Los productos lácteos triunfan en España, en especial el consumo de leche, yogures y quesos. En nuestro país hemos crecido con la costumbre de desayunar con leche y merendar o tomar de postre yogur. Algo incitado en parte por las recomendaciones de los expertos, como los de la Academia Española de Nutrición y Dietética, consejo asesor científico del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas (CGCODN), que aconsejan incluir a diario uno o dos lácteos bajos en grasa, ya sea leche, yogur o quesos, porque contribuye a aportar nutrientes clave, además de cumplir con hábitos alimentarios tradicionalmente arraigados en la dieta mediterránea.
Aunque los beneficios de los lácteos en el organismo están demostrados (previenen enfermedades cardíacas y actúan como un antioxidante, entre otros), cada vez existen más personas que son intolerantes a ellos. Esto sucede porque al llegar a la edad adulta, el 70% de las personas ya no produce suficiente lactasa para digerir correctamente la lactosa, lo que provoca malestar, hinchazón, diarrea o gases.
¿Cómo saber si soy intolerante a la lactosa?
Si últimamente te notas cansado, tienes dolor de tripa, gases, hinchazón en la zona abdominal… es más que probable que seas intolerante a la lactosa, un tipo de azúcar que se encuentra en la leche de la mayoría de los mamíferos, y hay determinadas personas que no la digieren bien, lo que causa las citadas molestias.
Tienes dolor de estómago recurrentemente
Si últimamente te levantas con el estómago hinchado y/o te pasas la mañana incómodo y con dolor de tripa es posible que seas intolerante a la lactosa. La lactasa que no puede ser descompuesta por el organismo pasa a través del intestino hasta llegar al colon, donde no puede ser absorbida por las células. Esto da paso a una fermentación que provoca la liberación de ácidos grasos y gases hidrógeno, metano y dióxido de carbono, lo que puede provocar dolor de estómago y calambres, además de hinchazón, que es el resultado del aumento de agua y gas en el colon.
Si últimamente te notas cansado, tienes dolor de tripa, gases, hinchazón en la zona abdominal… es más que probable que seas intolerante a la lactosa.
Sufres diarrea y/o gases inoloros
La intolerancia a la lactosa causa diarrea al aumentar el volumen de agua en el colon, lo que incrementa el tamaño de las heces, haciéndolas líquidas. Estas heces líquidas pueden ir acompañadas de gases, producidos por la fermentación de la lactosa en el colon. Curiosamente, los gases producidos por la fermentación de la lactosa no tienen olor.
A algunas personas, la intolerancia a la lactosa les produce todo lo contrario a la diarrea, y sufren estreñimiento, esto es, hacen heces duras e infrecuentes, sufren malestar estomacal, tienen hinchazón y hacen un esfuerzo excesivo a la hora de defecar. Este estreñimiento puede aparecer por el gas metano que producen las bacterias en el colon tras la fermentación de la lactosa no digerida.
Cómo estar seguro
Si llevas tiempo pensando que los lácteos no te sientan bien, puedes salir de dudas eliminándolos de tu dieta. Puedes probar a pasar tres semanas sin leche, yogures y demás. Y, ojo, también sin otros muchos productos alimentarios que llevan lactosa (como el fiambre de pavo, por ejemplo); debes aprender a leer las etiquetas de lo que comes. Si pasadas las tres semanas sin lácteos notas que han desaparecido los síntomas, evidentemente eres intolerante.
Si esto no te convence y/o quieres estar más seguro aún, puedes hacerte unas pruebas en el médico, donde te realizarán exámenes para medir la capacidad de tus intestinos para descomponer la lactosa. Te pueden hacer un análisis de sangre o un test de hidrógeno espirado –que consiste en respirar dentro de un recipiente para más tarde beber un líquido con sabor que contiene lactosa–. Esta última opción es la más recomendada por los expertos.