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Enfoque global

China, ¿un gigante que acaba de despertar o un coloso con pies de barro?

El gigante asiático está dando pasos que subrayan su interés por jugar un importante papel en la geopolítica mundial

China, ¿un gigante que acaba de despertar o un coloso con pies de barro?

El presidente de China, Xi Jinping. | Europa Press

Ante el complejo escenario geopolítico que se ha dibujado en los últimos tiempos —invasión de Ucrania por parte de Rusia, primero, y el conflicto desencadenado por Hamás contra Israel, después— es interesante observar el papel que juega China en el tablero de las relaciones económicas y estratégicas a nivel mundial. En los últimos tiempos, el gigante asiático está dando pasos que subrayan su interés por jugar un importante papel en la diplomacia geoestratégica y económica mundial.

Tomemos como referencia algunos hitos importantes de los últimos meses, como, por ejemplo, la relevancia que ha tenido la cumbre de las economías emergentes auspiciadas bajo el paraguas de los BRICS; el interés por liderar la industria de las ‘cero emisiones’, e incluso, la adquisición del 9,9% de Telefónica por parte de Saudi Telecommunications Company (STC Group), empresa líder de Arabia Saudí, con quien China tiene conexiones. Sin olvidar su cercanía a Rusia y su calculada neutralidad en el conflicto en Oriente Medio.

Tan solo estos ejemplos recientes sirven como muestra de cómo el gigante asiático impulsa su hoja de ruta para influir de forma prominente en los parámetros de la geopolítica mundial. Una estrategia que no solo se limita a disputar el control tradicional de Occidente en los organismos internacionales, sino que pretende desafiar su posición dominante en el comercio global. Todo ello, a pesar de las dificultades que está causando en su economía la delicada situación de su sector inmobiliario y la ‘amenaza’ que supone el avance de la India que camina imparable hacia puestos relevantes en ranking de crecimiento mundial, como consecuencia de su rápida expansión, aunque todavía no ha llegado a desbancar a China como actor relevante en la economía mundial, gracias a su liderazgo en la producción de bienes y servicios.

En paralelo, hay quien considera que, frente a esta aparente evidencia de ascenso y potencial en el camino hacia puestos relevantes de la geopolítica global, China no lo tiene tan fácil, precisamente por las dificultades por las que atraviesa su economía, como también, por la supuesta debilidad de sus socios en los diferentes grupos de acción mundial, empezando por Rusia, más centrada en conflictos imperialistas que en afianzar su fortaleza en los asuntos importantes que mueven hoy el mundo. ¿Qué hay de cierto en estos planteamientos?

La red de socios emergentes y la ‘desdolarización’

Empecemos por analizar el impacto, las conclusiones y, sobre todo, los acuerdos de la última cumbre del grupo de los BRICS celebrada en Sudáfrica a finales de agosto de 2023. Lo más relevante de la cumbre fue la incorporación de nuevos actores en el grupo. A pesar de formar un elenco de países muy heterogéneo, su importancia radica en que, la mayoría, son importantes proveedores de materias primas y recursos energéticos. Es más, las empresas chinas han aumentado su inversión directa en los últimos años y desplegado sus propias cadenas de producción en estos países, especialmente en aquellos que pueden evitar las sanciones estadounidenses en forma de aranceles. Es muy posible que esta tendencia persista, asegurando que el capital chino siga fluyendo al resto del mundo. Esta situación representa una ventaja competitiva para encarar las vulnerabilidades geopolíticas, ya que les permite mejorar su posicionamiento en las cadenas de valor globales. Por lo pronto, estos países representan el 46,5% de la población del planeta y el 30% del PIB mundial.

Estas nuevas incorporaciones al BRICS a las zonas de interés geopolíticas de China son fruto del trabajo que viene desarrollando durante la última década, orientado a afianzar su liderazgo sobre el mundo en desarrollo otorgando voz a estos países bajo su paraguas, facilitándoles posibilidades de desarrollo mediante su ayuda económica, e impulsando su potencial como países suministradores de materias primas dentro del engranaje de la cada vez más potente ‘economía verde’. Su apuesta por liderar el Sur Global es evidente, cuya fuerza radica en su tamaño, su población y su correspondiente contribución al crecimiento del PIB global, como decíamos. Incluso comienza a situar al yuan como moneda de cambio entre países que se sienten excluidos de los circuitos del dólar y del euro, principalmente. 

Por ejemplo, solo hace 10 años, la décima parte de las exportaciones de China a Rusia se efectuaban en yuanes. Hoy la cifra ronda los dos tercios. Y son cada vez más los países que han comenzado a realizar sus exportaciones a Rusia en yuanes, sobre todo aquellos que abrieron líneas de intercambio de divisas con el Banco Popular de China y los que no se unieron al régimen occidental de sanciones hacia Rusia cuando invadió Ucrania. También ha habido un notable aumento del uso de monedas nacionales para la facturación de exportaciones a Rusia de países como la India, los Emiratos Árabes Unidos y Turquía. Este proceso de ‘desdolarización’ es un hito importante, además de un extraordinario aglutinante que otorga un trasfondo geopolítico a las transacciones comerciales.

