Dulces de Navidad: mucho azúcar y muchas calorías para tu dieta
Turrones, mazapanes y polvorones no son solo sabrosos postres. También potentes bombas de azúcar, calorías y grasas que hay que consumir con moderación
Damos por hecho que en Navidad, sea el propio día 25, en Nochebuena o en Nochevieja vamos a cometer ciertos excesos culinarios. Es una época propicia del año para que comamos y bebamos más de la cuenta y, de postre —literalmente— nos entreguemos al azúcar sin piedad con los dulces navideños.
Las calorías acechan en cada bocado. Turrones, mazapanes, peladillas, polvorones, chocolates, pasteles de gloria, mantecados… Y el remate de panettones y roscones. La realidad es que es el momento del año en que nos entregamos a una sobredosis de azúcar y de grasas que luego se traducirán en gramos o kilos de más.
Sea a través de la miel, la forma más artesanal de edulcorar los dulces navideños, o a través del azúcar, vamos a abrir la veda a las calorías vacías. Exactamente lo mismo que pasará con las grasas, no tan abundantes en la composición de estos postres, pero también relevante. Nos va a pasar, incluso con las grasas ‘buenas’, como son las insaturadas, que están normalmente presentes en los frutos secos.
Realmente, la batalla es compleja porque entre azúcar y miel, almendra, yema de huevo, manteca de cacao y harinas, generalmente refinadas, estamos echando en el coleto a algunos de los peores enemigos de un nutricionista. Una realidad que conviene poner entre ciertos paréntesis estas fiestas si queremos vigilar la dieta.
Turrones
Hemos de abrir el abanico de distinción entre turrones para discernir entre dos estilos: los que tienen base de almendra y los también masivos y muy populares turrones con base de chocolate. Luego hay otro carrusel de opciones, incluyendo los de frutas y otro tipo de alternativas, pero los más comunes son los dos anteriores.
De estilo Jijona (el turrón blando) o duro (el de Alicante), los de almendra también deben cumplir con requisitos estrictos en su elaboración, ya que están sujetos en la mayoría de casos a la I.G.P. Jijona y Turrón de Alicante, que exige ciertos parámetros mínimos en los ingredientes.
Esto significa que en su composición vamos a encontrar, principalmente, almendra molida, miel y azúcar. Pueden ser españolas o pueden ser procedentes de otros países, incluidos algunos fuera de la Unión Europea. La diferencia estriba, hablando siempre en términos generales, que los carbohidratos de los turrones de chocolate vienen en exclusiva del azúcar.
La mezcla permite que el porcentaje de grasas de estos turrones, aún siendo elevado (rondan entre los 30 y los 40 gramos de grasas por cada 100 gramos), serán mayoritariamente de grasas insaturadas (en un turrón promedio encontramos 3 gramos de grasas saturadas por 37 gramos de grasas insaturadas) que provienen de la almendra. En cualquier caso, también vamos a hablar de cantidades elevadísimas de azúcar —entre el 35% y el 40% del peso total del turrón—, a pesar de que pueda provenir de la miel en estos reyes de los dulces de Navidad.
Distinto es el caso de los turrones de chocolate. Su azúcar ya dijimos que proviene, generalmente, solo del azúcar. El problema está en que su contenido en grasas proviene de la manteca de cacao, que es una grasa saturada. Encontramos así un abanico amplio de turrones con porcentajes de grasa que van desde el 25% hasta el 40% del peso total. El problema, sean trufados, sean con arroz inflado o simplemente sean de chocolate, estará en que es habitual que a ese porcentaje de grasa le corresponda aproximadamente la mitad en grasas saturadas.
En cualquiera de los casos, estaremos hablando de productos altamente calóricos y energéticos. 100 gramos de turrón duro pueden suponer unas 550 kcal, aproximadamente un cuarto de las necesidades diarias recomendadas, un parámetro muy similar al clásico turrón de chocolate con arroz inflado, que también está en torno a las 520 kcal por cada 100 gramos.
Polvorones y mantecados
Mazapán
Son otra de la legendaria pata del dulce navideño y también una forma de meter calorías, azúcar y grasas a nuestra dieta. La principal diferencia está en el orden de los ingredientes en la composición. Así, el mazapán es principalmente almendra molida y miel o azúcar, mientras que los mantecados son, como su nombre indica, una mezcla de harina de trigo, azúcar y manteca de cerdo, además de ciertas cantidades de almendra molida.
Hay cierto debate entre las diferencias entre un polvorón y un mantecado. Atendiendo a las explicaciones que hacen en la web de La Dama de Estepa, el polvorón lleva menos manteca y más harina que un mantecado. Además de esto, el mantecado puede llevar almendra molida y, de llevarla, nunca es tostada. Sin embargo, la del polvorón sí va tostada. Luego ya hay detalles organolépticos que, a nivel nutricional, son irrelevantes en estos dulces de Navidad.
