha cavado la tumba.

El periodista Antonio Rossi posa en la sede de THE OBJECTIVE. | Carmen Suárez

P.- Después está el asunto de la exposición pública que tiene una menor en una portada de revista de tirada nacional.

R.-Pero es que, escúchame, todos los hijos de famosos han salido y no les ha pasado nada. La exposición difícil es cuando tienes prensa en la puerta, en la puerta del colegio, aunque les píxeles. Pero esto… ¿Cuántos personajes han hecho algo así? Los hijos de Raphael, por ejemplo, han salido mil veces. ¿Cuántos personajes hay? Así que salen y luego no salen. En los años siguientes, me refiero.

P.- ¿No cree que este caso es especialmente trascendente?

R.- ¿Qué daño le está haciendo a la niña? ¿Cuántos casos hay en las redes sociales? Georgina, por ejemplo, con 48 millones de seguidores. ¿Cuántos famosos, no famosos, anónimos, no anónimos, influencers, exponen a sus hijos? Y no pasa nada. Es que, de verdad, creo que hemos perdido el norte. De verdad. Cuando la gente dice que Ana no piensa en la niña, la primera que piensa en esa niña es ella.

P.- Hablemos sobre política, ya que se acercan los comicios. ¿Es usted un hombre de derechas?

R.- Sí, de centroderecha.

P.- ¿Ha sufrido un cambio ideológico con el paso de los años o siempre ha pensado más o menos igual?

R.- No, he cambiado ideológicamente. He votado al PSOE. Voté a Ciudadanos con Albert. Voté al PP.

P.- ¿Tiene claro tu voto para este año?

R.- Bueno, creo que más que nunca. Además, yo ya tengo la misma papeleta para todo, municipales, autonómicas y generales, y a tomar viento.

«Nunca me he sentido parte de ningún colectivo»

P.- ¿Con el paso de los años se ha vuelto más conservador?

R.- Sí. Esto le pasa a muchísima gente. Entre ellos, mis padres, que eran absolutamente de izquierdas y desde el movimiento del 15-M y toda la irrupción de Podemos, se revolvieron igual que muchos otros. Creo que hay cosas que suenan mucho a pasado. Y es verdad que hemos entrado en una dinámica de lo políticamente correcto, de los ofendidos, de que todo el mundo se ofende por todo. No se puede decir nada. Es mejor no meterte, porque hay una horda de gente anónima, pero me da igual. Y muchas veces cuando se está diciendo que si hay o no hay más libertad que antes y todo ese tipo de historias, ya no te hablo del franquismo, que no lo he vivido, pero desde luego de los 90.

P.- ¿Había más libertad en los 90?

R.- Desde luego, no había problema para expresarse. No digo ya libertad. Hablo de expresarse. No había ese problema porque a lo mejor no opinaba tanta gente. Puede ser que a lo mejor la libertad es la misma porque nadie te lleva preso. Evidentemente, nadie te dice nada, pero tienes un aluvión de todo el mundo que opina, que es la fortuna de las redes sociales, pero hay una cantidad de ofendidos ahora por cualquier cosa… Mi madre sí dice que hay más libertad que antes. Mi padre también, que tiene 70 años. Yo, evidentemente, no lo sé, pero vamos, en los 90 no había tantos ofendidos.

P.- ¿Se siente, entonces, con menos libertad que antes?

R.- Siento que la gente se te echa encima por cualquier cosa que dices, pero hay que estar por encima de eso. A mí me da igual, porque voy a seguir opinando y diciendo lo que me apetezca. Me da exactamente igual. Pero veo a mi alrededor gente a la que no le gusta decir nada porque se mete en unos charcos… Y digo: «¿Qué charco? Si tú dices lo que quieras y luego olvídate». A mí nadie me puede responder en las redes porque lo quité. Para que me insulten, que les den por saco.

P.- ¿Se ha sentido parte alguna vez de algún colectivo?

R.- No, yo no me he sentido parte de ningún colectivo.

P.- ¿Le gustaría ser padre algún día?

R.- No.

P.- ¿Cuál es el mito más extendido sobre la gente que sale en televisión?

R.- Que somos millonarios.

P.- ¿No lo son?

R.- No, para nada.

P.- ¿Se paga mal la televisión?

R.- No, se pagaba antes bien. Pero yo nunca viví eso [Ríe].

P.- Antes se pagaba una barbaridad por lo visto. 

P.- Sí, y la gente hacía pasillos. Los presentadores tenían contrato, y aunque no tuvieras contrato, te seguían pagando igualmente.

P.- ¿Con la marcha de Paolo Vasile de Telecinco se ha acabado una etapa histórica de la televisión en España?

R.- Sí, Vasile fue un absoluto crack, un ideólogo, una persona que ha marcado una época de la televisión. Ahora empieza otra.

P.- Antonio Rossi, sevillano de Madrid, quede con Dios.

R.- Gracias a ti. ¿Ya subo al cielo?

P.- Eso lo deciden los lectores, Antonio.

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