Otro aspecto interesante es que Arabia Saudí es uno de los nuevos miembros del BRICS. Un país con el que China tiene fluidas relaciones. Hay que recordar que la Administración china propició el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Arabia Saudí e Irán a principios de 2023. Un factor que ha contribuido a establecer lazos de cooperación entre Pekín y el mundo árabe, al margen del papel hegemónico de Estados Unidos. También hay que tener en consideración su papel como integrante del Grupo de la Nueva Ruta de la Seda, que, en 2022, cobró un papel relevante gracias a que Arabia Saudí acaparó una parte importante de las inversiones en energías renovables. De nuevo volvemos al factor de la ‘economía verde’ como eje geopolítico en alza.

Pero, a pesar de que el foco se ha puesto en la reciente cumbre de los BRICS y la entrada de nuevos miembros, no es la primera vez que China avanza en el campo de las relaciones geopolíticas en el tablero de la diplomacia y la economía. China impulsó y protagonizó en 2022 un nuevo foro dentro de la ONU denominado ‘Grupo de Amigos de la Iniciativa de Desarrollo Global’, en cuya primera reunión participaron 70 países y que, según fuentes de la Administración china, cuenta con el respaldo del presidente de la ONU, António Guterres. Aunque no se conoce a ciencia cierta qué países participaron en este foro, todo parece indicar que el común denominador son las lealtades políticas y comerciales con China.

Intermediación y neutralidad

En paralelo, otro de los objetivos logrados por China en su papel de intermediación, tiene que ver con su intención de mostrarse ante el mundo como un nuevo líder emergente en el campo de la diplomacia mundial. Ha sido fundamental el lanzamiento de su Iniciativa de Seguridad Global (GSI según sus siglas en inglés) cuyo objetivo es debilitar el papel hegemónico de Estados Unidos en este campo. Ser el segundo mayor contribuyente al presupuesto de paz de la ONU le otorga un prestigio que fortalece su posición como uno de los sostenedores de la paz mundial. Al mismo tiempo, contrarresta su papel con Rusia en lo referente a la guerra contra Ucrania, donde ha mostrado ‘excesiva comprensión’ y que le obliga a mantener los equilibrios con Occidente bien engrasados. Así, en el ideario del presidente chino Xi Jinping parece estar presente la idea de mostrarse ante la comunidad internacional como el pacificador del grupo del Sur Global, a pesar de que, en la realidad, no facilita la inclusión de Alemania, Brasil, India y Japón, como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Un ejemplo más de cómo se desenvuelve China en el importante campo de la diplomacia mundial.

En cuanto al conflicto entre Hamás e Israel, China también ha adoptado un aparente perfil neutral, aunque tardó en condenar el ataque de Hamás para no perjudicar sus vínculos con Irán, reconociendo poco después el derecho de Israel a defenderse. Con esta calculada neutralidad, China pretende fortalecer la iniciativa conocida como Belt&Road iniciada por Xi Jinping en 2013, consistente en desplegar una estrategia de desarrollo de infraestructura global y cooperación internacional, que es una de las piezas centrales de su política exterior. Además, con su pretendida neutralidad, China busca no agravar más la delicada situación económica que se ha producido y que dada su delicada situación económica, tampoco le conviene. 

Es evidente el deseo de Xi Jinping de engrasar la maquinaria del multilateralismo que le otorgue la suficiente fortaleza como para condicionar los equilibrios de poder de la actual geopolítica global. 

Soldados chinos de operaciones especiales a bordo de la fragata misilística Yueyang. | Europa Press

De la carrera espacial a la carrera verde

Otro aspecto al que hacíamos mención al comienzo de estas líneas está relacionado con el interés de China por fomentar y participar en ecosistemas de innovación basados en economías verdes y en la transformación digital.

De nuevo China, junto a India y Japón, forman el ‘otro lado del bloque’ frente a Occidente en la nueva carrera de ‘cero emisiones’. Todos, de un lado y de otro, demuestran un visible interés por liderar la transición energética. Es una realidad que las inversiones en sectores económicos de cero emisiones superan las inversiones que recibirán los sectores de la energía fósil. Unas inversiones que pueden llegar a superar el billón de euros a escala mundial. Las claves están en las energías limpias, como la solar y la eólica. Por tanto, liderar uno u otro sector marcará también el liderazgo geopolítico. Aquí, China también está jugando las cartas de las que dispone, introduciendo restricciones a la exportación de grafito, un mineral que se usa en diversas tecnologías de la transición verde y del que es principal productor mundial. En 2022, estaba sujeto a restricciones de esa naturaleza más o menos el 30% de las materias primas fundamentales del mundo, mientras que en 2019 esta cifra era solo del 5%. Por lo tanto, si la UE limita la transferencia de tecnología a China, esta podría imponer restricciones a la exportación de materias primas esenciales antes de que los países europeos consigan fuentes alternativas.

