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Biden se resiste a abrir el consulado de EEUU en el Sáhara que prometió Trump 

Marruecos ha conseguido que 28 países hayan abierto una legación diplomática en la antigua colonia española, pero Washington se resiste a dar el paso

Biden se resiste a abrir el consulado de EEUU en el Sáhara que prometió Trump 

El presidente de EEUU, Joe Biden, en un mitin. | EFE

Este 10 de diciembre se cumplen dos años del histórico e inesperado reconocimiento de la marroquinidad del Sáhara Occidental por parte de la Administración norteamericana de Donald Trump. Su sucesor en la Casa Blanca, Joe Biden, no ha revertido aquella decisión diplomática, pero sí que ha dado muestras de no querer dar más pasos que la apuntalen. La más evidente es la resistencia de Biden a abrir un consulado general en la ciudad de Dajla tal y como se comprometió Trump unos días antes de dejar el poder.

Washington sigue atado al acuerdo de normalización de relaciones diplomáticas entre Israel y Marruecos que fue anunciado por el propio Trump hace dos años. El Reino alauí se convirtió en el sexto país de la Liga Árabe en reconocer al Estado hebreo, apenas unos meses después de que Baréin, Emiratos Árabes Unidos y Sudán abriesen el camino con los llamados Acuerdos de Abraham.

Estados Unidos actuó como garante de aquellos acuerdos a múltiples bandas y en el caso del reconocimiento mutuo entre Israel y Marruecos, se comprometió a reconocer la soberanía que Rabat reclama sobre el Sáhara desde que asumió el control de la excolonia española tras la Marcha Verde. Un paso también secundado por Tel Aviv.

28 países han abierto consulado en el Sáhara

Marruecos ha conseguido en los últimos años que 28 países hayan abierto un consulado general en el Sáhara: dieciséis en Dajla, la antigua Villa Cisneros (el último fue Guatemala el pasado 1 de diciembre), y doce en El Aaiún, la antigua capital de la colonia española. Pero se le resiste EEUU.

Trump llegó a enviar a Dajla a su embajador en Marruecos, David T. Fischer, junto al entonces secretario adjunto para asuntos de Oriente Medio, David Schenker, para dejar claro su compromiso con el Sáhara marroquí. Fue el 10 de enero de 2021, a diez días del relevo en la Casa Blanca, y allí se reunieron con Nasser Bourita, el ministro de Asuntos Exteriores marroquí. Fue la primera vez que un embajador estadounidense visitaba oficialmente esta ciudad saharaui y en medios marroquíes se vendió aquel viaje como el paso previo para la apertura de un consulado de EEUU en la citada Dajla. 

Sin embargo, la Administración Biden ha evitado ir tan lejos. Tampoco ha querido que los militares de EEUU participasen en aguas saharauis en unas maniobras navales con Marruecos ni que los ejercicios terrestres del Africa Lion se sigan realizando en el Reino alauí después de 18 ediciones (para 2023 se buscará otro país).

El acto más sorprendente de la frialdad con la que Washington se ha tomado el dosier del Sáhara fueron las palabras con las que la vicesecretaria del Departamento de Estado, Wendy Sherman, despachó el plan de autonomía propuesto por Marruecos para la excolonia. Fue el pasado 8 de marzo durante una visita a Rabat. La ‘número dos’ del secretario de Estado Antony Blinken señaló que «Estados Unidos sigue considerando el plan de autonomía marroquí como serio, creíble y realista, y como un enfoque que puede satisfacer las aspiraciones de los pueblos de la región».

España ha ido más allá que Estados Unidos -y también que Francia y Alemania– en su apoyo al plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara, ya que Pedro Sánchez fue el único mandatario que dijo que la propuesta de Rabat es la más importante sobre la mesa, una diferencia puesta por escrito que es muy relevante en términos diplomáticos.

«Reconozco la importancia que tiene la cuestión del Sáhara Occidental para Marruecos y los esfuerzos serios y creíbles de Marruecos, en el marco de Naciones Unidas, para encontrar una solución mutuamente aceptable», subrayó el jefe del Ejecutivo en su carta a Mohamed VI en aquel mes de marzo de este año. «En este sentido, España considera que la propuesta marroquí de autonomía presentada en 2007 como la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo», añadió Sánchez.

Washington, París y Berlín destacaron en ruedas de prensa y comunicados que veían con buenos ojos la propuesta marroquí de autonomía para la excolonia española, pero no llegaron a decir que fuese la opción más importante. Por ejemplo, el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeirescribió en enero a Mohamed VI una carta que abrió la puerta a la reanudación de las relaciones diplomáticas entre ambos países que estaban congeladas desde los últimos meses del Gobierno de Angela Merkel.

Donald Trump reconoce la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental
Donald Trump reconoce la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental el 10 de diciembre de 2020.

Steinmeir afirmó al monarca alauí que Alemania «considera el plan de autonomía presentado en 2007 como un esfuerzo serio y creíble de Marruecos y como una buena base para alcanzar un acuerdo» sobre el contencioso. Es decir, abría la puerta a que hubiera otras opciones a negociar como quiere el Frente Polisario. Además, el presidente alemán recordó el apoyo de su país, «desde muchos años, al proceso de las Naciones Unidas para una solución política justa, duradera y mutuamente aceptable para todas las partes».

Francia, el principal aliado de Marruecos en la UE, también fue más cauto que España en la cuestión del Sáhara. Tras conocerse el contenido de la carta de Sánchez a Mohamed VI, París señaló que el plan de autonomía marroquí para el territorio en disputa es «una base» a partir de la cual se pueden llevar a cabo «discusiones serias y creíbles» sobre el futuro de la excolonia española.

El Ministerio de Exteriores galo defendió que «la posición de Francia en relación al Sáhara Occidental es constante» y pasaba por lograr «una solución política justa, duradera y mutuamente aceptable, conforme a las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas».

El propio José Manuel Albares admitió en el Congreso de los Diputados que el paso dado por España es «muy similar» a la posición de países como Francia o Alemania. «No dice ‘una base’, sino ‘la base más realista’. No es idéntica», reconoció el jefe de la diplomacia tras subrayar que «los matices no son cualquier cosa» en diplomacia.

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