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Qué sucede en tu cuerpo si comes pasta todos los días (y no es engordar)

Muchos de nosotros eliminamos este alimento de nuestra dieta porque pensamos que nos impedirá adelgazar, pero ¿y si estamos equivocados?

Qué sucede en tu cuerpo si comes pasta todos los días (y no es engordar)

Gtres

Muchos de nosotros nos reprimimos a la hora de comer pasta porque creemos que nos va a engordar mucho. En su lugar, optamos por versiones con menos hidratos de carbono, como pescados o carnes. Pero ¿y si realmente la pasta no es tan mala para adelgazar como creemos? ¿Qué pasaría si consumiéramos un plato de este alimento todos los días?

Antes de entrar en materia, conviene aclarar qué es –y qué no– la pasta. Se trata de un alimento elaborado con trigo duro. Esta harina de trigo puede ser refinada (generalmente conocida como harina blanca) o integral –esta última es la versión más nutritiva y la que deberíamos elegir–.

Una porción de pasta (una taza cocida) nos aporta, aproximadamente, 220 calorías, 1,3 gramos de grasa, 43,2 de hidratos de carbono (de los cuales 2,5 gramos es fibra) y 8 de proteína. Además, este alimento nos aporta una buena dosis de vitamina B6 y de hierro. Una vez hechas las presentaciones, vayamos al tema que nos ocupa.

Por qué si comes pasta todos los días no tienes por qué engordar

Sophia Loren, una de las mujeres más bellas del mundo, siempre ha sido una defensora de la pasta. De hecho, una vez dijo que su espectacular físico se lo debía «a los espaguetis». Como buena italiana, la actriz, que hoy tiene 87 años, nunca ha renunciado a este plato, al contrario que muchas compañeras de trabajo.

Entonces, ¿la pasta nos engorda menos de lo que creemos? Pues parece que así es. Un estudio halló que aquellos que comen pasta normalmente, y dentro de una dieta equilibrada, tienen un índice de masa corporal más bajo que las personas que no lo hacen.

Asimismo, una investigación publicada en The Lancet, descubrió que las personas que obtienen la mayoría de sus calorías diarias de los carbohidratos (como la pasta) tienden a vivir un promedio de cuatro años más que aquellos que siguen una dieta baja en hidratos. Además de la longevidad, este estudio determinó que los que comían pasta regularmente tenían menos grasa abdominal que los que no lo hacían.

¿Las razones a todo ello? Los hidratos de carbono complejos de la pasta y la fibra que contienen nos mantienen saciados durante más tiempo, así se consigue comer menos a lo largo del día.

Conviene elegir siempre pasta integral

Además de lo mencionado, si comes pasta todos los días (y siempre que ésta sea integral) te sentirás con más energía durante la jornada. Al ingerir hidratos de carbono, estos se descomponen en tu sistema digestivo en glucosa, que ingresa al torrente sanguíneo, donde luego se distribuye a todas las células para obtener energía.

Siempre has de elegir pasta integral porque se digiere de manera diferente que la refinada, pues ésta última (la pasta blanca de toda la vida) contiene hidratos simples, que se digieren y descomponen muy rápidamente, provocándonos subidas y bajadas repentinas de azúcar al ingresar de pronto una gran cantidad de glucosa en el torrente sanguíneo. Además, si comemos pasta refinada tendremos hambre al cabo de pocas horas.

Sucede lo mismo con el arroz integral

Ya hemos visto que la pasta integral no tiene mucho que ver con la refinada, y lo mismo sucede con el arroz. La diferencia entre el integral y el refinado está en que al primero sólo se le ha quitado la cáscara externa (o gluma), mientras que el salvado y el germen siguen presentes.

Si estamos vigilando nuestro peso, deberemos apostar por el arroz integral, ya que, aunque tiene las mismas calorías que el arroz blanco (sucede lo mismo con la pasta), la forma en la que lo ingerimos hace que consumamos menos calorías debido a su alto contenido en fibra y otros micronutrientes que lo convierten en más saciante, ya que tardamos más en digerirlo.

Por tanto, como vemos, lo ideal para cuidarnos no es restringirnos ni eliminar alimentos de nuestra dieta. La clave del éxito radica en elegir mejor. Si cambiamos la pasta refinada por la integral, y hacemos lo mismo con el arroz, no tendremos por qué engordar ni renunciar a tener un físico delgado.

En la moderación está el secreto, como también en elegir bien con qué nos comemos la pasta y el arroz. Si huimos de las salsas precocinadas y nos acostumbramos a ingerir estos alimentos con un chorrito de aceite de oliva virgen extra y verduras y/o algo de proteína, tendremos un plato equilibrado, saciante y sano.

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