En cualquier caso, a pesar de que todavía suena contradictorio este interés de China, tomando en consideración que es uno de los países más contaminantes —concretamente, es responsable del 30% de las emisiones a nivel global— Xi Jinping tiene claro que es una cuestión de negocio y de geopolítica. Un informe del think tank belga Strategic Geopolitics asegura que China, Estados Unidos y la UE compiten ya por este nuevo liderazgo, con su consecuente beneficio socioeconómico y geoestratégico. Tener un papel importante en la cadena de suministro energético se ha demostrado enormemente relevante a raíz de que Occidente se ha dado de bruces con una guerra iniciada por uno de los países del que ha generado mayor dependencia energética, como es Rusia.

Poco a poco, China va dibujando un multilateralismo heterogéneo que pone el foco en asuntos relacionados con ecosistemas de innovación basados en economías verdes.

La transformación digital en el punto de mira

La entrada de Arabia Saudí en Telefónica mediante la adquisición del 9,9% de sus acciones por parte de STC Group constituyó una noticia de impacto, a pesar de ser una operación que entraba dentro de lo previsible. Ello fue propiciado por el acercamiento del STC Group a Telefónica que se produjo hace unos meses con la firma de un acuerdo que tiene su origen en una iniciativa lanzada por el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete en 2011. 

La clave del acuerdo que está en que, según una nota de prensa publicada por Telefónica, «a través de esta asociación estratégica, STC Group y sus empresas operativas y filiales en Oriente Medio trabajarán junto a Telefónica con el fin de explorar potenciales oportunidades de negocio conjuntas en áreas como B2B & B2C, servicios digitales (incluyendo ciberseguridad, cloud, IoT y big data), Tecnología, Innovación, Compras y otras áreas estratégicas para impulsar el crecimiento y capturar sinergias. Por otro lado, a través de este acuerdo de colaboración, STC Group tendrá acceso a un enfoque integral de intercambio de conocimientos y experiencia en una amplia variedad de temas«.

Es decir, establecer una colaboración para implementar una estrategia de transformación digital. Un hecho importante al que hay que añadir otro al objeto de este análisis: el vínculo de STC Group con China. El nexo es Huawei. Ambas empresas firmaron un memorando con el fin asociarse estratégicamente para cooperar en el desarrollo de productos y soluciones tecnológicas. Al mismo tiempo, STC firmó otro acuerdo de entendimiento en 2022 con la compañía china de telecomunicaciones China Mobile International (CMI). En este caso, el objetivo era que Huawei se hiciera socio en el avance en el ecosistema de medios digitales en Arabia Saudí.

China amenaza a Canadá con "graves consecuencias" por detener a una directiva de Huawei 1
Personas pasando por delante de una tienda de Huawei. | Europa Press

Recordemos que Huawei es una empresa de origen chino que está en el punto de mira de Estados Unidos, bajo la grave acusación de espiar a través de sus dispositivos a ciudadanos de todo el mundo. Además, Huawei está desterrada prácticamente en toda Europa como proveedor de red 5G de las infraestructuras de telecomunicaciones.

Poco a poco, el rosario de acuerdos y conexiones aparentemente indirectas en el campo del desarrollo tecnológico, acerca a China al círculo importante de toma de decisiones que se llevan a cabo en la transformación digital que se está desarrollando a nivel global.

No todos confían en la suerte de China

En este camino hacia el pódium del liderazgo geoestratégico, político y económico, hay quien considera que a China todavía le queda un camino largo que recorrer. En su mayoría, estas suspicacias provienen del campo de la economía y sobre todo de la confianza, o más bien, de la ausencia de esta.

Por un lado, hay bastante unanimidad en señalar que la situación del sector inmobiliario chino es un lastre de complicada solución sin que sus consecuencias sean magnas. Al mismo tiempo, hay que tomar en consideración que los nuevos socios que ha ido recopilando Xi Jinping en su camino a través de foros, grupos de trabajo y ayudas económicas sufren grandes desigualdades que afectan a toda la estructura política y social de dichos países. Algo así como una piedra de plomo atada al zapato de China.

En el campo de la diplomacia, los esfuerzos por aparecer como el pacificador global son reseñables, pero su amistad con Rusia, sin ir más lejos, le sigue causando problemas de credibilidad, como también puede influir su meditada neutralidad en el conflicto que se desarrolla en Oriente Medio. Si a ello añadimos la mala prensa de China en el campo del manejo en la confidencialidad de los datos, es evidente que su camino en el desarrollo de la transformación digital no va a ser fácil por los resquemores que su sola presencia genera en consejos de administración o, incluso portales de comercio mundial (como Alibaba) la ‘inocente’ TikTok, por el mero hecho de ser empresas de origen chino.

Pero, sin menoscabo de estos escenarios, China persevera en su intención de liderar el multilateralismo global. En este camino se está encontrando con rivales que comienzan a emerger sin que ello fuera significativo hace no mucho tiempo y que darán mucho que hablar en breve.

Ana Ortiz de Obregón es analista del Centro de Seguridad Internacional de la Universidad Francisco de Vitoria.

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