Todo esto significa que tanto polvorones como mantecados van a tener un porcentaje relativamente elevado de grasas saturadas —por la presencia de la manteca de cerdo—. Habitualmente, entre un 8% y un 15% del peso total, tanto para polvorones como para mantecados. Por su parte, el contenido de hidratos de carbono también es elevado, pero aquí debemos hacer matices.
Peladillas, pasteles de yema y pasteles de Gloria
Forman parte también de las sobremesas habituales de Navidad y también hay que poner entre comillas su inclusión gastronómica porque en los tres casos hablamos de elementos que, nutricionalmente, dejan que desear. Seguramente sean las peladillas las que menos calorías de calidad aporten, ya que su porcentaje en azúcar libre es altísimo (entre un 70% y un 80% del peso total del producto), y cantidades de grasa (entre un 15% y un 20%), generalmente insaturadas, que provienen de la almendra. Hablamos, por tanto, de eminentemente azúcar en estos dulces de Navidad.
Distinta es la tesitura de los pasteles de yema. El ingrediente principal suele ser yema confitada, que también implica una gran cantidad de azúcar. Y, a partir de ahí, ciertas cantidades de azúcar, almendra y otros edulcorantes. Por tanto, hablaremos de un producto con un aporte energético (alrededor de 400 kcal por cada 100 gramos) no tan elevado como en los anteriores (la yema no tiene muchas grasas), pero sí de una gran cantidad de hidratos de carbono. Por fortuna, el porcentaje de azúcares ‘solo’ ronda los 40 gramos por cada 100 gramos de producto.
Los pasteles de Gloria, primos hermanos de los anteriores, solo se diferencian en que en vez de yema confitada, incluyen batata confitada. Esto vuelve a suponer una gran cantidad de hidratos de carbono (rondan el 65% del peso total), y también, por lógica, de azúcares, superando fácilmente los 50 gramos por cada 100 gramos de producto. Topamos así con un postre que tiene un valor energético elevado (unas 400 kcal por cada 100 gramos), pero una cantidad de azúcar que los hace menos deseables que los pasteles de yema.
Marquesas y empiñonadas
Quizá no sean productos tan habituales como los anteriores, pero también suelen estar presentes en muchas Navidades. En este caso, quizá las marquesas sean el elemento nutricionalmente equilibrado partiendo de que todos estos productos presentan graves desequilibrios nutricionales. Altísimas cantidades de grasa y azúcares y una cantidad pírrica de hidratos de carbono son el modus operandi habitual de los dulces de Navidad y con las marquesas no iban a ser menos.
Azúcar, almendra, huevo y otros edulcorantes dan forma a este dulce que no tiene un porcentaje de grasa exageradamente alto (alrededor de un 22% del total), y que en su cantidad de hidratos de carbono (ronda el 45% del peso total) hay cierto margen para que no sean solo azúcares (el 30% del total). Esto pone sobre la mesa un producto con un valor energético de 420 kcal por cada 100 gramos de producto, es decir, más amable que mazapanes, polvorones y turrones tanto en calorías como en grasas.
Distinto es el caso de las empiñonadas, quizá no tan frecuentes, aunque a menudo haciendo aparición en la sobremesa navideña. Aquí hablamos de almendra, azúcar y un porcentaje variable de piñones, un fruto seco bastante caro. Esto supone bastantes grasas, generalmente insaturadas, que suelen oscilar entre un 30% del peso total del producto. También la presencia de azúcar es muy elevada, siendo prácticamente los únicos hidratos de carbono de la composición, variando entre el 35% y el 40% del total. Esto se traslada a un valor energético alto, de 480 kcal, que también conviene controlar.
Qué dulces de Navidad tomar
Si nos preocupa la dieta, la respuesta está clara: ninguno. Todos suponen una cantidad de azúcar, calorías y grasa altísima. En cualquier caso, si no pasamos sin ellos, prioricemos aquellos que tengan grasas insaturadas frente a los que tengan grasas saturadas y a los que presenten menos cantidad de azúcar total.
Por este motivo, la información nutricional de los envases serán nuestros mejores aliados. En ese sentido, fijémonos siempre en el orden de los ingredientes porque aparecen en orden decreciente. El más abundante en su composición será el primero, motivo por el que deberíamos pretender que, en el caso de los frutos secos, sean los más notables antes que la miel o el azúcar. En el caso de estos dos, es conveniente priorizar la miel, aunque eso no lo convierte en estrictamente más sano en el caso de los dulces de Navidad.