Sánchez evita presionar a Calviño para que el BEI financie a la industria de la defensa
Sorpresa entre los diplomáticos ante la ausencia de la firma de Sánchez en la carta de 14 mandatarios europeos
La decisión de España de no sumarse a la carta de 14 países europeos enviada a la presidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), Nadia Calviño, en la que se le urge a implicarse más en la financiación de la industria de defensa, ha causado sorpresa entre los diplomáticos españoles consultados por THE OBJECTIVE.
Las citadas fuentes señalan como posible explicación el hecho de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no quiera «presionar» a su exministra de Economía tras su reciente aterrizaje en su despacho de Luxemburgo y a pocos días de la cumbre europea en la que Calviño tendrá que intervenir por primera vez ante los dirigentes europeos. Desde Moncloa no se quiso dar explicaciones al respecto, mientras que el Ministerio de Defensa dijo desconocer los motivos de tal decisión a preguntas de este periódico.
La ausencia de España en la carta de 14 mandatarios europeos coincidió con la inédita reunión que Sánchez mantuvo este lunes con los máximos responsables de las principales compañías del sector de defensa en España, a los que agradeció «su compromiso ante el contexto geopolítico complejo actual». Precisamente, las empresas armamentísticas españolas apoyan que el BEI se decida a financiar proyectos de defensa siempre que el resultado esté amparado al doble uso civil-militar, de ahí que no se entienda en círculos diplomáticos la falta de la firma de Sánchez en dicho documento.
La misiva enviada a Calviño lleva las rúbricas del canciller alemán, Olaf Scholz; del presidente de Francia, Emmanuel Macron; y de la primera ministra italiana, Georgia Meloni. Es decir, de las tres primeras potencias europeas en el sector armamentístico. En ella solicitan a la exvicepresidenta española que amplíe la definición de doble uso (civil y militar) para aumentar la lista de actividades susceptibles de recibir créditos, ya que el BEI tiene prohibido financiar proyectos exclusivamente militares.
El texto, adelantado por Financial Times, pide más ambición al BEI que, desde hace años, ya puede financiar proyectos de defensa siempre que el resultado esté amparado a ese doble uso civil-militar. Eso le permite tener un programa de 8.000 millones destinado a estos proyectos hasta 2027, de los que hasta ahora se han consumido solo 2.000 millones. «La agresión rusa contra Ucrania ha aumentado la necesidad de inversiones europeas en el sector de seguridad y defensa. En este contexto, se necesita urgentemente el poder financiador del BEI», piden los 14 firmantes.
En la reunión del Ecofin, que se celebró el pasado febrero, ya hubo consenso en reclamarle a Calviño la elaboración de un informe sobre «la definición y el ámbito de las tecnologías de doble uso». Las necesidades de inversión y gasto en defensa son enormes, como también en la transición ecológica y digital. Precisamente en esa cita, la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, cifró en 75.000 millones al año adicionales la cantidad que se necesita, de ahí que la mayor parte de capitales, y también la Comisión Europea, mire al BEI como una herramienta imprescindible.
«Necesitamos explicar las posibilidades que tendría el BEI para financiar la inversión en actividades relacionadas con la defensa más allá de los actuales proyectos de doble uso. Esto significaría debatir y reevaluar las actuales definiciones de proyectos de doble uso y la lista de actividades excluidas, así como reconsiderar su política de préstamos a la industria de defensa y otros elementos restrictivos», se indica en la carta.
Dar este paso supondría un cambio muy significativo en la política crediticia de la entidad, que hasta hace relativamente poco tiempo tenía restringido incluso dar préstamos a las actividades de doble uso. Ya hace unos años que el BEI lo hace y ahora ha llegado el momento de un nuevo salto. ¿Hasta dónde llegará? Eso todavía está por concretar. Fuentes comunitarias apuntaban hace unas semanas a El País que veían complicado que el principal brazo financiero de la UE diera créditos a la fabricación directa de munición.