THE OBJECTIVE
El buzón secreto

Por qué el Mossad es tan fuerte y da tanto miedo

Israel tiene cinco veces menos población que España y dedica casi ocho veces más dinero a su servicio secreto

Por qué el Mossad es tan fuerte y da tanto miedo

Ilustración de Alejandra Svriz.

El Mossad tiene fama de ser uno de los mejores servicios secretos del mundo y disponer de una capacidad sin igual para asesinar a sus rivales allá donde se encuentren. Sus numerosos y públicos errores nunca han disminuido el miedo que producen en sus adversarios que saben que, si entran en la lista de objetivos a eliminar del gobierno israelí, antes o después morirán.

Su poder se fundamenta en la importancia que le concede Israel. Para una población de nueve millones de personas, frente a los 46 de España, tiene una plantilla de 7.000 personas y un presupuesto aproximado de 2.500 millones de euros. En España el CNI no llega a 4.000 agentes y puede gastar menos de 340 millones.

En contra de lo que mucha gente pueda pensar, el Mossad tiene una capacidad operativa de autonomía limitada, lo que redunda en beneficio de sus agentes, cuyas actuaciones más extremas siempre tienen que ir autorizadas por el Gobierno. Lo demuestran las normas de actuación fijadas por los jefes del Mossad, que obviamente ven la acción desde su propia perspectiva: «No habrá matanzas de líderes políticos, estos deben ser tratados por medios políticos. No se matará a las familias de los terroristas, si sus miembros se interponen en nuestro camino, ese no es nuestro problema. Cada ejecución tiene que ser autorizada por el primer ministro del momento (…) Nuestras acciones no deben ser vistas como crímenes patrocinados por el Estado, sino como la última acción judicial que el Estado puede ofrecer». 

Alianzas siniestras

El servicio secreto ha conseguido una información de alto nivel sobre sus enemigos, lo que les da mucho poder y les permite tejer alianzas siniestras. El caso más representativo es el de Arabia Saudí, un país al que siempre estuvieron enfrentados hasta hace escasos años. Por la mediación destacada del entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, consiguieron tejer una alianza bilateral basada, por encima de las evidentes diferencias, en el interés mutuo de hacer frente al poder creciente de Irán. La ruptura de esta alianza fue el principal objetivo del ataque de Hamás en territorio israelí, al menos el motivo que beneficiaba a Irán.

El prestigio del Mossad en los últimos años, aunque le duela a Irán, se ha fundamentado en su capacidad de lanzar ataques puntuales y demoledores en defensa de su interés prioritario: evitar que puedan disponer de armas nucleares. Los asesinatos de los más importantes científicos fueron operaciones arduas en las que contaron con el respaldo de la CIA estadounidense. Tuvieron acceso a la lista de científicos determinantes en el programa, los localizaron, siguieron, controlaron y los mataron sin que los asesinos fueran detenidos. Unas tareas arduas en suelo enemigo.

Además, demostraron su capacidad tecnológica cuando atacaron la central nuclear de Natanz y consiguieron paralizar sus máquinas. De nuevo una operación brillante, en alianza con la CIA, en la que consiguieron infectar la red informática con el malware más peligroso de la historia, Stuxnet, gracias a una USB con el virus que alguien conectó a un ordenador. Fue la primera vez que un ataque cibernético consiguió dañar una infraestructura física.

«Cólera de Dios 2»

La mayor parte de los servicios secretos del mundo no tienen licencia para matar, no de una forma permanente, no como una parte más de su actividad. Las dictaduras dotan de esa potestad a sus espías, pero a las democracias les cuesta más. Bush se la concedió a la CIA tras los atentados del 11-S de 2001 sin que intervinieran los jueces. El Mossad lleva la ley del Talión en su ADN y dispone de una unidad, el Kidon, que se dedica exclusivamente a esa tarea. 

Tras el secuestro y asesinato de ocho atletas israelíes en las Olimpiadas de Múnich de 1972, el Gobierno israelí puso en marcha la operación «Cólera de Dios» para vengarlos asesinando a los que participaron y a los que intelectualmente la diseñaron y apoyaron. Estuvieron años matándolos.

Ahora ha comenzado la que yo llamo «Cólera de Dios 2». Con los antecedentes del espionaje israelí que nadie dude de que toda la cúpula de Hamás que mandó a sus terroristas a Israel el 7 de octubre y mataron cientos de personas, antes o después serán asesinados. La ejecución en Líbano con drones del número dos de la organización Saleh Al-Arouri y de dos líderes de las brigadas Al Qassam, son solo el inicio. Las batallas en Gaza podrán acabar, pero hay personas que no volverán a dormir tranquilas el resto de sus vidas. La venganza no ha hecho más que empezar.

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